“LA EUCARISTÍA, EL SERVICIO Y LA UNCIÓN”
Mons. Guillermo Elías, celebra la Santa Misa Vespertina de la Cena del Señor
18 de abril de 2025 (Oficina de Prensa).- La tarde de hoy, la histórica y monumental Parroquia de “San Martín de Tours”, en Sechura, se vio abarrotada por un gran número de fieles que se reunieron para participar, en medio de un clima de gran recogimiento y devoción, de la Santa Misa Vespertina de la Cena del Señor que presidió nuestro Administrador Apostólico Mons. Guillermo Elías Millares, en la que la Iglesia conmemora la institución de los sacramentos de la Eucaristía y del Sacerdocio, así como el mandamiento del amor fraterno que nos dejó Jesús.
Cabe resaltar que durante la celebración se realizó el tradicional rito del lavatorio de los pies que expresa plenamente el significado del gesto de amor, servicio y humildad efectuado por Jesús en el Cenáculo. Monseñor Guillermo lavó los pies a un grupo de 12 jóvenes de la zona, se les eligió con la finalidad de dar un claro ejemplo del urgente llamado a orar por las vocaciones, por que el Señor quiere y necesita sacerdotes.
Durante su Homilía, y refiriéndose a la institución de la Eucaristía, nuestro Administrador Apostólico dijo: “Estimados hermanos y hermanos. hoy estoy aquí con ustedes porque creemos que la Iglesia está invitada a hacer una comunidad de vida y de amor, y eso es lo que desearía vivir con ustedes. Nos reunimos esta tarde para entrar en el Triduo Pascual los días más sagrados. Esta Misa tiene un misterio profundo, revela el amor de Dios, manifestado en Cristo. La realidad que vivimos hoy en esa celebración es el Señor que quiere permanecer con nosotros en la Eucaristía, a pesar de que muchos católicos aún no entienden la trascendencia de estos gestos. Nosotros nos convertimos siempre en Sagrario del Señor, cada vez que participamos en una Eucaristía, llevando siempre al Señor con nosotros, hasta el punto de que Él mismo nos dice que si no comemos su cuerpo y bebemos su sangre no entraremos en el reino del cielo. Este es el misterio del pan y del vino, del Señor con nosotros, en nosotros y dentro de nosotros. Por eso el católico no sólo viene a escuchar a una Misa, el católico en cada Eucaristía viene a encontrarse con el Señor, viene a celebrar una experiencia que lo invita a transformarse”.
En otro momento, y refiriéndose al servicio nuestro Monseñor Guillermo acotó: “El servicio, es un gesto que es una condición para entrar en el Reino de los Cielos. Servir, pero a todos. Sin embargo, el Señor en aquel intercambio de palabras que tuvo con Pedro (cf. Jn 13,6-9), le hizo comprender que para entrar en el Reino de los Cielos debemos dejar que el Señor nos sirva, que el Siervo de Dios sea siervo de nosotros. Y esto es difícil de entender, queridos hermanos. Si no dejo que el Señor sea mi siervo, que el Señor me lave, me haga crecer, me perdone, no entraré en el Reino de los Cielos. El gesto del lavatorio de pies no es solo ver al sacerdote lavar los pies a estos hermanos nuestros. Se trata de que todos entendamos que si eres católico: vives para servir. Todos estamos llamados a servir”.
Nuestro Pastor recalcó además la importancia de la celebración del Don del Sacerdocio: “Hoy quisiera estar cerca de los sacerdotes, de todos los sacerdotes. Todos hemos sido ungidos, ungidos por el Señor; ungidos para celebrar la Eucaristía, ungidos para servir. Los Sacerdotes que ofrecen su vida por el Señor, muchos de ellos se encuentran atendiendo a los enfermos en los hospitales, juntamente con médicos, enfermeros, enfermeras, son los santos de la puerta de al lado, sacerdotes que dieron su vida sirviendo. Pienso también en aquellos curas que están lejos en los diferentes distritos y localidades de nuestra Arquidiócesis. Sacerdotes que van lejos para llevar el Evangelio y morir allí. Aquellos párrocos que están en pueblos lejanos, que tienen diez, cincuenta, cien Capillas en caseríos o comunidades; van de un lado a otro, llegando a mucha gente. Conocen a todos. Esa es la cercanía sacerdotal. Sacerdotes buenos, sacerdotes valientes. Los llevo en mi corazón y los llevo al altar. Doy gracias a Dios por la gracia del sacerdocio, todos nosotros agradecemos”.