Santa Misa Crismal
Locales

“Vive el Misterio que se pone en tus manos”

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Santa Misa Crismal18 de marzo (Oficina de Prensa).- En la mañana de hoy, en la Basílica Catedral de Piura, Mons. José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V. presidió la Santa Misa Crismal, en la cual los sacerdotes de la Arquidiócesis de Piura y Tumbes renovaron sus promesas sacerdotales “manifestando así su deseo de configurarse más íntimamente con el Señor Jesús y de cumplir con los sagrados deberes que por amor a Cristo y a la Iglesia aceptaron el día de su ordenación”.

En esta hermosa celebración litúrgica también fueron bendecidos los Óleos que se usarán en los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sagrado, Unción de los enfermos y en la Dedicación de las iglesias.

Santa Misa CrismalDurante su homilía Mons. Eguren se dirigió de manera muy especial a los sacerdotes: “Queridos hijos: “Vive el misterio que se pone en tus manos”… El hombre de hoy tiene sed de comunión, de recuperar la unidad perdida por el pecado; tiene sed de reconciliación. En una palabra tiene sed del “Señor Jesús, la misericordia del Padre”. Por ello les pido: sean ministros santos de la misericordia divina. Que en vuestra vida sacerdotal el “servicio del confesionario” ocupe siempre un lugar importantísimo. Es ahí donde se realiza de manera más plena nuestra “paternidad espiritual”. Dios cuenta con vuestra disponibilidad fiel para realizar prodigios extraordinarios de amor en el corazón de los creyentes. Sean por tanto dispensadores generosos y fieles de la reconciliación, sin atenuar las exigencias radicales de la Palabra de Dios, para que así nuestros hermanos hagan viva la experiencia de Cristo, el Buen Pastor, que va en busca de la oveja perdida y “cuando la encuentra, se la pone en los hombros lleno de alegría” (Lc 15,4-5).

Santa Misa CrismalQue la Eucaristía de hoy, sea ocasión preciosa para que a pesar del tiempo transcurrido desde nuestra ordenación sacerdotal, volvamos a fijar con ilusión y ardor nuestra mirada en Él y extendamos nuestras manos hacia Él. Dejemos que su mano nos sujete. Así no nos hundiremos como no se hundió el bueno de Pedro cuando fue al encuentro del Señor caminando sobre las aguas (ver Mt 14, 30)”.

En otro momento dijo: “Queridos Sacerdotes. Si queremos ser fieles y adherirnos cada vez más a Cristo y a la Iglesia, si queremos ser sacerdotes santos, no descuidemos nuestro amor filial a Santa María. Ella es para nosotros la guía segura que nos conduce a Cristo, la que nos enseña a amar y a servir auténticamente a la Iglesia y la que nos guía al Cielo, protegiéndonos de los peligros, los cansancios y desánimos”.

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