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“PERMITAMOS QUE EL ESPÍRITU SANTO SUSCITE EN NOSOTROS UN NUEVO PENTECOSTÉS”

Mons. Guillermo Elías celebra la Solemnidad de Pentecostés

19 de mayo de 2024 (Oficina de Prensa). – La mañana de hoy, en medio de un clima de profunda alegría y agradecimiento al Señor, un gran número de fieles católicos, se reunieron en la Basílica Catedral de Piura para participar de la celebración de la Santa Misa que nuestro Administrador Apostólico, Mons. Guillermo Elías Millares, presidió con ocasión de la Solemnidad de Pentecostés. Muy emotivo fue el momento en el cual, al final de la Santa Misa, los niños y niñas, bebés y mujeres en estado de dulce espera, fueron bendecidos de manera especial por nuestro Administrador Apostólico.

Pentecostés

Durante su homilía, y reflexionando en el Mensaje del Evangelio, Mons. Guillermo dijo: “Queridos hermanos, hoy celebramos Pentecostés, la venida de la fuerza del Espíritu sobre nosotros. Celebramos la presencia del Espíritu Santo en la comunidad cristiana, en nuestras familias y en cada uno de nosotros. Recordemos que la muerte de Jesús en la Cruz inspiró temor en quienes lo habían seguido. Y el temor es contrario a la fe. Tener fe es confiar en que Dios está, opera y actúa en nosotros. Tras la muerte del Señor, los discípulos, en lugar de anunciar el mensaje de Cristo, se encerraron, y estando con las puertas cerradas se les presenta el Señor en medio de ellos y les dice: La Paz esté con ustedes. La Paz es todo lo bueno que el Señor ofrece: es vida, salud, integridad. Y los discípulos, tras haber estado temerosos, se alegraron inmensamente. Ahora el Señor los asocia a su tarea, y los envía a prolongar su misión. No olvidemos que. ser católico, implica haber recibido a través de Jesús la tarea del Padre. La fuente de nuestra vida se halla en esa misión que nos ha sido encomendada, y para vivir esa misión, se requiere la acción del don del Espíritu”.

Que el Espíritu nos anime a salir al encuentro de los demás

En otro momento, nuestro Administrador Apostólico recalcó: “La palabra Espíritu significa soplo, aliento de vida, fuerza. Sin la acción del Santo Espíritu es imposible vivir la vida cristiana. Hoy somos testigos de la ausencia del Espíritu en nuestra realidad, miremos a nuestro País. Como iglesia, no nos podemos quedar encerrados, ni atrapados en nuestros miedos. Tenemos que invocar al Espíritu Santo, que descenderá copiosamente sobre cada uno de nosotros. Invoquémoslo para que actúe en nuestro País, en nuestras ciudades, en las autoridades, en las Parroquias, en la Iglesia. Vivamos esa Paz que nos ofrece el Señor, rompiendo con el pecado. Vivamos el amor de Cristo, que es perdonar, recuperemos nuestra capacidad de amar, restablezcamos nuestra amistad con Dios y con los demás. Tengamos el coraje de perdonar, y contrarios de la actitud de los discípulos antes de recibir el don del Espíritu Santo, no nos encerremos en nuestros criterios, ni en nuestras formas de pensar. Arriesguémonos, y con coraje, hagamos presente en medio de nuestras vidas y del mundo, el mensaje del Evangelio de Cristo¨.

La unidad en la diversidad

Mons. Guillermo destacó también que: “Hay otro elemento que el Espíritu Santo produce: La unidad en la diversidad. La presencia del Espíritu en el seno de la comunidad cristiana le da una profunda unidad. ¿Pero de qué unidad estamos hablando? Cada miembro de la comunidad tiene su propia función. Contrariamente a lo que a veces se dice. Pentecostés no es un día en el que todos se entendieron hablando un solo idioma. Se entendieron hablando, cada uno, en su propia lengua. Pentecostés borra las diferencias, acorta las distancias. Podemos tener cada una circunstancia distinta en nuestra vida, pero si estamos movidos por el Espíritu Santo, seremos capaces de entendernos a pesar de las diferencias que tengamos. Qué hermoso es cuando una pareja de esposos puede pensar diferente, pero ambos tienen el Espíritu Santo y son capaces de ponerse de acuerdo en sus formas de mirar la realidad. Qué lindo es cuando en una familia, a pesar sus diferencias, gracias a la acción del Santo Espíritu, los miembros pueden caminar juntos. No tenemos que ser iguales, pero debemos ser capaces de caminar juntos, entendiendo que cada uno de nosotros es un don extraordinario y distinto. Miremos la belleza de esa diversidad en la que estamos invitados a ser hermanos”.

El Espíritu Santo hace posible vivir la fraternidad.

Finalmente, Monseñor Elías exhortó: “Queridos hermanos, el Espíritu Santo está en medio de nosotros y hace posible vivir la fraternidad, todos estamos llamados a celebrar Pentecostés. Todos necesitamos del Espíritu Santo. Permitámosle al Espíritu Santo que hoy haya un nuevo Pentecostés Pidamos un nuevo Pentecostés en nuestra sociedad, en nuestras familias, en nuestros centros de trabajo, en nuestros barrios. Pidamos un nuevo Pentecostés para nuestros Sacerdotes en Piura y Tumbes, para nuestros diáconos y seminaristas, para que sigan enamorándose del Señor. Queridos hermanos, en este gran día de Pentecostés. Invoquemos el Espíritu Santo y permitámosle que renueve nuestras vidas”.

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