GRACIAS, PAPA FRANCISCO, ¡POR TU LEGADO!
Mons. Guillermo Elías preside Santa Misa por el eterno descanso del Papa Francisco
23 de abril de 2025 (Oficina de Prensa). – Una multitud de Piuranos se dieron cita en la Basílica Catedral de Piura para participar junto a nuestro Administrador Apostólico Mons. Guillermo Elías Millares, de la Santa Misa que fue especialmente ofrecida en acción de gracias al Señor por el don de la vida del Papa Francisco. Un Papa cercano a la gente que ha abierto puertas y caminos. Damos gracias por su vida al servicio de la Iglesia y rezamos por él.
Durante su Homilía, nuestro Administrador Apostólico dijo: “Las palabras de Pedro, en el día de Pentecostés, debieron tener una fuerza extraordinaria. Que, sin duda, fueron dichas con tal sinceridad y tal intensidad que, como dice el texto, “traspasaron el corazón” de sus oyentes. Estas fueron palabras tan llenas de fuerza y tan bien dichas, que llegan al alma. Todo ese discurso debió ser tan impactante que sus oyentes se sintieron impelidos a preguntar qué tenían que hacer. Una realidad que ha de comenzar por el bautismo, a través del cual les serán perdonados los pecados. Con ese bautismo y ese perdón, recibirán al Espíritu Santo. Hechos que introducen al cristiano en una vida nueva: la del evangelio de Jesús, donde el Espíritu conduce y guía a sus fieles, cuando éstos se dejan acompañar por su fuerza”.
Monseñor Guillermo destacó ademas que: “Pedro, con el entusiasmo propio de un temperamento primario, expresó toda su experiencia vivida en la Resurrección de Jesús, se siente apasionado al proclamar la Buena Nueva de Jesús y seguir sus pasos. Tras esos primeros momentos de entrada en la Iglesia naciente, urge la necesidad de apartarse de la generación perversa. Es decir, apartarse del mal, en toda su dimensión, y apartarse, también, de los malos. Como aquella Iglesia naciente, nosotros hemos de aprender a vivir el ser cristianos, cada vez con más intensidad y hacer el bien que podamos, dejando de lado al mal. Es la forma de que ese mal no anide ni en nosotros, ni en nuestras vidas».
Nuestro Pastor recalcó adempas que: «María Magdalena, a quien primero se aparecerá Jesús, ha llegado al sepulcro. Allí se encuentra con dos ángeles que ocupan el lugar donde ha estado el cuerpo de Jesús y al ver su llanto le preguntan por qué llora. Busca a Jesús y no lo encuentra. Ella cree haber perdido a Jesús para siempre. Por eso, ante la reiteración de la pregunta: “¿Por qué lloras?” responde con esos tres “lo”. “Si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré”. Da por sentado que su labor ahora es llevarse el cuerpo de Jesús. El que ella cree es el jardinero, es el mismo Jesús que con cariño pronuncia su nombre y ante la voz familiar ella siente renacer otra vez la ilusión de vivir junto a Jesús. Qué sorpresa la suya. Ese jardinero no es otro que el mismo Jesús. Debió tirarse a sus pies, de emoción y de reconocimiento. Jesús la reprende y le encomienda un mensaje que se convierte en una misión: ve y anuncia a los apóstoles que Jesús, resucitado, sube al Padre, el suyo que, a la vez, es el nuestro. En esta octava de pascua debemos nosotros también preguntarnos, ¿Que me viene significando la pascua en mi vida?, ¿He redescubierto quien es Jesús?».
Nuestro Pastor, reflexionando en el mensaje del Evangelio, acotó: «Ella salió corriendo, llena de alegría, a hacer lo que el corazón y Jesús el pedían: anunciar a los discípulos que había visto al Señor. Proclama, que ese Jesús, que había sido ajusticiado por los romanos, muriendo en una cruz, ella lo había encontrado cuando buscaba su cuerpo en el sepulcro. Esa fue la misión de María Magdalena; fue la de los apóstoles y es también la nuestra. Todo cristiano, no es sino un testigo que manifiesta con su vida y con su palabra que Cristo sigue vivo porque ha resucitado. Pero para poderlo testificar hay que primero experimentarlo. Es la misión que nos toca renovar en este tiempo de Pascua. Cuando todavía resuena en nosotros el testimonio vivo de quienes la vivieron y por él dieron la vida, debe llegar a nosotros esa necesidad. Cristo sigue vivo si tú y yo somos capaces de vivir coherentemente nuestra fe».
Monseñor Guillermo destacó también la figura y legado del Papa Francisco: «Desde entonces, anunciar a Jesús resucitado ha sido responsabilidad de todos los cristianos. Nos toca hoy a nosotros, aunque con frecuencia se nos olvide. Y eso es lo que hizo el Papa Francisco con tanto esfuerzo y tenacidad. Del sur de América surgió un gran hombre y se elevó hasta la más alta cumbre, rompió protocolos, con su acento argentino; era un hombre sencillo, sin grandeza y sin lumbre. No vino de palacios, ni cátedras doradas, vivía entre la gente que sufre, llora y sueña. vino de calles vivas y parroquias pobladas, y a todos enseñó que el amor no desdeña. Como un hombre sencillo, con mirada serena, soñaba con una Iglesia cercana y valiente. Tenía en su pecho un fuego que quema, cargaba en el alma el dolor de su gente».
Nuestro Pastor recalcó que: «Fue el primer Papa no europeo, signo de la aurora de un nuevo día. Su amor y su voz abrazó la periferia, su fe encendió la esperanza fría. No llegó con laureles, ni discursos vacíos, sino con Evangelio y gestos sencillos. Nos dijo que Cristo vive en medio del pueblo. Y no en los lujosos y fríos castillos. Teólogo del pueblo, sin trono ni corona, su palabra profética fue espada afilada. Su vida, un preclaro testimonio; su saber no fue libro, sino vida encarnada. Clamó por los pobres y defendió al pequeño, habló de migrantes y del planeta herido. Con voz enérgica denunció las mentiras de un mundo global que ha perdido el sentido».
Asimismo, dijo que: «Francisco fue nombre y también profecía, de un mundo mejor donde se ame la vida. Nos invitó a amar al hermano, al sol y a la luna, como el de Asís, que amó sin medida. No toleró sombras, ni doble discurso, y puso freno al abuso con bravura. Lloró con las víctimas, rompió el silencio, limpió las heridas con amor y ternura. Soñó con una Iglesia diferente: Un Iglesia en salida, manchada y herida. prefirió el riesgo valiente de la fe, que una iglesia encerrada y envejecida».
Finalmente, el Pastor de Piura y Tumbes agraceció al Papa Francisco por su entrega y servicio: «Gracias, Papa Francisco, por tu legado, por mostrar que otra Iglesia es posible. Gracias por tu elocuente testimonio, gracias por tu gesto, y tu palabra creíble. Gracias Papa Francisco por tu entrega, gracias por quitar la levadura vieja, gracias por ser un hombre sin doblez, gracias por ser un pastor con olor a oveja. Trabajemos para que nunca desaparezca de nuestro horizonte esa luz que ha de iluminar nuestro camino. Ese debe ser nuestro compromiso. Sigamos alegrándonos con la resurrección de Jesús y proclamemos la bondad de Dios cantando con alegría el ¡Aleluya! que entona la Iglesia por todos los lugares de nuestra Arquidiócesis y el Mundo entero».