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«UN HIJO ES SIEMPRE UN DON»

22 de marzo de 2024 (Oficina de Prensa).- Bajo el lema “Un hijo es siempre un don”, la Comisión Episcopal de Familia, Infancia y Vida de la Conferencia Episcopal Peruana, ha publicado un mensaje con ocasión del “Día del Niño por Nacer” – 2024 que se celebra en todo el Perú, cada 25 de marzo, por Ley del Congreso Nacional N° 27654 aprobada en el año 2002 con el fin de proteger la vida humana desde la concepción.

A continuación, el texto completo del Mensaje por el Día del Niño por Nacer de este año:

«UN HIJO ES SIEMPRE UN DON»

En este Día del Niño por Nacer, recordemos con gratitud el regalo divino de la vida desde su concepción hasta la muerte natural. La enseñanza católica nos guía a proteger y valorar cada vida como un don sagrado, reflejo del amor de Dios. Que nuestro compromiso con la defensa de la vida sea firme y lleno de compasión, inspirándonos en la fe para construir un mundo donde cada ser humano sea respetado y amado desde el principio hasta el final de su existencia. “Un hijo es siempre un don” nos dice el Santo Padre Papa Francisco.

En el Día del Niño por Nacer, reflexionemos sobre la sacralidad de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural, guiados por los principios fundamentales de la fe católica. La Iglesia enseña que cada ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios, dotado de dignidad intrínseca desde el momento de la concepción. Este día nos invita a profundizar en la comprensión y aprecio de este regalo divino. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda en el párrafo 2270 que “La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción”. Este principio se basa en el fundamento bíblico que reconoce el acto creativo de Dios en la formación de cada individuo. El Salmo 139:13-16 celebra esta maravillosa creación divina, proclamando: “Tú creaste mis entrañas; me hiciste en el seno de mi madre. Te doy gracias porque me has hecho de manera asombrosa y maravillosa”. La enseñanza católica subraya que la vida es un don que no solo debe ser respetado, sino también cuidado y protegido. En el documento Evangelium Vitae, el Papa Juan Pablo II destacaba la responsabilidad de toda la sociedad en la defensa de la vida: “La vida humana impone deberes que deben ser cumplidos con la mayor diligencia. La vida es un don de Dios, y quienquiera que intente destruirlo está desafiando al Creador”; (EV, 27).

Al celebrar el Día del Niño por Nacer, no podemos pasar por alto la importancia de apoyar a las madres en situaciones difíciles. La Iglesia aboga por ofrecer alternativas que respeten la vida y promuevan el bienestar de la madre y el niño. El respeto por la vida no se limita a la concepción, sino que abarca toda la existencia. La Carta Encíclica Caritas in Veritate destaca la interconexión entre el respeto por la vida y la promoción del desarrollo humano integral. La vida, desde su inicio hasta su fin natural, está intrínsecamente relacionada con el misterio de la creación divina. En el Génesis 1:27 leemos: “Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Este pasaje subraya la igual dignidad de cada ser humano, independientemente de su etapa de desarrollo. Celebrar el Día del Niño por Nacer es reconocer y honrar esta imagen divina en cada persona. La defensa de la vida humana no se limita a la etapa prenatal; se extiende hasta la muerte natural. La Iglesia aboga por el respeto a la dignidad de la vida en todas las etapas. La Encíclica Evangelium Vitae recalca que; “La vida es siempre un bien”; y que “la cultura de la vida debe abrazar también la ancianidad”; (EV, 38). Cada vida, independientemente de su fase, merece ser tratada con amor y cuidado. En el Día del Niño por Nacer, renovemos nuestro compromiso con la cultura de la vida. Recordemos las palabras del Papa Francisco, quien ha instado a defender la vida en todas sus etapas, desde el inicio hasta su término natural. La vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, es un regalo divino que requiere nuestro respeto y protección. Que la celebración de este día nos inspire a ser defensores apasionados de la vida, siguiendo el ejemplo de Jesús, quien nos enseña el valor sagrado de cada ser humano. Que podamos construir una sociedad que abrace y proteja la vida en todas sus manifestaciones, reconociendo la luz divina que brilla en cada persona, desde el momento de la concepción hasta su entrada en la eternidad. En este Día del Niño por Nacer, elevamos nuestras voces para defender con firmeza la sacralidad de la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural, guiados por los principios fundamentales de nuestra fe. La enseñanza de la Iglesia es clara y contundente: cada vida es un don de Dios, un testimonio su amor creador. Desde los primeros versículos del Libro del Génesis, la Biblia nos revela que somos creados a imagen y semejanza de Dios. “Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”; (Génesis 1:27). Este pasaje nos recuerda la dignidad intrínseca de cada ser humano, un reflejo directo del Creador.

Celebrar el Día del Niño por Nacer es reconocer y honrar esta imagen divina en cada vida que comienza su camino en el seno materno. La Iglesia, a lo largo de los siglos, ha afirmado la inviolabilidad de la vida humana desde la concepción. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña en el párrafo 2270 que; “La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción”; Este respeto por la vida se basa en la comprensión de que cada ser humano es amado y conocido por Dios incluso antes de su nacimiento, como se expresa en el Salmo 139:13-16. En la sociedad actual, el flagelo del aborto se presenta como una amenaza directa a la vida de los más vulnerables. La Iglesia condena enérgicamente esta práctica, como nos decía con claridad San Juan Pablo II en la Evangelium Vitae: “La vida es siempre un bien. Este es un hecho evidente, aunque no todos lo acepten”; La maldad del aborto reside en el rechazo de este bien supremo, en la negación del valor intrínseco de la vida de todo ser humano, y en la interrupción de la obra creadora de Dios. Al denunciar el aborto, no solo expresamos nuestra posición desde la fe, sino que también nos unimos a la defensa de los derechos más básicos e inalienables. La Declaración Universal de Derechos Humanos reconoce el derecho a la vida como el primero y más fundamental de todos. En nuestra lucha contra la maldad del aborto, abogamos por el respeto a este derecho inherente a cada ser humano desde la concepción hasta su fin natural.

El Día del Niño por Nacer nos llama a ser voz de los que no tienen voz, defensores de los indefensos. La cultura de la muerte, que promueve el aborto como una opción, contrasta directamente con los valores cristianos. La Encíclica Evangelium Vitae señala que; “La elección deliberada de destruir una vida humana inocente es siempre moralmente mala y nunca puede ser lícita; (EV, 62). Abogar por la vida es abogar por la justicia y la compasión. En medio de las controversias y presiones sociales, recordemos las palabras del Papa Francisco, quien nos insta a ser; defensores decididos de la vida; y a rechazar la cultura del descarte. Celebrar el Día del Niño por Nacer es comprometerse a construir una cultura de la vida donde cada persona, sin importar su fase de desarrollo, sea respetada, amada y protegida. Es así también que el Santo Padre nos recuerda que “son las instituciones, sociales y políticas, las que tienen el deber fundamental de proteger y promover la dignidad de todo ser humano, ofreciendo a las mujeres, portadoras de vida, las condiciones necesarias para poder acoger el don de la vida y asegurar a sus hijos una existencia digna.”; Que, en este día, nuestra fe se traduzca en acción, en la defensa activa de la vida humana. Que inspiremos cambios significativos en la sociedad, recordando siempre que la vida es un don divino que debe ser resguardado y valorado. Que nuestras palabras y acciones reflejen el amor de Cristo, que es la fuente última de nuestra esperanza y la razón fundamental para abrazar y defender cada vida desde la concepción hasta la muerte natural.

Encomendemos esta labor de defensa de la vida a nuestra Santa Madre María y pidamos que guarde a cada niño por nacer y a sus padres en su Inmaculado Corazón.

Puede descargar al archivo PDF conteniendo el Mensaje de este año AQUÍ

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