Hermana de Santa Gianna Beretta participa en II Congreso Internacional de Familia
23 de enero (Oficina de prensa).- Sor Virginia Beretta, religiosa y hermana de Santa Gianna Beretta, participa en el II Congreso Internacional de la Familia que se viene realizando del 22 al 24 de enero bajo el lema "Familia, Futuro de la Humanidad". Este Congreso es organizado por la Comisión Episcopal de Familia, Infancia y Vida, presidida por nuestro Arzobispo, Mons. José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V.
Sor Virginia es hermana de Santa Gianna Beretta, una médico cirujano y pediatra que en el año 1962, cuando estaba embarazada de su cuarto hijo, se enteró que padecía de cáncer y prefirió continuar con su embarazo, arriesgando su vida para salvar la de su hija. Santa Giana Beretta fue canonizada por el Papa Juan Pablo II el 16 de abril de 2004.
Teniendo en cuenta la cercanía de Sor Virginia con Gianna, y siendo ella una representante de la defensa de la vida, los organizadores del II Congreso Internacional de Familia decidieron invitarla para que dé su testimonio a favor de la vida humana y de la familia.
Sor Virginia Beretta, nacida en Bérgamo (Italia) el 6 de agosto de 1925, fue la hermana menor por años de Santa Gianna Beretta Molla y la undécima de trece hermanos.
Al contar la historia sobre su infancia, Sor Virginia dice que "habiendo volado al Cielo en muy tierna edad nuestras dos últimas hermanitas, en la práctica Gianna y yo quedamos como las dos más pequeñas, y entre nosotras dos siempre hubo una relación del todo particular".
"Gianna fue siempre para mí la compañera de juegos y de estudios, hasta que conseguimos las dos el título en Medicina y Cirugía en la Universidad de Pavia, el año 1950, que logramos para satisfacer el deseo de nuestro padre que quería que todos tuviéramos estudios superiores", agregó.
La religiosa recordó que "con Gianna he compartido alegrías y dolores, los compromisos de apostolado en la Ciudad de Magenta donde vivíamos, en la Acción Católica y en las Conferencias de San Vicente de Paúl (dedicadas a la caridad) hasta que, completados los estudios, yo respondí al llamado del Señor de consagrarme a Él, ingresando al Instituto de las Madres Canosianas".
La religiosa relató que "después de la profesión de votos perpetuos, partí como misionera para la India, desde donde, de forma inesperada y providencial, el Señor me hizo regresar a Italia a tiempo para alcanzar a Gianna, justo cuatro días antes que ella muriera. Pude así asistirla y confortarla en esos momentos tan dolorosos y preciosos a los ojos de Dios, y de esos momentos guardo un recuerdo muy vivo".
Biografía
Gianna Beretta Molla (1922-1962)
Gianna Beretta nació en Magenta (provincia de Milán) el día 4 de octubre de 1922. Desde su tierna infancia, acoge el don de la fe y la educación cristiana que recibe de sus padres. Considera la vida como un don maravilloso de Dios, confiándose plenamente a la Providencia, y convencida de la necesidad y de la eficacia de la oración.
Durante los años de Liceo y de Universidad, en los que se dedica con diligencia a los estudios, traduce su fe en fruto generoso de apostolado en la Acción católica y en la Sociedad de San Vicente de Paúl, dedicándose a los jóvenes y al servicio caritativo con los ancianos y necesitados. Habiendo obtenido el título de Doctor en Medicina y Cirugía en 1949 en la Universidad de Pavía, abre en 1950 un ambulatorio de consulta en Mésero, municipio vecino a Magenta. En 1952 se especializa en Pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, presta una atención particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres.
Su trabajo profesional, que considera como una «misión», no le impide el dedicarse más y más a la Acción católica, intensificando su apostolado entre las jovencitas.
Se dedica también a sus deportes favoritos, el esquí y el alpinismo, encontrando en ellos una ocasión para expresar su alegría de vivir, recreándose ante el encanto de la creación.
Se interroga sobre su porvenir, reza y pide oraciones, para conocer la voluntad de Dios. Llega a la conclusión de que Dios la llama al matrimonio. Llena de entusiasmo, se entrega a esta vocación, con voluntad firme y decidida de formar una familia verdaderamente cristiana.
Conoce al ingeniero Pietro Molla. Comienza el período de noviazgo, tiempo de gozo y alegría, de profundización en la vida espiritual, de oración y de acción de gracias al Señor. El día 24 de septiembre de 1955, Gianna y Pietro contraen matrimonio en Magenta, en la Basílica de S. Martín. Los nuevos esposos se sienten felices. En noviembre de 1956, Gianna da a luz a su primer hijo, Pierluigi. En diciembre de 1957 viene al mundo Mariolina y en julio de 1959, Laura. Gianna armoniza, con simplicidad y equilibrio, los deberes de madre, de esposa, de médico y la alegría de vivir.
En septiembre de 1961, al cumplirse el segundo mes de embarazo, es presa del sufrimiento. El diagnóstico: un tumor en el útero. Se hace necesaria una intervención quirúrgica. Antes de ser intervenida, suplica al cirujano que salve, a toda costa, la vida que lleva en su seno, y se confía a la oración y a la Providencia. Se salva la vida de la criatura. Ella da gracias al Señor y pasa los siete meses antes del parto con incomparable fuerza de ánimo y con plena dedicación a sus deberes de madre y de médico. Se estremece al pensar que la criatura pueda nacer enferma, y pide al Señor que no suceda tal cosa.
Algunos días antes del parto, confiando siempre en la Providencia, está dispuesta a dar su vida para salvar la de la criatura: «Si hay que decidir entre mi vida y la del niño, no dudéis; elegid -lo exijo- la suya. Salvadlo».
La mañana del 21 de abril de 1962 da a luz a Gianna Emanuela. El día 28 de abril, también por la mañana, entre indecibles dolores y repitiendo la jaculatoria «Jesús, te amo; Jesús, te amo», muere santamente. Tenía 39 años.
Sus funerales fueron una gran manifestación llena de emoción profunda, de fe y de oración. La Sierva de Dios reposa en el cementerio de Mésero, a 4 kilómetros de Magenta.
«Meditada inmolación», Pablo VI definió con esta frase el gesto de la beata Gianna recordando, en el Ángelus del domingo 23 de septiembre de 1973: «una joven madre de la diócesis de Milán que, por dar la vida a su hija, sacrificaba, con meditada inmolación, la propia». Es evidente, en las palabras del Santo Padre, la referencia cristológica al Calvario y a la Eucaristía.
Fue beatificada por Juan Pablo II el 24 de abril de 1994, Año Internacional de la Familia.