HOMILÍA DEL ARZOBISPO METROPOLITANO EN LA FIESTA DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS 2023
MISA CON EL SEÑOR DE LOS MILAGROS
Tiempo de gracia para experimentar el amor misericordioso del Señor de los Milagros
El mes de octubre es ocasión inmejorable para que experimentemos el amor misericordioso del “Señor de los Milagros” en nuestras vidas. Cada año en octubre, Él viene a nuestro encuentro trayéndonos el don más grande de su Sagrado Corazón: Su perdón, su compasión, su misericordia. Misericordia, que es capaz de hacer de nosotros personas nuevas, si la acogemos con sincero dolor de corazón y propósito de enmienda.
Por eso, y como fruto de este octubre morado, los invito a que nos acerquemos con confianza al Sacramento de la Confesión, donde nuestra Madre la Iglesia, distribuye en nombre del Señor, su misericordia. Como bien nos recuerda el Papa Francisco, en la confesión estamos frente a otro, el sacerdote, que actúa según la persona de Cristo, la misericordia encarnada, para acogernos y perdonarnos.[1]
Queridos hermanos y hermanas: En la Confesión Sacramental, el “Señor de los Milagros” nos espera. Él te quiere muchísimo, y por eso desea salvarte. Él quiere liberar tu corazón de ese pecado que te tiene esclavo. En nombre del “Señor de los Milagros”, que por amor a nosotros murió en la cruz, te exhorto: ¡Déjate reconciliar con Dios, contigo mismo y con tu hermano! (ver 2 Cor 5, 20). Nunca debemos olvidar que Dios no se asusta de nuestros pecados, de nuestros errores, de nuestras caídas, sino que se asusta, más bien, por el cierre de nuestro corazón, de nuestra falta de fe en su Amor.[2]
El Señor de los Milagros te ve hoy y siempre con amor
A pesar de ser hoy una gran multitud reunida en torno al “Señor de los Milagros”, Él nos conoce a cada uno de nosotros. Él, como el Buen Pastor que es, sabe quién eres, sabe tu nombre, y conoce tu historia personal, con sus alegrías y dolores, con sus esperanzas y sufrimientos.
Por eso, yo te invito esta mañana, a que le abras con confianza tu corazón al Señor, ya sea para suplicarle por la necesidad que tengas, o para pedirle por esa intención que guardas en tu corazón, o simplemente para confiarle tus preocupaciones, como lo hace un amigo con su mejor amigo.
¡Él se interesa por ti! Vales mucho para Él, porque por ti, y por mí, derramó hasta la última gota de su sangre en la Cruz. ¡Él es el Amigo que nunca falla!
Podrán fallarnos los hombres, incluso engañarnos, decepcionarnos, aprovecharse de nosotros, y hasta traicionarnos, pero jamás el Señor Jesús; nunca el “Señor de los Milagros”, que por amor a nosotros bajó del Cielo, y en la Cruz, dio su vida en rescate por la nuestra.
¡Qué consuelo se siente cuando nos descubrimos amados por Él! Qué sosiego y paz se experimenta cuando se tiene la certeza que ninguno de nosotros, por más pequeño o pobre que sea, está excluido de su Amor. Más aún, sabemos muy bien que los pequeños, los pobres, los pecadores, los que no cuentan para el mundo, son sus predilectos, sus preferidos.
Queridos hermanos, hagamos de este momento de la Santa Misa y de la Procesión, una ocasión para que cada uno de nosotros pueda abrirle su corazón al “Señor de los Milagros”. Él es Dios, por eso su Amor es infinito, y puede escucharnos a todos sin excepción, alguna, derramando sobre cada uno de nosotros la gracia específica y particular que necesitamos. Por algo su nombre es el “Señor de los Milagros”, el “Cristo de las Maravillas”. Por eso, acerquémonos hoy con esperanza al Señor, para rogarle por nuestras necesidades e intenciones.
¡Déjate traspasar por su amor!
Al contemplar la Sagrada Imagen del “Señor de los Milagros”, miramos al que traspasaron nuestros pecados (ver Zac 12, 10). Y Jesús, con la fuerza de su Amor, desde lo alto de la Cruz, nos atrae a todos hacia Él (ver Jn 12, 32).
También hoy, el “Señor de los Milagros”, quiere que nosotros nos dejemos traspasar, pero no por punzantes clavos, ni por penetrantes lanzas. Él quiere atravesarnos, tocarnos, transformarnos, con su ternura. Quiere hacer de nosotros hombres nuevos con su Amor. Quiere darnos su misma Vida, nueva y eterna. Para que el milagro de octubre sea real, los invito a todos a que nos dejemos traspasar por el poder de su Amor. “Sin embargo, aceptar su amor no es suficiente. Hay que corresponder a ese amor y luego comprometerse a comunicarlo a los demás: Cristo «me atrae hacia sí» para unirse a mí, a fin de que aprenda a amar a los hermanos con su mismo amor”. [3]
Dejarnos traspasar por su Amor, nos exige arrepentimiento sincero de nuestros pecados, confesión sacramental, propósito de enmienda, dejar atrás nuestra vida de maldades, reparar las injusticias cometidas, deponer sentimientos de venganza, reconciliarnos con el hermano que hemos ofendido, trabajar seria y responsablemente para ser cristianos coherentes, donde la fe se haga vida cotidiana. Dejarnos traspasar por su Amor, nos exige dejar el individualismo para ser familia y Pueblo de Dios.
No hay nada más hermoso y renovador en la vida que dejarse tocar por el Amor del Señor. Sólo así la vida se vuelve bella, el corazón se llena de paz, y encuentra su auténtica libertad y alegría. ¿No es esto acaso lo que hoy tanto necesitamos en el mundo y en particular en el Perú?
Sí, necesitamos dejarnos tocar por la fuerza de su Amor, convertirnos a Él. Comprender de una vez por todas que el mundo, y el Perú grande, fraterno y reconciliado con el cual todos soñamos, donde por fin sea una realidad la ansiada “Civilización del Amor y de la Misericordia”, sólo será posible con el “Señor de los Milagros”.
A ti venimos a implorar tu bendición
Hoy delante de la Sagrada Imagen del Cristo de Pachacamilla, quiero que todos le recemos con verdadera fe y devoción:
“Señor de los Milagros”, te consagramos nuestras familias. Consérvalas en armonía y unidad, ilumínalas con tu presencia, santifícalas con tu Amor. Bendice a nuestros ancianos, enfermos, niños y jóvenes.
Acoge con bondad todas nuestras preocupaciones, necesidades e intenciones. Sana nuestras enfermedades y dolencias.
“Señor de los Milagros”, defiende la santidad del matrimonio entre un hombre y una mujer, único fundamento de la familia. Destierra del mundo los crímenes abominables del aborto y la eutanasia, y anímanos a ser valientes defensores de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural.
Tú que eres el Patrono de los Migrantes Peruanos, vela por ellos, ayúdalos en sus problemas, y desde tu Cruz, dales tu aliento, tu misericordia y esperanza.
Fecunda con tu bendición nuestro trabajo, y concédelo al que no lo tiene y lo busca con necesidad para llevar un sustento digno a la mesa de su hogar.
“Señor de los Milagros”, anima a nuestros jóvenes para que se comprometan generosamente contigo en tu Iglesia, y que no tengan miedo de «ir contracorriente» frente a un mundo que les propone falsos caminos de felicidad, como son el tener, el poder y el placer impuro. Haz que esta querida Arquidiócesis de Piura se vea bendecida con el aumento de nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.
“Señor de los Milagros”, Piura ha sufrido mucho este año con las lluvias. Por eso te pedimos que alejes de nosotros las lluvias devastadoras que generan inundaciones, muerte de inocentes, pérdidas de nuestras casas, cosechas, pesca, ganado, y bienes, y que tengamos en las carreteras una viabilidad segura. Disipa nuestros temores y angustias, escucha nuestras súplicas, y protégenos de todo peligro y mal, presente y futuro. Ilumina y fortalece a nuestras autoridades, para que, impulsadas por el bien común, pongan todo de sí para que las obras de prevención, que tanto necesitamos, se realicen en beneficio de todos, pero especialmente de los más pobres.
Finalmente, “Señor de los Milagros”, te pedimos por la Paz del Mundo, en particular en Medio Oriente y en Ucrania. Con el Papa Francisco hoy también decimos: «La guerra, toda guerra en el mundo es una derrota. La guerra es siempre una derrota, es una destrucción de la hermandad humana». Por eso, Señor de los Milagros, ¡Danos Tú la Paz! ¡Enséñanos Tú la Paz! ¡Guíanos Tú hacia la Paz! Que así sea. Amén.
San Miguel de Piura, 28 de octubre de 2023
Fiesta del Señor de los Milagros
[1] Ver S.S. Francisco, El nombre de Dios es Misericordia, pág. 43.
[2] Ver S.S. Francisco, Audiencia General, 19-I-2022.
[3] S.S. Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2007, 21-XI-2006.
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