MONS. GUILLERMO, CLAUSURA MES MARIANO EN SECHURA
Celebra Santa Misa en la histórica iglesia de “San Martín de Tours”
08 de junio de 2024 (Oficina de Prensa).- Con ocasión de la Clausura del Mes Mariano, nuestro Administrador Apostólico, Mons. Guillermo Elías Millares llegó hasta la Provincia de Sechura en el Bajo Piura, para realizar una visita Pastoral a esta querida zona de nuestra Arquidiócesis y celebrar la Santa Misa en la histórica iglesia de “San Martín de Tours”, uno de los templos más grandes de nuestra Arquidiócesis y una verdadera joya arquitectónica de los tiempos de la Colonia, de inicios del siglo XVIII, que está próxima a cumplir 300 años.
A su llegada a la ciudad, Mons. Guillermo fue recibido por un vistoso pasacalle organizado por las familias del Programa de Catequesis en Familia, quienes lo condujeron hasta el templo. La Santa Misa fue concelebrada por el R.P. Tito Zapata Olivares, Vicario Episcopal del Bajo Piura y Párroco del lugar, y el R.P. Denis Marín Aquino Sosa, Vicario Parroquial, También estuvieron presentes, la Sra. Carmen Rosa Morales. Alcaldesa Provincial, y la Lic. Marcela Cornejo Zapata, Coordinadora de la Ugel Sechura.
Durante su Homilía, nuestro Administrador Apostólico dijo: “En este cierre del Mes Mariano, la palabra de Dios centra nuestra atención en María que camina, encuentra y se alegra, porque llevo algo más grande que ella misma: fue portadora de una bendición. Como ella, tampoco nosotros tengamos miedo a ser los portadores de la bendición que todo el pueblo de Sechura, de Piura y Tumbes necesita. Hermanos, necesitamos ser promotores de una cultura del encuentro, como tanto, insiste el Papa Francisco, que desmienta la indiferencia y la división, y que permita a esta tierra bendita cantar con fuerza las misericordias del Señor”.
En otro momento destacó: “El Evangelio de hoy nos sumerge en el encuentro de dos mujeres que se abrazan y llenan todo de alegría y alabanza: salta de gozo el niño e Isabel bendice a su prima por su fe; María entona, a partir de esa experiencia, las maravillas que el Señor ha hecho en Ella con el gran canto de esperanza: el magnificat. Canto de esperanza que también nos quiere despertar e invitarnos a entonar hoy por medio de tres maravillosos elementos que nacen de la contemplación de la primera discípula: María camina, María encuentra, María se alegra”.
Monseñor Guillermo resaltó que: “María va desde Nazaret hasta la casa de Zacarías e Isabel, es el primer viaje de María que cuenta la Biblia. El primero de muchos, pero estos viajes tienen una característica: que no fueron caminos fáciles, exigieron valor y paciencia. Nos muestran que la Virgen conoce las subidas, conoce nuestras subidas; Ella es para nosotros hermana en el camino. Experta en la fatiga, sabe cómo darnos la mano en las asperezas, cuando nos encontramos ante los derroteros más abruptos de la vida. Como buena mujer y madre, María sabe que el amor se hace camino en las pequeñas cuestiones cotidianas. Contemplar a María, nos permite volver la mirada sobre tantas mujeres, madres y abuelas de estas tierras que, con sacrificio y discreción, abnegación y compromiso, trabajan el presente y tejen los sueños del mañana. Entrega silenciosa, recia y desapercibida que no tiene miedo a «remangarse» y cargarse las dificultades sobre los hombros para sacar adelante la vida de sus hijos y de toda la familia esperando «contra toda esperanza». Es un recuerdo vivo el hecho que en nuestro pueblo existe y late un fuerte sentido de esperanza, más allá de todas las condiciones que puedan ofuscarla o la intentan apagar. Mirando a María y a tantos rostros maternales se experimenta y alimenta el espacio para la esperanza que engendra y abre el futuro. En nuestro pueblo hay espacio para la esperanza. Por eso María camina y nos invita a caminar juntos”.
También recalcó que: “María encuentra a Isabel, ya avanzada en años. Pero es ella, la anciana, la que habla de futuro, la que profetiza: llena de Espíritu Santo; la llama bendita porque ha creído, anticipando la última bienaventuranza de los Evangelios: bienaventurado el que cree. La joven va al encuentro de la anciana buscando las raíces y la anciana profetiza y renace en la joven regalándole futuro. Así, jóvenes y ancianos se encuentran, se abrazan y son capaces de despertar cada uno lo mejor del otro. Jóvenes y ancianos, no tengan miedo de caminar juntos, y cuando esto suceda, Dios llega y realiza prodigios en su pueblo. Porque es el Espíritu Santo quien nos impulsa a salir de nosotros mismos, de nuestras sin razones y particularidades para enseñarnos a mirar más allá de las apariencias y regalarnos la posibilidad de bendecir a los demás; especialmente a tantos hermanos nuestros que se quedaron a la intemperie privados quizás no sólo de un techo o un poco de pan, sino de la amistad y del calor de una comunidad que los abrace, cobije y reciba. La Cultura del encuentro impulsa a los cristianos a experimentar el milagro de la maternidad de la Iglesia que busca, defiende y une a sus hijos”.
Monseñor Guillermo mencionó además que: “María que camina y encuentra a Isabel nos recuerda dónde Dios ha querido morar y vivir, cuál es su santuario y en qué sitio podemos escuchar su palpitar: en medio de su Pueblo. Allí está, allí vive, allí nos espera. Escuchamos como dirigía a nosotros la invitación del Profeta a no temer, a no desfallecer. Porque el Señor, nuestro Dios está en medio de nosotros, es un salvador poderoso. Este es el secreto del cristiano, Dios está en medio de nosotros como un salvador poderoso. Esta certeza, como a María, nos permite cantar y exultar de alegría. María se alegra porque es la portadora del Emmanuel, del Dios con nosotros. Ser cristianos es gozo en el Espíritu Santo. Sin alegría permanecemos paralizados, esclavos de nuestras tristezas. A menudo el problema de la fe no es tanto la falta de medios y de estructuras, de cantidad, tampoco la presencia de quien no nos acepta; el problema de la fe es la falta de alegría. La fe vacila cuando se cae en la tristeza y el desánimo. Cuando vivimos en la desconfianza, cerrados en nosotros mismos, contradecimos la fe, porque, en vez de sentirnos hijos por los que Dios ha hecho cosas grandes, empequeñecemos todo a la medida de nuestros problemas y nos olvidamos de que no somos huérfanos: tenemos un Padre en medio de nosotros, salvador y poderoso. Recuerden que, María viene en ayuda nuestra, porque más que empequeñecer, magnífica, es decir, engrandece al Señor, alaba su grandeza. Este es el secreto de la alegría. María, pequeña y humilde, comienza desde la grandeza de Dios y, a pesar de sus problemas está con alegría, porque confía en el Señor en todo. Nos recuerda que Dios puede realizar siempre maravillas si permanecemos abiertos a él y a los hermanos”.
Finalmente, nuestro Administrador Apostólico dijo: “Queridos hermanos de Sechura. ¿A qué nos compromete entonces celebrar esta fiesta de la visitación? Tienen muchas hermosas representaciones de la virgen en las distintas advocaciones que han colocado aquí en el altar. Pero no basta con venerar y colocar flores a las distintas advocaciones de la Virgen que tengamos. Nuestra dinámica como católicos, tiene que ser nuestra salir, caminar, compartir, contagiar a Sechura, a nuestra Arquidiócesis, al Perú y al mundo entero de la alegría de ser católicos”.