MONS. GUILLERMO ELIAS INICIÓ LAS CELEBRACIONES DE LA SEMANA SANTA EN TUMBES
Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
13 de abril de 2025 (Oficina de Prensa).- Nuestro Administrador Apostólico Mons. Guillermo Elías Millares, llegó hasta Tumbes, para iniciar las celebraciones de la Semana Santa, con el Domingo de Ramos. Una multitud de fieles se dieron cita en la Capilla “Cruz Misionera” en el Barrio “El Recreo” para participar de la bendición de los Ramos y luego acompañar el procesional hacia la Parroquia “San Nicolás de Tolentino”, donde se realizó la Santa Misa, mientras todos agitaban sus palmas y ramos, conmemorando así la entrada triunfal del Señor Jesús en Jerusalén.
Un gesto muy significativo fue que, durante todo el recorrido de peregrinación, diferentes grupos parroquiales, formados por adultos mayores, jóvenes, familias y niños, llevaron la Cruz Jubilar, que les fue entregada por nuestro Pastor durante la inauguración del Año Santo de la Esperanza, y daban la bienvenida al paso del Señor Jesús, con signos muy propios de la cultura y tradición tumbesina como, por ejemplo, ramos elaborados con hojas plátano, ramas de limón y hierbas de arroz, en lugar de los ramos de olivo y palmeras. Durante su participación, nuestros adultos mayores pidieron al Señor que llene sus corazones de alegre esperanza para que comprendan que todavía tienen una misión que cumplir, y que los ayude a ver los acontecimientos terrenos con más sabiduría, para fortalecer a las generaciones que los siguen. Por su parte, las familias pidieron al Señor que les enseñe a subir a la Cruz con Él para que su gracia las convierta porque son muchos los enemigos que se levantan contra el matrimonio y la familia. Pidieron además que les permita ser parejas que amen y generen vida, padres que realicen con seriedad la misión educadora e hijos que acojan y practiquen el honrar a sus padres y a sus madres. Los jóvenes salieron a acompañar a Jesús en su entrada triunfante y le pidieron que sea su fuerza y esperanza, para que los ayude a seguirlo, mostrando la alegría fresca del Evangelio para transformar a muchos jóvenes que viven a oscuras e iluminar con su juventud a muchos que han perdido ese frescor. Finalmente, los niños colocaron hermosas telas en el camino y arrojaban pétalos de flores al paso del Señor.
Frente a las imponentes puertas de la Parroquia, nuestro Administrador rezó el Salmo: ¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las puertas eternales: va a entrar el Rey de la gloria. Y acompañado de toda la asamblea ingresó al templo para celebrar juntos la Eucaristía. Durante su homilía Monseñor Guillermo destacó que el Señor: “En un momento específico, durante la crucifixión, cuando siente que los clavos le perforan las muñecas y los pies. Intentemos imaginar el dolor profundo que eso provocaba. Allí, en el dolor físico más agudo de la pasión, Cristo pide perdón por quienes lo están traspasando. En esos momentos, uno sólo quisiera gritar toda su rabia y sufrimiento; en cambio, Jesús dice: Padre, perdónalos. Sin embargo, a diferencia de otros mártires, que son mencionados en la Biblia (cf. 2 Mac 7,18-19), no reprocha a sus verdugos ni amenaza con castigos en nombre de Dios, sino que reza por los malvados. Clavado en el patíbulo de la humillación, aumenta la intensidad del don, que se convierte en perdón. Queridos hermanos, pensemos siempre que Dios hace lo mismo con nosotros. Cuando le causamos dolor con nuestras acciones, Él sufre y tiene un solo deseo: poder perdonarnos”.
En otro momento, pidió: “Contemplemos al Crucificado. Miren como el perdón brota de sus llagas, de esas heridas dolorosas que le provocan nuestros clavos. Contemplemos a Jesús en la cruz, y pensemos que nunca hemos recibido palabras más bondadosas: Padre, perdónalos. Contemplemos a Jesús en la cruz y veamos que nunca hemos recibido una mirada más tierna y compasiva. Contemplemos a Jesús en la cruz y comprendamos que nunca hemos recibido un abrazo más amoroso. Contemplemos al Crucificado y digamos: «Gracias, Jesús, me amas y me perdonas siempre, aun cuando a mí me cuesta amarme y perdonarme». Allí, mientras es crucificado, en el momento más duro, Jesús vive su mandamiento más difícil: el amor por los enemigos. Les pido a todos ustedes en este momento cierren sus ojos y pensemos en alguien que nos haya herido, ofendido, desilusionado; en alguien que nos haya hecho enojar, que no nos haya comprendido o no haya sido un buen ejemplo… Cuánto tiempo perdemos pensando en quienes nos han hecho daño ¿cierto? Ahora también miremos dentro de nosotros mismos y aguantemos las heridas que nos han causado los otros, la vida o la historia. ¿es lo mismo? Hermanas y hermanos, hoy Jesús nos enseña a no quedarnos ahí, sino a reaccionar, a romper el círculo vicioso del mal y de las quejas, a responder a los clavos de la vida con el amor y a los golpes del odio con la caricia del perdón”.
Finalmente nos exhortó a que: “En esta semana acojamos la certeza de que Dios puede perdonar todo pecado. Dios perdona a todos, puede perdonar toda distancia, y puede cambiar todo lamento en danza (cf. Sal 30,12); la certeza de que con Cristo siempre hay un lugar para cada uno; de que con Jesús nunca es el fin, nunca es demasiado tarde. Con Dios siempre se puede volver a vivir. Ánimo, caminemos hacia la Pascua con su perdón. Porque Cristo intercede continuamente ante el Padre por nosotros (cf. Hb 7,25) y, mirando nuestro mundo violento, nuestro mundo herido, no se cansa nunca de repetir, y nosotros lo hacemos ahora con el corazón, en silencio, de repetir: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
Es importante destacar que la celebración del Domingo de Ramos es un momento clave en el calendario litúrgico cristiano que nos invita a meditar sobre la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Jesús renunció a las expectativas de un rey poderoso y se presentó como un Salvador humilde y manso. Recientemente, el Papa Francisco al entrar en la Basílica de San Pedro, en silla de ruedas, mostrando su fragilidad y su humanidad, ha dado al mundo un gesto muy significativo. En un mundo que valora el estatus y las apariencias, entrar como un siervo humilde revela que el verdadero poder reside en la capacidad de amar y servir a los demás. El Papa Francisco, al mostrarse vulnerable, nos invita a replantear nuestras nociones de autoridad y dignidad. Nos recuerda que, en la fragilidad, podemos encontrar una conexión más auténtica con quienes sufren y con los marginados de nuestra sociedad. En tiempos marcados por el egoísmo y la búsqueda del poder, tanto la entrada de Jesús en Jerusalén como la actitud del Papa Francisco nos llaman a revisar nuestras prioridades. La verdadera grandeza, según el Evangelio, se encuentra en la humildad y en la disponibilidad para servir.