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JESÚS DESDE LA CRUZ NOS EXHORTA A MANTENEMOS EN PIE JUNTO A LOS CRUCIFICADOS DE NUESTRO TIEMPO

Monseñor Guillermo Elías preside celebración de la Pasión del Señor

18 de abril del 2025 (Oficina de Prensa). – La tarde de hoy, Viernes Santo, en que celebramos los misterios de la pasión y muerte del Señor Jesús, la Parroquia “Santísima Trinidad” – Iglesia Matriz de Sullana, se vio colmada de fieles que participaron de los oficios de este día, en los que contemplamos el infinito amor del Padre por nosotros, que entrega al Hijo amado por nuestra salvación. Los Solemnes Cultos se iniciaron con el “Sermón de las 7 palabras de Cristo en la Cruz”. Nuestro Administrador Apostólico, Monseñor Guillermo Elías Millares, presidió la “Celebración de la Pasión del Señor” en la que se llevó a cabo la adoración de la santa Cruz.

En su homilía, nuestro Pastor hizo una fuerte exhortación a todos los presentes, a hacer un cambio radical de vida: “Cada una de las palabras de Jesús en la Cruz, muestran los sucesivos pasos en la profundización de la manifestación de su amor por nosotros. El amor perfecto es posible y lo vemos en ese «Evangelio» proclamado desde la cruz. Porque la Cruz proclama que la última palabra de Dios no es una palabra de condena, sino de compasión, de amor gratuito que salva. Por ello, si comenzamos a amar el amor perfecto de Dios puede habitar en nuestros amores frágiles, limitados…vulnerables. El «todo está cumplido» de Jesucristo en la cruz nos muestra a cada uno de nosotros la ruta que debemos seguir: no juzgar ni condenar; el perdón y la compasión como herramientas para ayudar, a quien lo necesite, a confiar y mantenerse en pie”.

En otro momento destacó: “La liturgia del Viernes Santo es muy rica en símbolos y contenidos, por todo lo que nos muestra el impresionante relato de la pasión, que forma parte de la liturgia de este día y que nos muestran, lo más íntimo y personal de Jesús en la cruz. Contemplar a Jesucristo en la cruz y a María, su madre, cerca, nos habla de ternura. Se trata de una escena de tan honda ternura que no sería arriesgado decir que al pie de la cruz nace la ternura cristiana y se modela según sus dimensiones. Y es que Jesús en la cruz hizo mucho más que preocuparse por el futuro material de su madre, dejando en manos del discípulo su cuidado. En el discípulo está representada la humanidad, toda la humanidad”.

“Aquí está el gran legado que Jesús concede desde la cruz al mundo entero. Y esa es la gran tarea, la gran misión que, a la hora de la verdad, se encomienda a María: aceptar igual que lo había hecho cuando su «fiat», que llenó de generosidad y de confianza, era una entrega total en las manos de la voluntad de Dios. María recibe como hijos de su alma a aquellos que le arrebataron a su primogénito. Jesús en este momento no llama a María «madre», le dice «mujer». Pero a esta mujer la entrega como madre de todos aquellos que viven por la fe, para que permanezcan en el amor”, acotó Monseñor Guillermo.

Nuestro Administrador Apostólico reflexionó además acerca de las palabras que pronunció Jesús en la Cruz: “Cuando el Señor dice: «Tengo sed» (Jn 19,28), nos muestra la prueba definitiva de que está ante una muerte verdadera. Si clavamos nuestros ojos en el crucificado y profundizamos en esta «sed»: ¿no estamos ante la sed de justicia que él mismo aludió en el Sermón del Monte? Dios viene a nosotros bajo la forma de una persona sedienta que desea algo que nosotros tenemos para dar. Jesucristo en la cruz «tuvo sed» de hacer amistad con nosotros. La relación de Dios con la creación es la relación de un don. Dios desea hacer amistad con todos y cada uno de nosotros; y la amistad implica siempre igualdad. Aquél que nos lo da todo nos invita a la amistad pidiéndonos un don a cambio, algo que podamos tener para darle. Porque por encima de todo nos quiere a nosotros”.

“El Señor ahora dice: «Todo está cumplido» (Jn 19,30) ¿Qué pasaría por la mente de Jesucristo en ese momento? Quizá las pocas fuerzas que le quedaban bastaron para hacer un repaso por las profecías que sobre él se hicieron, y se percató de que no quedaba ninguna por realizar. En la Eucaristía de ayer, en el relato evangélico, San Juan nos dice que: «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13,1). Las palabras de Jesús nos invitan a seguir buscando el amor de una forma perfecta. De esta manera, alcanzaremos esta plenitud del amor por fin y al fin”, recordó Monseñor Elías.

Finalmente nuestro Administrador Apostólico aseveró: “Hermanos, el crucificado, en este Viernes Santo, nos exhorta a mantenemos en pie junto a los crucificados de nuestro tiempo. Aquellos miles de hermanos nuestros que a diario son crucificados en la sociedad, en nuestros pueblos, en nuestras casas, a causa de la corrupción, la violencia, la mentira, y el pecado personal. A la luz de la Cruz, comprometámonos a que esto no siga sucediendo. La última palabra no la tiene la muerte El Viernes Santo, es el día propicio para meditar las últimas palabras que acertó a decir Jesús. Meditarlas como Palabra de Dios proferida ante la perspectiva del silencio. Cuando Jesucristo fue silenciado, cuando lo pusieron en el sepulcro, no quedaron todas las palabras sepultadas con Él. Y es que nuestra fe en la resurrección significa que el silencio del sepulcro quedó roto para siempre y que estas palabras no fueron las últimas. Porque «la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron» (Jn 1,5)”.

Es importante destacar que hoy, como cada Viernes Santo, se llevó a cabo la Colecta “Pro Terra Sancta”, que busca no solo recaudar fondos, sino también concientizar a los cristianos del mundo, acerca de la necesidad e importancia de conservar los lugares donde vivió Cristo y, sobre todo, asegurar la presencia cristiana en esas tierras.

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