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¡JESÚS, EL NIÑO DE BELÉN, ES NUESTRA PAZ!

Arzobispo preside Santa Misa de Nochebuena

24 de diciembre de 2023 (Oficina de Prensa).- La noche de hoy, la Basílica Catedral de Piura se vio repleta de fieles piuranos que llegaron a participar de la Santa Misa de Nochebuena que nuestro Arzobispo Metropolitano, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., celebró en medio de un clima de profunda alegría navideña y de espíritu de adoración. Al inicio de la Eucaristía, que fue concelebrada por el R.P. Carlos Vargas Núñez y el R.P. Augusto Almeida Aquino, Rector y Vice Rector de nuestro Seminario Arquidiocesano, respectivamente, Monseñor Eguren descubrió e incensó la imagen del Niño Jesús, que fue colocada delante del altar, y a cuyos pies, un grupo de niños colocó hermosos arreglos florales y una canasta de ricas frutas propias de nuestra Región, esto como un gesto de nuestro profundo amor por Él. Al final de la Celebración Eucarística, nuestro Pastor llevó en procesión al Niño para colocarlo en el hermoso pesebre que se ha preparado al interior del templo catedralicio, donde oró y pidió al Divino Niño de Belén que nos otorgue el don de la Paz, para que sea acogido por cada persona en su corazón, por las familias, y por toda la sociedad. 

La Navidad es la alegre noticia de la Encarnación

Al iniciar su homilía, nuestro Pastor afirmó que: “La Navidad es la alegre noticia que Dios se ha encarnado y que el hombre ya no está solo. Es la buena noticia que Dios nos ama y que nos busca sin desmayo para salvarnos. Él ama tanto al hombre que por nosotros viene a la tierra y nace de María, la Virgen, en Belén de Judá. Dios nos ama tanto que viene al mundo para salvarnos, para acompañarnos, y así ser nuestro camino de felicidad y fuente de vida verdadera y eterna. En esta noche santa somos invitados a descubrirnos amados por Dios en Jesucristo su único Hijo. Navidad es el misterio de la Encarnación que reconcilia lo humano y lo divino, sanando las rupturas, fruto del pecado. A través de este misterio de gracia y amor, el Padre nos ha hecho hijos suyos en Cristo, su Unigénito, en quien recuperamos la semejanza perdida por culpa del pecado original, semejanza que nos hace capaces de ser nuevamente personas para el encuentro y la amistad con Dios-Amor, con nosotros mismos, con nuestros hermanos, y con toda la creación. No hay por tanto lugar para la tristeza a pesar de los problemas y dificultades que podamos tener. El sabernos amados por el Señor llena nuestra vida de confianza, seguridad y consuelo, llena nuestra vida de esperanza. El Señor viene a nosotros esta Navidad trayéndonos la verdadera alegría que vence todas las tristezas y dolores del mundo. Aquella alegría que llena la vida de felicidad y que el mundo es incapaz de darnos. Por eso, la Navidad es fiesta de alegría y gozo. En efecto, no puede haber lugar para la tristeza, cuando nace aquella Vida que viene a destruir el temor de la muerte, y a darnos la esperanza de una existencia feliz y de una eternidad dichosa”.  

Como los pastores, adoremos al Niño de Belén y llevémosle el regalo de nuestra fe

En otro momento, Monseñor Eguren recalcó: “El día Santo de Navidad, los invito a reunirnos en torno al pesebre, para dirigir nuestra mirada y oración a Aquel que nace para redimirnos y liberarnos de las sombras de muerte en las que yacemos. Como los Pastores y los Reyes Magos, llevémosle al Niño Dios todo lo que somos: Nuestras alegrías y también nuestras tristezas, nuestros aciertos y errores. También nuestras heridas aún no curadas, incluso nuestros pecados para que Él los perdone y haga de nosotros hombres nuevos, porque Él viene a hacer nuevas todas las cosas. Él nos está buscando, nos está esperando, y solamente nos pide el pequeño paso de la buena voluntad, el paso del humilde reconocimiento de que lo necesitamos. En Navidad, es común que intercambiemos regalos entre nosotros. Pero en esta fiesta santa, no sólo deberíamos pensar en aquello que vamos a regalarnos los unos a los otros, sino, sobre todo, en aquello que vamos a regalarle al Niño Dios, es decir, a Jesús, que nace para ser el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. ¿Qué regalo le ofreceremos al Niño Dios? Él espera de nosotros el regalo de todo nuestro ser por medio de nuestra fe en Él. Por ello, en Nochebuena digámosle a Jesús recién nacido: «Creo en Ti, oh mi Buen Jesús. Te amo, te regalo mi corazón, mi vida entera, todo mi ser. Te confieso y te acojo como mi Salvador y Señor, porque fuera de Ti, no hay vida feliz, no hay salvación»”.

¡Él es nuestra paz!

Nuestro Arzobispo nos animó, además, a que pidamos al Niño Jesús, nos brinde el don de la paz: “Queridos hermanos, dejemos que la gloria de Dios que cantan los ángeles en este día santo nos envuelva y llene nuestros corazones de gozo y de confianza. De nuestra parte sólo hace falta una cosa para que nuestras vidas y el mundo se transformen: Acoger con fe y amor al Niño que duerme esta noche en el regazo de su Madre, Santa María. Que el Niño-Luz nacido en Belén, introduzca en el mundo dominado por las tinieblas el don de la paz y la gracia, el reino de la Verdad y el Amor que todo lo hace nuevo. Si hay alguna palabra que pueda ayudarnos a comprender el sentido de la Navidad, ésta es, sin lugar a duda, la palabra «paz». Lamentablemente, el mundo está viviendo hoy en día una grave carestía de «paz», y nuestra amada Patria, el Perú, no es la excepción.  Pero, la «paz», no es una mera ausencia de guerra, de contienda, o de conflicto. Ella brota más bien cuando en la vida personal, social, y entre las naciones, impera la verdad, la confianza, el respeto mutuo, la ayuda, la transparencia, la justicia, la fraternidad, y la búsqueda conjunta por el bien común. La Navidad, hace surgir en nosotros el deseo por la «paz». Queridos hermanos: En el pesebre yace el Señor Jesús, el Hijo de Dios y de María Santísima. ¡Él es nuestra paz! Él ha anunciado la paz a los de lejos y a los de cerca. Tengamos el atrevimiento que nos da la fe, de pedir hoy al Niño Jesús, el Príncipe de la Paz, que en el mundo entero y especialmente en nuestro País se destierre toda forma de violencia. Necesita urgentemente de la Paz de Cristo, y ésta sólo puede encontrarse donde haya hombres dispuestos a apartarse del pecado. El Niño Dios que es tan amoroso y condescendiente con nosotros, no nos negará nada y nos dará más de lo que con humildad le pedimos”.

Finalmente, Monseñor Eguren dijo: «Una Feliz y Santa Navidad para todos. ¡Feliz Navidad a todos en Piura y Tumbes! ¡Que Jesús, María y José bendigan a nuestras familias y a todos los Niños, tanto los por nacer como los ya nacidos! ¡Qué el Niño Dios que hoy nace por nosotros y para nosotros, nos renueve en la esperanza y en la alegría de vivir».

Puede ver la transmisión de la Santa Misa de hoy AQUÍ

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