Locales

“EL VALOR DA ESPERANZA”

Homilía del Arzobispo de Piura en Misa con la Fuerza Aérea del Perú

 15 de julio (Oficina de prensa).- En la mañana de hoy Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., Arzobispo Metropolitano de Piura, presidió la Santa Misa con ocasión de celebrarse el próximo 23 de julio, el 71° Aniversario de la inmolación del Capitán FAP don José Abelardo Quiñones Gonzáles y Día de la Fuerza Aérea del Perú. La celebración eucarística se llevó a cabo en la Basílica Catedral de Piura con la presencia de los miembros de la Fuerza Aérea del Perú de Piura, encabezadas por el General Rodolfo Pereyra Cúneo, Comandante General del Ala Aérea N°1, quienes rindieron sentido homenaje al Héroe Nacional y Gran General del Aire del Perú. A continuación la homilía completa de Monseñor Eguren:

LXXI Aniversario de la Inmolación del Cap. FAP. José Abelardo Quiñones Gonzáles Homilía

Al celebrarse el próximo lunes 23 de julio, el nonagésimo tercer aniversario de la creación de la Fuerza Aérea del Perú y el septuagésimo primer aniversario de la inmolación del Héroe Nacional y Patrono de la Fuerza Aérea Peruana, Capitán FAP José Abelardo Quiñones Gonzáles, Gran General del Aire, nos reunimos en esta Basílica Catedral de Piura para ofrecer el santo sacrificio de la Misa por todos los peruanos que visten el uniforme azul de la Patria. Azul como el color del cielo que surcan con sus aeronaves. Azul que es el color de nuestra Madre Santísima, la Virgen María, a quien ustedes, aviadores militares, aman filialmente en la advocación de “Nuestra Señora de Loreto”.

Rendimos homenaje a los integrantes de la gloriosa Fuerza Aérea del Perú, quienes con su entrega y sacrificio cotidiano, realizado en medio de grandes carencias y limitaciones, contribuyen a defender al Perú de sus amenazas externas e internas, garantizando así su soberanía e integridad territorial y protegiendo los intereses de la Nación mediante el empleo del poder aeroespacial. Asimismo favorecen el desarrollo del país, su engrandecimiento y bienestar. De ello da testimonio la presencia de la FAP con su personal, bases y aviones en los lugares más apartados de nuestra Patria; las diversas acciones cívicas que permanentemente realizan en bien de nuestras poblaciones más humildes y apartadas; el auxilio humanitario que llevan cuando hay situaciones de emergencia; y los vuelos de integración nacional que efectúan. Todo ello conquistando la difícil y desafiante geografía que el Altísimo nos ha dado.

 La egregia figura de Quiñones

Hoy nuestra mirada emocionada y agradecida se dirige a la insigne figura del Capitán FAP don José Abelardo Quiñones Gonzáles, Héroe Nacional y Gran General del Aire del Perú, quien naciera el 22 de abril de 1914 en el puerto de Pimentel, departamento de Lambayeque.

Fue el segundo hijo varón de la familia que formaron don José María Quiñones Arizola y doña María Juana Rosa Gonzáles. Fue un estudiante dedicado y deportista triunfador en los Colegios “San José” de su ciudad natal y “La Recoleta” de Lima. En 1935 ingresó a la Escuela de Aviación “Jorge Chávez” como cadete, integrando la promoción Comandante “José Lucas Raguz Verán”. El 21 de enero de 1939 se gradúa como Alférez, y al haber obtenido la mejor calificación en la especialidad de aviones de caza y en vuelo de alta acrobacia, se hizo acreedor al premio “La Pulsera de Oro”. En el día de su graduación y al mando de un avión de fabricación italiana Caproni 113, realizó sus famosos vuelos invertidos, a tan sólo un metro y medio del suelo, vuelos que demostraron su coraje, nervio de acero y gran valor. Al poco tiempo de su graduación fue designado al XXI escuadrón de caza del Primer Grupo Aéreo, ubicado en la ciudad de Chiclayo. Formó parte de la 41 Escuadrilla de aviones North American NA-50. Allí integró la Primera Escuadrilla de alta acrobacia. Al crearse la Unidad de paracaidistas, realizó intensos entrenamientos de salto sobre el cielo de Chiclayo, lo que lo hizo todo un experto en el uso del paracaídas. Para el año 1941, año de su encuentro con la gloria y la inmortalidad, ya ostentaba el grado de Teniente. En una ocasión, Quiñones había dicho: “Todo ser humano tiene en su camino el pedestal del héroe. El mérito consiste en, llegado el momento, tener el valor de subir en él”. Esa ocasión llegó para nuestro héroe, el 23 de julio de 1941, cuando durante el conflicto entre el Perú y el Ecuador, Quiñones partió en una escuadrilla aérea de caza con la misión de recuperar la frontera. Durante un ataque sobre el río Zarumilla, en Quebrada Seca, Quiñones fue alcanzado por el fuego antiaéreo.

En esta circunstancia en vez de salvarse usando el paracaídas, en cuyo uso era todo un profesional, decide dirigir su avión contra el emplazamiento de ametralladoras ecuatorianas silenciándolas, haciendo honor a su lema al lanzarse sobre el objetivo enemigo: “Derribado, pero sobre el objetivo”. De esta manera, Quiñones cumplió con abnegación, desprendimiento y con el sacrificio de su propia vida con sus sagrados deberes para con el Perú.

El diario “El Comercio”, decano de nuestra prensa nacional, comunicó con las siguientes palabras la dolorosa noticia del sacrificio de Quiñones, en su edición del 24 de julio de 1941: “La aviación peruana acaba de sufrir la dolorosa pérdida del teniente de aeronáutica José Quiñones Gonzáles, caído heroicamente al librar un combate contra las fuerzas agresoras ecuatorianas. Por arrojo y destreza se había destacado hasta figurar como uno de los elementos más valiosos con que podía contar nuestro país en esa arma. Desde comienzos del conflicto, con gran arrojo y patriotismo, cumplió eficaz y abnegadamente las órdenes que le diera el Comando, hasta encontrar una heroica muerte en defensa de la Patria. Su sacrificio es un alto ejemplo que viene a enriquecer la gloriosa tradición de las Alas Peruanas…En el ataque del que hemos sido objeto, el Perú puede tener la noble y patriótica satisfacción de saber que la agresión ha sido severamente castigada y que el honor y la integridad territorial de la nación han sido defendidos por nuestro ejército, fiel a sus gloriosas tradiciones, dándonos un nuevo héroe: el teniente de aeronáutica José Quiñones Gonzáles, a quien rinde en estos momentos la Patria emocionado homenaje”.

Lección de amor al Perú: el valor da esperanza

 La vida de nuestro héroe fue corta pero su gloria es eterna. Vivió pocos años. Con apenas 27 años de edad y con todo un futuro prometedor, dio a todos una lección imperecedera de amor al Perú. Ese amor le inspiró el hecho generoso de su entrega, que despierta hoy en día nuestra admiración profunda y nuestra gratitud eterna, y que nos exige su imitación.

A nuestro Héroe se pueden aplicar las palabras del libro sagrado de la Sabiduría: “Sufrió un poco, recibirá grandes favores, porque Dios lo puso a prueba, y lo halló digno de sí: lo probó como oro en crisol, lo recibió como sacrificio de holocausto…Alcanzando en breve la perfección, llenó largo años” (Sab 3,5-6.4, 13).

Recordar hoy la inmolación de José Abelardo Quiñones, resulta un ungüento en las heridas de un Patria dividida y enfrentada como la que hoy vemos con dolor; y una brisa de aire puro en un país donde el ambiente enrarecido por el odio, la mezquindad, la mentira y la irracional violencia entre peruanos, parece alzarse por doquier buscando asfixiarnos. A diferencia de Quiñones, el amor por la Patria no es lo que hoy en día distingue a muchos peruanos, quienes más bien hacen presa al Perú de sus apetitos de poder y de sus egoísmos personales y de grupo. Quiñones con su sacrificio nos dice desde la eternidad que hoy se hace urgente un “suplemento de patriotismo” que nos lleve a concebir al Perú como un bien común de todos los ciudadanos y, como tal, también como un gran deber y una responsabilidad de todos, que nos demanda trabajar con sacrificio y entrega generosa por el bien superior del Perú. Quiñones nos anuncia que “la Patria no es pedestal sino ara”, es decir altar del sacrificio. Su ejemplo nos da la confianza de que a pesar de todo, es posible construir el Perú justo y reconciliado que todos anhelamos, y es que “el valor da esperanza”.

Cuanto mejores cristianos sean, mejores aviadores serán   

Queridos aviadores militares: entre los valores esenciales de vuestra gloriosa institución figuran la Integridad Personal, que es la voluntad de hacer siempre lo correcto, con honor, honestidad, responsabilidad, justicia, equidad, valor, respeto y humildad. Esta además la Vocación de Servicio, entendida como la voluntad de anteponer los deberes profesionales a los deseos personales con la fiel observancia de las normas, el respeto hacia los demás y la disciplina. Y finalmente la Excelencia Profesional, concebida como la voluntad permanente de mejoramiento e innovación continua, que permite contribuir al logro de los objetivos y de la misión de la Fuerza Aérea del Perú.    

Para que los valores esenciales descritos se desplieguen es necesario que lleven una vida cristiana seria y responsable. Cuanto mejores cristianos sean, mejores aviadores serán. La vida cristiana potencia las virtudes humanas tan necesarias para la vida castrense como son entre otras la pasión por el ideal, la rectitud de obrar, la honorabilidad, la disciplina, el servicio desinteresado por la Patria, el sacrificio, la mortificación, el compañerismo, la entrega de la propia vida. Por ello, no descuiden su vida espiritual, su vida de oración, su confesión frecuente, su Misa Dominical con su comunión eucarística, y su rezo diario del Santo Rosario, como devotos que son de “Nuestra Señora de Loreto”, que es vuestra Madre y Patrona, a quien diariamente deben consagrar sus vidas con amor filial.

No hay Patria sin virtud

La vida cristiana seria y responsable, los hará hombres virtuosos, personas morales ejemplares e intachables según la medida del verdadero humanismo revelado en Cristo Jesús. De esta manera serán guías auténticos para los demás y factores vivos de ética social que animen a todos a trabajar con ilusión por un Perú mejor. No nos engañemos. Para una verdadera transformación social se requiere formar hombres virtuosos. Sólo así se edifica una Nación digna y libre, ya que esta transformación social auténtica depende de la vida espiritual del hombre, pues “no hay Patria sin virtud”. Setenta y un años después de su sacrificio, Quiñones, con el ejemplo de su vida entregada en ofrenda por el Perú, nos sigue convocando a esta urgente e impostergable tarea.

Aprovecho también está oportunidad que me brindan para rendir un homenaje a las esposas, hijos e hijas de nuestros aviadores militares. Sin el amor, apoyo moral, sacrificio y oración de ustedes, sus esposos y padres no tendrían la serenidad y la fortaleza para el cumplimiento de sus altos deberes. Los invoco a fortalecer la unidad de sus familias, a quererse mucho, a tener espacios de comunicación y de encuentro de los esposos entre sí, de los padres con los hijos y de los hijos con sus padres cada vez que puedan. De esa unidad familiar, que sólo se alcanza poniendo a Cristo en el centro de la vida familiar, brota la luz y la fuerza para el cumplimiento pleno de la misión.

Quisiera también rendir hoy homenaje a tantos amigos vuestros que como Quiñones, sea en la defensa nacional o en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, han pagado con sus vida la fidelidad a su vocación y misión. Olvidándose de sí mismos, desafiando el peligro, han prestado al Perú un servicio incalculable. Hoy, durante la celebración eucarística, los encomendamos al Señor con gratitud y admiración.

La valerosa muerte de vuestros camaradas de armas, de ayer y de hoy, nos ayuda a comprender la sacrificada tarea que ustedes cumplen y que es del todo singular y diferente al de los otros sectores de la administración del Estado, pues su misión de estar constantemente preparados para la Defensa Nacional, les exige, riesgo permanente de perder la vida o su integridad física; no tener horario de trabajo; cambios de colocación imprevistos y de cumplimiento obligatorio; alejamiento de la familia; no derecho a la sindicalización ni huelgas y mantener su condición de no deliberantes.

Por todo ello, lo menos que puede hacer el Estado y la sociedad peruana, es reconocer y agradecer el trabajo de nuestra Fuerza Aérea, y de nuestras Fuerzas Armadas y Policiales en su conjunto, y expresar este reconocimiento y gratitud con dos acciones muy concretas: primero, asignar de una vez por todas los recursos que necesita la Fuerza Aérea del Perú para garantizar su plena operatividad así como el entrenamiento de su personal, y contar así con una Fuerza Aérea plenamente operativa y disuasiva tanto en sus unidades de combate y de transporte, como en sus unidades terrestres y en su conveniente equipamiento tecnológico. Y segundo lugar, dar solución definitiva al problema de las remuneraciones y pensiones de su personal.

 No quiero concluir estas palabras sin expresar mi felicitación y reconocimiento al Grupo Aéreo N° 7, en la persona de su Comandante, el Coronel FAP Moisés Barack Castro, por haber cumplido recientemente este grupo aéreo setenta años de creación. Ellos, junto con el Grupo Aéreo N° 6 y N° 11, componen el Ala Aérea N° 1, y cuidan el cielo de Quiñones, protegiendo la integridad territorial, luchando contra el tráfico ilícito de drogas, combatiendo en el VRAE al narcoterrorismo y colaborando con la integración de nuestra Región.

Quiero culminar estas palabras, encomendando a nuestros aviadores militares con una sencilla oración a la Virgen de Loreto para que su actividad, trabajo y valentía estén siempre al servicio del bien del Perú:    

Virgen de Loreto, Madre nuestra:

Intercede por tus hijos, los aviadores militares,

ante el Padre, que ha creado el espacio,

ante el Hijo, que ha abierto el cielo a los hombres,

ante el Espíritu Santo, que ilumina con sus dones las rutas de la vida.

  

Concédeles un alma limpia,

un corazón fuerte,

una pasión de servicio incansable

y una juventud de espíritu

tan grande como el horizonte

que sus ojos contemplan.

 

Haz que guiados por Ti

atraviese sin miedo las tempestades

que quizá les aguarden en la vida.

Infúndeles coraje, valor y amor a la Patria

que han jurado defender con sus vidas.

 

Dales descanso para la fatiga

y sacia su sed de paz y felicidad.

Protege y bendice a sus familias y

cada una de misiones y trabajos.

En Ti Virgen de Loreto,

tus hijos de la Fuerza Aérea del Perú

ponen toda su confianza.

¡Oh clemente, Oh Piadosa, Oh Dulce Virgen María!

 

 San Miguel de Piura, 15 de julio de 2012

XV Domingo del Tiempo Ordinario  

 

  

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