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ARZOBISPO DE PIURA DIO CONFERENCIA SOBRE LA FAMILIA EN EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA

30 de septiembre (Oficina de Prensa).- El pasado viernes 27 de septiembre, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi, S.C.V., Arzobispo Metropolitano de Piura, participó en la Conferencia: “La Familia, Base y Fundamento para el Desarrollo de la Sociedad”, organizada por el Congresista de la República Julio Rosas Huaranga, y que se llevó a cabo en el Hemiciclo Raúl Porras Barrenechea, sede del Palacio Legislativo del Congreso de la República. En dicha Conferencia nuestro Arzobispo tuvo a su cargo la primera exposición sobre el tema, seguido de la intervención de los Doctores Guillermo y Milagros Aguayo, Directores del Centro para el Desarrollo de la Familia, quienes desarrollaron la segunda exposición.

El objetivo de este evento fue reflexionar en torno a la importancia de la institución familiar para el desarrollo de la sociedad, los desafíos que enfrentan las familias en la coyuntura actual, así como la necesidad de resguardarlas con políticas públicas que legislen de acuerdo a su orden natural.

Al iniciar su exposición Monseñor Eguren manifestó: “Una Nación avanza en la misma dirección por la que camina la familia. Cuando la integridad y la estabilidad de la vida familiar se fortalecen, otro tanto sucede con la integridad y estabilidad de la nación. Y es que la familia fundada en el matrimonio tiene dos valores esenciales para toda sociedad y para toda cultura: la estabilidad y la fecundidad. De esta manera la familia asegura a la sociedad los dinamismos de permanencia y despliegue. En cuanto a su estabilidad, la familia mantiene cohesionada a la sociedad. En cuanto a su fecundidad (la procreación y educación de los hijos), la familia permite que la sociedad se proyecte en el tiempo y es garantía para mantener todo lo bueno que el hombre es y hace, y que se expresa en la cultura”.

Luego agregó: “Si los peruanos queremos darle un rostro verdaderamente humano a nuestro futuro, no podemos ignorar el don precioso de la familia, fundada sobre el matrimonio entre un varón y una mujer en un consorcio para toda la vida, que se ordena por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de los hijos”.

 En otro momento, nuestro Arzobispo explicó la importancia de preservar los derechos y deberes de la familia por parte del Estado: “Es fundamental proclamar que los derechos que la familia posee le son inherentes y no son otorgados por el estado o porque cualquier postulado moral, ético o amoral, se los hayan concedido. La función del Estado debe ser garantizar los derechos y deberes de la familia y no desestructurarla mediante leyes relativistas e inmorales que la exponen al daño de ideologías que la llevan a una crisis, como son entre otras la ideología de género, el feminismo radical, el matrimonio homosexual, el aborto, la eutanasia, el divorcio “express” o rápido, y la artificial y deshumanizadora procreación asistida. Un Estado o una sociedad que alienta modelos alternativos de vida familiar en aras de una supuesta diversidad, compromete seriamente el desarrollo humano integral. Hoy en día en que hay poderosos intereses que buscan desestructurar a la familia de su constitución natural, se hace urgente que las leyes y las políticas públicas defiendan y promuevan a la familia y al matrimonio, como lo exige el artículo 4° de la Constitución Política del Perú que a la letra dice: “La comunidad y el Estado…protegen a la familia y promueven el matrimonio. Reconocen a estos últimos como institutos naturales y fundamentales de la sociedad”.

“La defensa y promoción de la familia no es por tanto sólo una cuestión confesional sino de justicia, y además es el mejor antídoto contra el deterioro moral de un pueblo, que añade a la pobreza material la pobreza espiritual que hunde en la desesperanza y disuelve el tejido social. Como núcleo originario de la sociedad, la familia tiene derecho a toda la ayuda del Estado y de todas las instituciones para realizar plenamente su misión peculiar. Dado que la familia es “patrimonio de la humanidad” y es manifiesta su verdad natural, “es indispensable y urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia. Con estos hombres de buena voluntad que viven su responsabilidad al servicio de la familia, estamos llamados todos los cristianos a colaborar cordial y generosamente”, agregó nuestro Pastor.

No al aborto, sí a la Vida

Antes de finalizar su participación Monseñor Eguren exhortó a los presentes sobre la importancia de respetar toda vida humana desde su concepción hasta su fin natural: “Es en la familia donde la vida humana es percibida como don, como realidad sagrada, confiada a la responsabilidad, veneración y custodia amorosa de los padres. Son ciertamente los padres los que experimentan el milagro de la vida en sí mismos desde el momento de la concepción y los que descubren que la vida humana en cualquier fase o condición es siempre un bien porque en ella resplandece un reflejo de la misma realidad de Dios. La familia junto con la Iglesia está llamada a proclamar constantemente el carácter sagrado e inviolable de cada vida humana, desde su concepción hasta su fin natural. El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción con la fecundación y a partir de ese momento se le deben ver reconocidos todos sus derechos de persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida. Y este no es un asunto confesional sino de humanidad. Por ello en los actuales momentos en que se ha abierto nuevamente la posibilidad de la despenalización y legalización del aborto en nuestro país, el no de la Iglesia a este crimen abominable es un a la vida, que puede alcanzar a todo ser humano en el santuario de su conciencia. La defensa de la vida desde la concepción hasta su fin natural con la muerte, no admite de nuestra parte silencios, excusas, ni excepciones. Todos debemos proclamar que Dios es el único Señor de la Vida, que el hombre no es ni puede ser amo o árbitro de la vida humana. Si nos conmueve hasta la entrañas ver a una gran cantidad de hombres y de mujeres, de niños, jóvenes y ancianos que se ven atropellados diariamente en su dignidad humana y en sus derechos, conmovámonos también con los concebidos no nacidos, los más pobres e indefensos de todos, que se ven amenazados en su derecho fundamental a la vida”.

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