Cuadro derecho página inicio, Mensajes

PALABRAS DE BIENVENIDA DEL ARZOBISPO DE PIURA DURANTE EL SIMPOSIO “VIDA Y FAMILIA UNIDAS POR LA ESPERANZA”

Quisiera esta noche dar la más cordial bienvenida a todos ustedes que han venido a participar en este Simposio “Vida y Familia unidas por la Esperanza”. De manera especial quiero agradecer profundamente la presencia de nuestros distinguidos conferencistas, la doctora Neldy Roxana Mendoza Flores y el doctor Luis Solari De La Fuente, quienes tendrán a su cargo las importantes conferencias “Implicancias Biopsicosociales del Aborto Provocado” y “El Colonialismo de la Ideología de Género”, respectivamente.  

Nuestro agradecimiento se extiende también a la Universidad Nacional de Piura por acogernos esta noche en su Auditorio así como a los auspiciadores de todas las actividades que la “Diaconía para la Justicia y la Paz” viene realizando con ocasión del “Día del Niño por Nacer”. Ruego al Señor de la Vida que bendiga abundantemente a todos los que han hecho posible este importante evento académico, el cual sin lugar a dudas nos ayudará a profundizar en la importancia de la defensa de la vida desde su concepción hasta su fin natural, tarea fundamental para poder construir una verdadera cultura de paz en nuestra sociedad y en nuestro país.

Defender y custodiar la vida naciente

En su última Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate sobre el llamado a la santidad en el mundo actual, el Papa Francisco nos ha urgido a defender y custodiar la vida humana desde que ésta está en el vientre materno pero también en la infancia, la vejez y en la discapacidad, porque la vida humana es en sí misma un valor sagrado e inviolable.  Nos dice el Santo Padre: “La defensa del inocente que no ha nacido, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte. No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente”.[1] 

Desde el primer instante con la concepción, la vida del ser humano se caracteriza por ser vida humana y por esto es portadora siempre, en cualquier estado o condición, de dignidad propia.[2] Si no tenemos claro este principio de ley moral natural, estaremos siempre en presencia del peligro de que la vida humana sea instrumentalizada por la ciencia y la política, con la inevitable consecuencia de caer fácilmente en la arbitrariedad, en la discriminación y en el interés económico del más fuerte sobre el más débil, en este caso el niño por nacer, el más pobre e indefenso entre todos.

Asimismo: Frecuentemente, para ridiculizar alegremente la defensa que la Iglesia hace de sus vidas, se procura presentar su postura como algo ideológico, oscurantista y conservador. Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno”.[3] 

Queridos hermanos y hermanas: Basta el juicio de la razón humana para saber que es inmoral abortar, que no se puede ir en contra del ser humano, que se ha de estar siempre en favor de él. La sola razón es suficiente para reconocer el valor intocable de cualquier vida humana desde su concepción, pero si además la miramos desde la fe, toda violación de la dignidad personal del ser humano grita venganza delante de Dios y se configura como ofensa al Creador del hombre”.[4] Por tanto siempre será válido decir que abortar es inmoral. Abortar no es ser progresista, ya que nunca será lícito ir contra el hombre hasta causar su destrucción, su muerte violenta. Abortar no es progreso sino retroceso, no es luz sino tinieblas, es violencia y muerte.  

La ideología de género

De otro lado asistimos hoy en día a una progresiva imposición en nuestra sociedad de la “ideología de género”, a la que hoy se la quiere llamar eufemísticamente “enfoque de género”, y lo que es más delicado se la quiere imponer en el Perú no sólo en nuestras políticas públicas, leyes y ordenanzas, sino también en el currículo de educación básica como una verdadera colonización ideológica donde a nuestros niños se les quiere enseñar que cada uno puede libremente elegir su sexo.

En su vibrante y valiente Magisterio, el Papa Francisco nos advierte de este peligro en su Exhortación Apostólica Post Sinodal Amoris Laetitia: “Avanza en muchos países una deconstrucción jurídica de la familia que tiende a adoptar formas basadas casi exclusivamente en el paradigma de la autonomía de la voluntad” (n. 53). “Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer” (n. 56). “¿Acaso se pueden ignorar o disimular las constantes formas de dominio, prepotencia, abuso, perversión y violencia sexual, que son el producto de una desviación del significado de la sexualidad?” (n. 153). “El riesgo está en pretender borrar las diferencias y esa distancia inevitable que hay entre los dos (el varón y la mujer). Porque cada uno dispone de una dignidad propia e intransferible” (n. 155). “No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia” (n. 251). “La valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente” (n. 285). “Es verdad que no podemos separar lo masculino y lo femenino de la obra creada por Dios” (n. 286)”. En resumen, para la ideología de género, el ser humano no tendría naturaleza y cada uno sería para sí mismo su propio proyecto de existencia, estaría librado absolutamente a sus deseos y su libertad se convertiría en libertinaje.  

De otro lado que quede claro que defendemos la igualdad de dignidad entre el hombre y la mujer, así como la justa aspiración de ésta última a su auténtica promoción social, y que condenamos cualquier tipo de violencia o abuso contra ella, así como todo acto de discriminación injusta a las personas homosexuales.[5] 

El testimonio del pequeño guerrero Alfie Evans

Quiero concluir estas palabras con mi homenaje a quien hoy a nivel mundial se ha convertido en el símbolo de la lucha por la vida y la familia. Me refiero al niño de 23 meses de edad Alfie Evans, a quien el hospital donde estaba internado y la justicia de Inglaterra lo condenaron a muerte por asfixia y hambre. Censuramos y reprobamos este hecho de crueldad e inhumanidad, donde a un inocente se le ha privado de su derecho fundamental a la vida, donde no se ha tenido consideración con su dignidad de persona la cual se mantiene en cada fase de la vida, ya sea cuando ésta está sana, o cuando se encuentra enferma, o está a punto de morir. Aquí lo indignante es que ha prevalecido el beneficio económico: A Alfie se le ha dejado morir para ahorrar.

A toda esta indignación se suma el hecho que la justicia le negó a los padres de Alfie, Thomas y Kate, su derecho a la patria potestad para trasladar a su hijo a Italia donde había el ofrecimiento para darle la atención médica que necesitaba. De nada valió el pedido y la acción decidida del Papa Francisco en su favor y que el Gobierno Italiano le diera al pequeño niño la nacionalidad italiana.

Su caso es emblemático de una cultura de muerte que no está a favor de la vida, especialmente de los más inocentes, y que además impone abusivamente al estado sobre la familia, cuando ésta la antecede ya que la familia es una sociedad natural poseedora de derechos inalienables que el estado no puede conculcar sino que más bien debe defender y proteger, entre ellos la “patria potestad” de los padres sobre sus menores hijos.

Que el testimonio del pequeño gladiador Alfie Evans, quien después que le fuera desconectado el soporte vital, es decir el respirador y su alimentador, sobrevivió respirando por su propios medios cinco días, nos despierte a todos, y nos dé el coraje para defender a la vida y a la familia. Que desde el Cielo, nos bendiga en esta lucha que no es sólo cosa de religión o confesión sino sobre todo de humanidad.

Muchas gracias.

San Miguel de Piura, jueves 03 de mayo de 2018
Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz 
Compartir:

Leave A Comment

Your Comment
All comments are held for moderation.