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ARZOBISPO CELEBRA 203° ANIVERSARIO DEL GRITO LIBERTARIO DE PIURA

Monseñor José Antonio Eguren presidió Santa Misa en la iglesia San Francisco de nuestra Ciudad

04 de enero de 2024 (Oficina de prensa).- La mañana de hoy, se celebró en el Convento de San Francisco de nuestra ciudad, la tradicional Santa Misa y Te Deum por el 203° Aniversario del Grito Libertario de Piura, presidida por nuestro Arzobispo Metropolitano, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V. Fieles a la tradición de nuestros antepasados, nuestra ciudad recuerda este día, una de sus fechas más gloriosas, un acontecimiento histórico que perenniza el heroico gesto patrio de los piuranos, cuando el 4 de enero de 1821, hombres y mujeres pronunciaron el grito libertario a favor de la causa emancipadora. A la celebración eucarística asistieron la principales autoridades políticas, civiles y militares de nuestra Región.

A continuación presentamos el texto completo de la homilía pronunciada por nuestro Arzobispo Metropolitano esta mañana:

HOMILÍA CON OCASIÓN DEL
203º ANIVERSARIO
DEL GRITO LIBERTARIO DE PIURA

Fieles a la tradición de nuestros mayores, nos reunimos para celebrar el 203° aniversario del Grito Libertario de Piura, y ofrecer la Eucaristía por nuestra querida Región, por sus autoridades y habitantes. También oramos por nuestra querida Patria, el Perú, que vive momentos dramáticos e inciertos.   

La historia nos relata que, el 04 de enero de 1821, los piuranos, reunidos en Cabildo Abierto, decidieron proclamar la Independencia en esta venerable iglesia de San Francisco. Piura se unía así al proceso libertario de manera pacífica, sin enfrentamientos armados, mostrando la unidad que reinaba en ella. De esta manera, manifestaba que el espíritu peruano estaba presente en su vida. El gran mérito de la proclamación de la Independencia de Piura es que ella se declaró en un acto sereno, fruto de madura inclinación libertaria, y del arduo, pero sincero diálogo entre los piuranos.

Cabe resaltar que la Independencia se proclama en un recinto sagrado, en una iglesia, en esta de San Francisco que hoy nos acoge, como hace 203 años acogió a nuestros antepasados.    

Ellos nos trasmitieron así una importante lección: Sólo Dios es garante de la libertad. Ellos comprendieron muy bien que el Evangelio del Señor Jesús es la única fuente de salvación y de libertad verdadera, incluso para las realidades temporales. Por eso al comenzar un nuevo año, reafirmemos todos, gobernantes y gobernados, civiles y militares, nuestra condición de cristianos, nuestra fe en Jesucristo, y nuestra pertenencia a Su Iglesia. La libertad que ansiaron nuestros mayores, y que también nosotros deseamos, debe apoyarse sobre el cimiento granítico de la Verdad que es el Señor Jesús, quien nos hace verdaderamente libres (ver Jn 8, 32; 14, 6). Sólo en Cristo, la Verdad, seremos capaces de construir el Perú y la Piura prósperos y grandes, justos y reconciliados, que todos queremos. La forja del Perú y de Piura, no puede darse al margen de la fe cristiana, sino dentro de ella y desde ella.

El doloroso momento histórico que vive el Perú

Al comienzo del nuevo año, constatamos con dolor que el Perú padece una profunda crisis y descomposición moral pocas veces antes vista en nuestra historia republicana. Desde Piura, miramos con preocupación a nuestra querida Patria.

En la política, esta crisis se manifiesta en la corrupción, convertida en una asquerosa práctica habitual de comportamiento. También, en las ambiciones, personalismos, resentimientos, acusaciones, delaciones, traiciones, odios, revanchismos, y en la lucha por la captura del poder a toda costa.

A los operadores de odio, hay que recordarles el antiguo adagio romano: “Oh mortal, no hagas tu odio inmortal”, así como la conocida sentencia: “Oh, cuán rápido pasa la gloria del mundo”.[1]  

Igualmente, vemos con dolor cómo la mayoría de los poderes del Estado están, en mayor o menor grado, enfrentados entre sí, donde distintos grupos políticos, de diversos tonos y colores, con intereses particulares al interior de cada uno de ellos, llevan adelante agendas propias, disputándose al Perú como si fuera un botín que hay que saquear. Parece que hubiera un plan para arrastrar al Perú al abismo de la anarquía total para fines inconfesables. En síntesis, asistimos a una especie de “guerra civil de las élites”, donde el Perú, y los peruanos, importamos poco o nada, donde pareciera que es cierta la penosa afirmación, “que no hay mayor enemigo de un peruano, que otro peruano”.

“A este respecto, merece la pena recordar las «bienaventuranzas del político», propuestas por el cardenal vietnamita François-Xavier Nguyn Vãn Thun, fallecido en el año 2002, y que fue un fiel testigo del Evangelio: 

Bienaventurado el político que tiene una alta consideración y una profunda conciencia de su papel.

Bienaventurado el político cuya persona refleja credibilidad.

Bienaventurado el político que trabaja por el bien común y no por su    propio interés.

Bienaventurado el político que permanece fielmente coherente.

Bienaventurado el político que realiza la unidad.

Bienaventurado el político que está comprometido en llevar a cabo un cambio radical.

Bienaventurado el político que sabe escuchar.

Bienaventurado el político que no tiene miedo”.[2]

En la justicia, la crisis se manifiesta en una preocupante politización de ésta. Personas y grupos altamente ideologizados buscan capturarla a toda costa para convertirla en un instrumento de venganza y de dominación política, de unos sobre otros. La crisis del sistema judicial, también se manifiesta en una progresiva abdicación por ejercer la justicia auténticamente, por ejemplo, al liberar a peligrosos delincuentes y asesinos, integrantes de bandas y organizaciones criminales nacionales e internacionales, que, a pesar de las evidencias, son increíblemente puestos en libertad para que sigan robando, extorsionando, secuestrando, y asesinando impunemente a inocentes. También, reabriendo procesos judiciales una y otra vez, o manteniendo juicios e investigaciones fiscales por muchísimos años, o aprobando a un pseudo partido político, a todas luces totalitario y antidemocrático.

Mención especial ocupa el tema de la inseguridad ciudadana, que ha llegado a niveles intolerables, jamás vistos en el Perú ni en Piura, con la terrible realidad de atentados en viviendas, robos a mano armada en buses y en la vía pública, secuestros, y el sicariato en centros comerciales y calles, perpetrado incluso por adolescentes o menores de edad.

En nuestro caso, urge una acción más coordinada y efectiva entre los Gobiernos Regional y Locales, con el Ministerio Público, el Poder Judicial, y la Policía Nacional, para enfrentarla.

Reitero una vez más que, necesitamos fortalecer a nuestra Policía Nacional en Piura con un mayor número de efectivos, patrulleros, y mejores equipos de comunicación, así como mejorar la infraestructura de nuestras Comisarías a nivel regional.

Pero seamos conscientes que todo ello será en vano, si el policía no tiene su espíritu templado en las virtudes y en los valores morales que hacen grande a la persona, y a las instituciones a las que ésta pertenece.   

Asimismo, para combatir la inseguridad ciudadana, se hace urgente fortalecer a la familia, por ser ella la “escuela del más profundo humanismo”. La familia es el ámbito por excelencia donde se forman, en valores y virtudes los futuros ciudadanos de un país. Es en la familia donde también la fe cristiana y católica se transmite de padres a hijos, esa fe que sella hondamente la identidad de Piura, y que es la fuente de todo lo verdadero, justo, noble y digno que hay en la vida.

No hay nada que pueda sustituir al valor formativo de crecer en un ambiente familiar sano y bien constituido, fundado en el matrimonio estable e indisoluble entre un varón y una mujer, donde los hijos aprenden a respetar y a favorecer, no sólo su propia dignidad, sino también la de los demás.  

En el campo económico, la crisis que hoy golpea a los peruanos y piuranos, se manifiesta en el cáncer de la corrupción ya mencionado, en el materialismo creciente, donde las personas sólo piensan en el enriquecimiento personal sin importarles la fraternidad, la solidaridad, y la amistad social. Un sector frívolo de nuestra sociedad peruana aborda la vida con superficialidad, preocupándose solamente por lo que le sucede a nivel individual, sin comprometerse con el país y con las necesidades de los demás, especialmente de los más pobres. Pareciera no haber mayor interés por el bien común y la justicia social.  

Desde el Ejecutivo no se enfrenta con seriedad la preocupante recesión que hoy en día golpea la economía de las personas y familias más pobres, ni se toman las medidas adecuadas por enrumbar decididamente al Perú por la senda de su desarrollo integral. En el último año nuestro país no solamente no ha crecido, sino lo que es aún más grave, ha decrecido, lo cual incrementa la informalidad.

La pobreza ha aumentado alarmantemente en nuestro país y región, y ahora son muchísimos más los compatriotas y familias peruanas y piuranas que carecen de los más elementales medios y servicios para vivir dignamente. No hay una decisión política clara y decidida por resolver los grandes problemas estructurales del Perú en seguridad, salud, educación, vivienda, saneamiento, trabajo, infraestructura, e inversiones. Las injustas desigualdades y la marginación, que con dolor vemos en nuestro país, deben de ser un constante incentivo para toda conciencia, especialmente la cristiana, por resolverlas, pero no por medio de opciones de odio y de muerte.

Sin negar la gravedad de muchos problemas y la injusticia de muchas situaciones, es imprescindible proclamar que el odio no es nunca camino: Sólo el amor, el esfuerzo personal constructivo, pueden llegar al fondo de los problemas”.[3]

Horizonte de esperanza. El B.A.P. “Unión”

Alguno de ustedes podrá pensar que Monseñor está muy pesimista al comienzo de este año. No es así, pero esta es la dura realidad que estamos viviendo, y probablemente me quedo corto e incompleto en el análisis de nuestra dolorosa realidad nacional. A pesar de todo, soy un firme creyente en Dios, Uno y Trino, fundamento de toda esperanza, y un firme creyente en mi Patria, el Perú, que como bien advertía don Jorge Basadre Grohmann, es más grande que sus problemas, y más posibilidad que problema.[4]

Una prueba elocuente de ello, es la histórica circunnavegación que, desde el 17 de junio del año pasado, viene realizando nuestro Buque Escuela a Vela, la Fragata “Unión”. 255 valientes marinos peruanos, entre oficiales, suboficiales, y cadetes navales, en su último año de formación, vienen haciendo flamear con honor nuestro monumental y sagrado pabellón nacional por todo el mundo, dándonos una lección a todos los peruanos de lo que somos capaces de hacer cuando amamos honesta y sinceramente al Perú, y ponemos a la Patria por encima de nuestros intereses personales y de grupo.

Sin lugar a dudas, nuestra Marina de Guerra es, hoy por hoy, una importante reserva moral de los valores que el Perú necesita. Como acertadamente afirma el ilustre historiador, don Héctor López Martínez: “La vuelta al mundo del B.A.P. Unión, tiene que ser conocida por todo nuestro país. En un momento tan crítico para la unidad nacional, en que todas son noticias negativas, esta gira puede convertirse en un catalizador de orgullo nacional, de patriotismo”. Desde aquí oramos por la dotación de nuestro Buque Escuela, cuyo nombre “Unión”, es ya de por sí toda una fuente de inspiración, y un llamado del Altísimo a fomentar en estos tiempos la tan necesaria unidad entre nosotros.

Hago un apremiante llamado a la unidad de todos los peruanos y piuranos, donde hagamos de la verdad, la justicia, la solidaridad, y la búsqueda del bien común, el sustento real de la paz social y del desarrollo de nuestro amado Perú.

“Salva a tu pueblo Señor y bendice a tu heredad”.

Al comenzar un nuevo año, le pedimos al Señor, con las palabras del himno del “Te Deum”: “Salva a tu pueblo Señor y bendice a tu heredad”.   

Sí, Señor sálvanos, es decir, líbranos del pecado y de los males que éste engendra: La violencia en todas sus formas; la desunión, los egoísmos y las frivolidades crecientes; las injusticias, el pesimismo y la desesperanza; la delincuencia y el crimen organizado; el narcotráfico, la corrupción y el terrorismo; las divisiones, los enfrentamientos y la pobreza; y la inmoralidad pública y privada.  

Pero también, bendícenos Señor. Es decir, alcánzanos la gracia de trabajar unidos por la paz y la reconciliación, y así edificar un Perú digno del nombre cristiano, donde sean visibles y actuantes las Bienaventuranzas del Reino (ver Mt 5, 1-11). En este nuevo año, concédenos Señor, la sabiduría del diálogo, el vivir la política como la forma más eminente de caridad y de servicio, y que busquemos en todo momento la verdad, que engendra justicia, orden, y paz.

¡Señor, danos unidad! Vuelve hoy a pedirle en tu oración a tu Padre celestial: “Padre, que todos sean uno” (Jn 17, 21). Mantén en comunión de amor a nuestras familias y a nuestra Nación. Haz que defendamos la dignidad de la persona humana desde su concepción hasta su fin natural.

Que, desde nuestra fe cristiana y católica, trabajemos por el bien común que es deber y responsabilidad de todos, pero principalmente de las autoridades, para así hacer realidad entre nosotros la ansiada “Civilización del Amor y de la Misericordia”, porque los pobres, los ancianos, los enfermos, los niños, y nuestros jóvenes, no pueden esperar más.

Que tras un año 2023, de lentitud y de acciones insuficientes para enfrentar la emergencia climática, demos por fin, este año 2024, un impulso a las grandes obras que Piura necesita, para que todos los piuranos podamos vivir seguros, tranquilos, y con dignidad, y no estemos cada año viviendo en la incertidumbre y el miedo al “Fenómeno El Niño”, y otros desastres naturales.  

No hay libertad sin amor

Hoy en que agradecemos a Dios el don de la libertad, recordemos que, “la verdadera libertad,… se expresa plenamente en la caridad… Somos libres en el servir, no en el hacer lo que queremos. Somos libres en el servir, y ahí viene la libertad… Nos encontramos plenamente a nosotros en la medida en que nos donamos, cuando tenemos la valentía de donarnos; poseemos la vida si la perdemos (ver Mc 8, 35)… No hay libertad sin amor. La libertad egoísta del hacer lo que quiero no es libertad, porque vuelve sobre sí misma, no es fecunda. Es el amor de Cristo que nos ha liberado y también es el amor que nos libera de la peor esclavitud, la del nuestro yo; por eso la libertad crece con el amor… con el amor que vemos en Cristo”.[5]

Que nos alcance este don de su Divino Hijo, la siempre Virgen María, Madre de Dios y nuestra. Que Ella guíe nuestros pasos en este Nuevo Año 2024, y que nos ayude a ser constructores valientes del Reino de su Hijo, el Señor Jesús: Reino de luz y de vida, de santidad y de justicia, de verdad y de amor.  

Que así sea. Amén.

San Miguel de Piura, 04 de enero de 2024
Jueves antes de la Epifanía

[1] Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, 1,3,6.

[2] S.S. Francisco, Mensaje para la Celebración de la 52° Jornada Mundial de la Paz, n. 3; 01-I-2019.

[3] San Juan Pablo II, Visita Apostólica al Perú. Discurso en Ayacucho, n. 3; 03-II-1985.

[4] Ver Jorge Basadre Grohmann, “Perú: Problema y Posibilidad y otros ensayos” (Ed. 1931 y 1978).

[5] S.S. Francisco, Audiencia General; 20-X-2021.

Puede descargar esta Homilía de nuestro Arzobispo AQUÍ

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