Ejercicios Espirituales del Clero Arquidiocesano
Ejercicios Espirituales Anuales: “Llamados a caminar juntos en una misión compartida”
Del 25 al 29 de agosto, se lleva a cabo el retiro espiritual del clero arquidiocesano, un espacio de profunda reflexión y renovación interior en el que participan 63 sacerdotes, acompañados por su Administrador Apostólico Monseñor Guillermo Elías Millares. Esta significativa jornada de cinco días busca fortalecer el compromiso pastoral y la vida espiritual de quienes entregan su vocación al servicio del pueblo de Dios.
La dirección del retiro está a cargo del P. Emilio González, sacerdote de la Compañía de Jesús, doctor en Teología por la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, Prelado Teólogo del Dicasterio de la Penitenciaría Apostólica y actualmente en servicio en Roma. Su presencia ha sido especialmente valiosa al brindar meditaciones y temas que cada sacerdote profundiza individualmente, generando un proceso de discernimiento personal y comunitario, durante toda esta semana.
Estos días de retiro no solo ofrecen un espacio de silencio y oración, sino también de comunión entre los miembros del presbiterio arquidiocesano. Se trata de un momento para renovar el fervor apostólico, reorientar la misión y abrir el corazón a la acción del Espíritu Santo, elementos clave en la vida del ministro ordenado.
Oremos por nuestros sacerdotes de las diferentes vicarías arquidiocesanas.
«El sacerdote debe ser hombre de oración, para que su acción no sea solo humana, sino verdaderamente fecunda por la gracia». En este sentido, retiros como este son fundamentales para revitalizar la vida interior del clero, sostener su fidelidad en el ministerio y promover una pastoral más cercana, auténtica y comprometida.
Es por ello que como Iglesia local, oramos cada uno de ellos, para que sigan teniendo espacios de acompañamiento y formación permanente.
«Oh Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, guarda a tus sacerdotes bajo la sombra de tu Corazón. Protégelos en el peligro, confórtalos en sus fatigas, sosténlos en su fidelidad, defiéndelos de las asechanzas del maligno. Que su palabra sea siempre viva, eficaz y llena de tu Espíritu. Y que, por ellos, se extienda en el mundo tu Reino de amor y de paz. Amén.»