HOMILÍA EN LA FIESTA DE SAN JOSEMARÍA ESCRIVA DE BALAGUER
Agradezco a Dios y a la Universidad de Piura por concederme presidir esta Santa Misa con ocasión de la Fiesta de San Josemaría, Fundador del Opus Dei y Fundador y Primer Gran Canciller de esta querida casa de estudios.
Saludo con especial afecto al Excelentísimo y Magnífico Señor Rector de la Universidad de Piura, Doctor Antonio Abruña Pujol, a su Capellán Mayor, Reverendo Padre Ricardo González Gatica, a los Sacerdotes de la Obra presentes, al claustro de profesores, alumnos y trabajadores de la Universidad, así como a los numerarios, supernumerarios, amigos y bienhechores del Opus Dei.
Quisiera reiterarles mis más sinceras felicitaciones por su reciente Jubileo de Bodas de Oro. En esta obra de Dios que es la Universidad de Piura se ha cumplido lo que canta el Salmo: “El Señor, vuelve el desierto en estanques de aguas, y la tierra seca en manantiales” (Sal 107, 35).
La vida de la Iglesia siempre ha estado unida al quehacer universitario. Los historiadores son unánimes en reconocer que las universidades nacieron en el seno de la Iglesia. Por eso no sorprende ver que en el nacimiento de la Universidad de Piura tuviera activa participación, Monseñor Erasmo Hinojosa Hurtado, primer Arzobispo de Piura. Fue una carta suya dirigida a San Josemaría, y posteriores contactos con el Santo, los que finalmente lograron, con la gracia de Dios, que el Opus Dei viniera a nuestra Ciudad a desarrollar una labor universitaria.
En estos cincuenta años la Universidad de Piura ha contribuido al desarrollo integral de nuestra Región como pocas instituciones entre nosotros, sobre todo fomentando el derecho fundamental de la persona humana a madurar su propia inteligencia y libertad a través de la búsqueda y el conocimiento de la verdad. Hoy es un centro cultural de primer orden al servicio de la Iglesia, de Piura, y del Perú.
El sueño de San Josemaría se ha hecho realidad en ustedes: Ser agua vivificadora en las mentes, corazones y vida de todos nosotros. Por delante tienen un hermoso camino por recorrer, el cual se desplegará fecundo si viven siempre con pasión la verdad de Dios y del Hombre, verdad que sólo el Señor Jesús revela en plenitud. Así seguirán formando mejores personas, mejores profesionales, como reza vuestro lema institucional.
La UDEP destaca por su formación de hombres doctos, con un profundo sentido cristiano de la vida, porque como enseña San Josemaría, “el mayor enemigo de Dios es la ignorancia”.
Efectivamente San Josemaría consideraba que la mayor parte de los males del mundo provienen de la ignorancia; sobre todo de la ignorancia religiosa.
La mayor obra de misericordia será, muchas veces, la de enseñar las verdades que salvan. San Josemaría decía que la Obra de Dios “es una gran catequesis”, y no se cansaba de insistir en la necesidad de emplear todos los medios lícitos para hacer llegar a los hombres las verdades del Evangelio, a semejanza de Jesús que anunciaba sin césar el Reino de Dios.
Al cumplir este deber de enseñar las verdades de nuestra Fe, estamos cumpliendo el mandato de Cristo: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.” (Mt 28, 19-20).
Como solía decir el Santo de lo Ordinario: “Piadosos, pues, como niños: pero no ignorantes, porque cada uno ha de esforzarse, en la medida de sus posibilidades, en el estudio serio, científico, de la fe; y todo esto es la teología. Piedad de niños, por tanto, y doctrina segura de teólogos” (Es Cristo que pasa, n. 10).
El afán por conocer la doctrina cristiana, está movido, en primer lugar por el deseo de conocer y amar a Dios, y además por el anhelo de alcanzar la plena significación del sentido de la propia vida y del mundo en el que vivimos que es obra del Creador.
Quisiera finalmente unirme a la alegría de todos ustedes por la reciente beatificación de la numeraria del Opus Dei, Guadalupe Ortiz de Landázuri, quien se ha convertido en la primera fiel laica de la Obra que llega a los altares, beatificación celebrada el pasado 18 de mayo en Madrid, en el aniversario de su primera comunión.
Quién dice por tanto que la mujer esta postergada o relegada en la Iglesia esta equivocado. Como nos recuerda el Santo Padre: “La Iglesia reconoce el indispensable aporte de la mujer en la sociedad, con una sensibilidad, una intuición y unas capacidades peculiares que suelen ser más propias de las mujeres que de los varones” (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, n.103).
Como bien ha afirmado el Prelado del Opus Dei, Monseñor Fernando Ocáriz con ocasión de esta beatificación: “Guadalupe supo encontrar a Dios en el desempeño cotidiano de su labor científica y docente, en las distintas tareas de formación y gobierno que san Josemaría le encomendó, y en la enfermedad, llevada con gran espíritu cristiano”.
Una nueva vida de santidad confirma el carisma suscitado por el Espíritu Santo a través de San Josemaría para bien de toda la Iglesia: Que la santidad se puede alcanzar a través de nuestro trabajo profesional y el cumplimiento de nuestros deberes ordinarios cuando los transformamos en ocasión de amar y servir con alegría y sencillez a Dios, a la Iglesia y a los hermanos, imitando así al Señor Jesús, que llevó una vida de trabajo: Primero en los años de Nazaret, en el taller de artesano de San José, y luego, en la infatigable labor de anunciar el Evangelio, en su vida pública, y hasta en lo alto de la Cruz, donde entregó su espíritu, después de haber cumplido plenamente lo que el Padre le encargó realizar.
Por ello el día de hoy que celebramos a San Josemaría hagamos todos, el propósito de “santificar el trabajo, santificarnos en el trabajo y santificar con el trabajo”, como él solía repetirlo y enseñarlo sin cansancio.
Que así sea. Amén.
Fiesta de San Josemaría Escrivá de Balaguer, Presbítero y Fundador