Divina Misericordia
Locales

La Divina Misericordia es la cara más auténtica del amor

Divina Misericordia17 Abril (Oficina de Prensa).- Con estas palabras inició Mons. José Antonio Eguren Anselmi SCV., su homilía con ocasión de celebrarse el pasado domingo 15 de abril la Fiesta de la Divina Misericordia. Monseñor Eguren celebró esta fiesta, que coincide con el II Domingo de Pascua, con dos celebraciones eucarísticas: una por la mañana en la Basílica Catedral de Piura, y otra por la tarde en la Parroquia de la Santísima Trinidad de Sullana. Ambas celebraciones contaron con una gran concurrencia de devotos.

El Arzobispo Metropolitano de Piura y Tumbes dijo con palabras tomadas del hoy Siervo de Dios Juan Pablo II, que “La Misericordia Divina es el límite que Cristo Resucitado ha impuesto al mal, cuyo causante y víctima resulta ser la persona humana. La fiesta de hoy, nos testimonia claramente que el mal nunca consigue la victoria definitiva. El misterio pascual que celebramos en este tiempo confirma que finalmente vence el bien; que la vida prevalece sobre la muerte y el amor triunfa sobre el odio”.

Divina MisericordiaMonseñor Eguren durante su homilía resaltó dos consecuencias importantes de esta fiesta: “La fiesta de hoy nos recuerda el pecado del hombre, su fragilidad moral. Pero frente a ella se alza la Misericordia infinita de Dios que en Cristo tiene su rostro y su nombre concretos. Misericordia que es capaz de reconciliarlo todo, sanarlo todo, y renovarlo todo, para quien la acoge con humildad de corazón. Por ello que bien nos vienen las palabras del Señor Jesús en el Evangelio de hoy: «Paz a vosotros»”. Como diciéndonos el Señor: no importa lo lejos que te hayas ido o lo hondo en lo que hayas caído, en mi amor misericordioso está tu perdón y tu esperanza”.

Finalmente Mons. Eguren señaló que la Fiesta de la Divina Misericordia nos deja una tarea y misión, la de ser presencia viva del amor misericordioso del Señor Jesús en el mundo de hoy: “Bienaventurados los que tienen entrañas de misericordia: los que no cierran su corazón a las necesidades de los hermanos; los que comparten lo mucho o poco que tienen con el pobre y necesitado. Bienaventurados los que saben perdonar de corazón, los que son artesanos de reconciliación y comunión. Hermanos: la fiesta de hoy nos exige amar como Cristo nos ama. Sólo así sacaremos a muchos de la incredulidad, como Jesús lo hizo con Tomás. Mostrémosles a los demás las señales de nuestro amor solidario y así haremos creíble al Amor, haremos creíble al mismo Señor Jesús y a su Iglesia”.

El comienzo de la devoción a la Divina Misericordia

Divina MisericordiaElena Kowalska, nació en Glogowiec en 1905, cerca de Cracovia, en Polonia. Unas pocas semanas antes de su vigésimo cumpleaños, entró a la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de Misericordia, adoptando el nombre María Faustina. En 1928 tomó los votos definitivos como monja. El 22 de febrero de 1931, tuvo una visión de Jesús en el pueblo de Plock, Polonia.

Sor Faustina relata en su diario lo que Nuestro Señor le dijo de esta manera: "Pinte una imagen de acuerdo a esta visión, con las palabras “Jesús, en Vos confío”. Yo deseo que esta imagen sea venerada, primero en tu capilla y luego en el mundo entero."

"Yo prometo que, el corazón que venere esta imagen, no perecerá. También prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, especialmente a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé con mi propia Gloria."

"Los dos rayos indican Agua y Sangre. El rayo pálido significa el Agua que hace las almas justas. El rayo rojo significa la Sangre que es la vida de las almas."

"Estos dos rayos salieron de las profundidades de Mi tierna Misericordia, cuando Mi corazón agonizado fue abierto por la lanza en la Cruz."

Divina MisericordiaA partir de 1931, Faustina, tuvo una serie de revelaciones de Jesús. Todas ellas las escribió en su diario de más de 600 páginas. Durante casi 20 años, estuvo prohibida la devoción a la Divina Misericordia. Desde el 15 de abril de 1978, la Santa Sede permitió la práctica de esta devoción.

Sor Faustina murió de tuberculosis, el 5 de octubre de 1938, en Cracovia. Sus restos mortales yacen en la capilla del convento bajo la milagrosa imagen de la Divina Misericordia, fue beatificada el 18 de abril de 1993 y canonizada el 30 de abril del 2000 por S. S. Juan Pablo II.

 

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