Oraciones de los Padres de la Iglesia
A LA MADRE DE DIOS
Te saludamos, María, Madre de Dios, tesoro venerable de toda la tierra, lámpara inextinguible, corona de la virginidad, cetro de la verdadera fe, templo indestructible, lugar que abarca lo inabarcable, Madre y Virgen. Por ti en los santos Evangelios es bendecido el que viene en el nombre del Señor. Salve, tú que has abarcado al inabarcable en tu santo seno virginal.
Por ti es santificada la Trinidad; por ti es honrada y adorada la cruz en todo el mundo; por ti exulta el cielo; por ti se alegran los ángeles y los arcángeles; por ti son puestos en fuga los malos espíritus; por ti es precipitado del cielo el demonio; por ti asciende al cielo la creatura caída.
Por ti llega al conocimiento de la verdad la creación entera, prisionera de la idolatría; por ti viene el santo bautismo a los creyentes; por ti el óleo de la alegría; por ti se fundan Iglesias en todo el mundo; por ti las naciones son conducidas a la conversión.
Y ¿para qué decir más? Por ti el Hijo primogénito del Padre ha brillado como una luz para que los que yacen en tinieblas y en sombras de muerte; por ti han profetizado los profetas; por ti anuncian los apóstoles la salvación a los pueblos; por ti resucitan los muertos; por ti reinan los reyes.
(San Cirilo de Alejandría)
SÚPLICA A MARÍA
A Jesús como a mi Hacedor, a ti, María, como a Madre de nuestro Hacedor; a Él como Señor de las virtudes, a ti como sierva del Señor de todas las cosas; a Él como a Dios, a ti como a Madre de Dios, a Él como a mi Redentor, a ti como a obra de mi redención. Porque lo que ha obrado en mi redención, lo ha formado en la verdad de tu persona. El que fue hecho mi Redentor fue hecho Hijo tuyo. El que fue precio de mi rescate tomó de tu carne su cuerpo mortal, con el cual suprimirá mi muerte; sacó un cuerpo mortal de tu cuerpo mortal, con el cual borrará mis pecados que cargó sobre sí; tomó de ti un cuerpo sin pecado; tomó de la verdad de tu humilde cuerpo mi naturaleza, que él mismo colocó en la gloria de la mansión celestial sobre los ángeles como mi predecesora a tu reino.
Por eso soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Por eso tú eres mi señora, porque eres sierva de mi Señor. Por eso yo he sido hecho siervo, porque tú has sido hecha Madre de mi Hacedor.
Te suplico, Virgen Santa, que yo reciba a Jesús de aquel Espíritu de quien tú engendraste a Jesús; que mi alma reciba a Jesús con aquel Espíritu por el cual tu carne recibió al mismo Jesús. Por aquel Espíritu que me sea posible conocer a Jesús, por quien te fue posible a ti conocer, concebir y dar a luz a Jesús. Que exprese conceptos humildes y elevados a Jesús en aquel Espíritu en quien confiesa que tú eres la sierva del Señor, deseando que se haga en ti según la palabra del ángel.
Que ame a Jesús en aquel Espíritu en quien tú lo adoras como Señor y lo contemplas como Hijo. Que tema a este mismo Jesús tan verdaderamente como verdaderamente él mismo, siendo Dios, es obediente a sus padres.
(San Idelfonso)
PLEGARIA A LA VIRGEN
Señora mía, dueña mía. Madre de mi Señor, sierva de tu Hijo,
engendradora del que creó el mundo,
a ti te ruego, te oro y te pido
que tenga el espíritu de tu Señor,
que tenga el espíritu de tu Hijo,
que tenga el espíritu de mi Redentor,
para que yo conozca
lo verdadero y digno de ti
y para que ame
todo lo que sea verdadero y digno de ti.
Tú eres la elegida por Dios,
recibida por Dios en el cielo,
llamada por Dios,
próxima a Dios e íntimamente unida a Dios.
Tú visitada por el ángel,
saludada por el ángel,
bendita y glorificada por el ángel,
atónita en tu pensamiento,
estupefacta por la salutación
y admirada por la enunciación
de las promesas.
Escuchas que has encontrado
gracia ante Dios,
se te manda que no temas,
se te confirma en tu confianza,
se te instruye con el conocimiento
de los milagros
y se te conduce a la gloria
de un nuevo milagro nunca oído.
Sobre tu prole es advertida tu pureza,
y del nombre de la prole
tu virginidad certifica:
se te predice que de ti ha de nacer el Santo,
el que ha de ser llamado hijo de Dios
y de modo milagroso se te da a conocer
el poder que tendrá el que nacerá de ti…
He aquí que tú eres
dichosa entre las mujeres,
señora entre las doncellas,
reina entre las hermanas.
He aquí que desde ese momento
te dicen feliz todas las gentes,
te conocieron feliz las celestiales virtudes,
te adivinan feliz los profetas todos
y celebran tu felicidad todas las naciones.
Dichosa tú para mi fe,
dichosa tú para mi alma,
dichosa tú para mi amor,
dichosa tú para mis predicciones y predicaciones.
Te predicaré cuanto debes ser predicada,
te amaré cuanto debes ser amada,
te alabaré cuanto debes ser alabada,
te serviré cuanto hay que servir a tu gloria.
Tú, al recibir sólo a Dios
eres posterior al hijo de Dios;
tú, al engendrar a un tiempo
a Dios y al hombre hijo,
al cual, al recibirle solamente al venir,
recibiste a Dios por huésped,
y al concebirle tuviste por morador,
al mismo tiempo,
al hombre y a Dios.
En el pasado eres limpia para Dios,
en el presente tuviste en ti
al hombre y a Dios,
en el futuro serías madre
del hombre y de Dios;
alegre por tu concepción y tu virginidad,
contenta por tu descendencia y por tu pureza
y fiel a tu Hijo y a tu esposo.
(San Idelfonso)
HIMNO LITÚRGICO
Tú eres glorificada por toda criatura,
por los coros de los ángeles
y de los hombres,
¡Oh llena de gracia!
¡Templo santo!
¡Paraíso espiritual!
¡Alabanza virginal!
De ti tomó Dios su carne humana.
Aquél que, desde siempre, es nuestro Dios,
se hizo niño pequeño.
De tus entrañas hizo un trono.
Hizo tu vientre más suntuoso que los cielos.
(San Basilio Magno)