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“JESUS, TE AMO”

Arzobispo celebra Santa Misa en Memoria del Papa Emérito Benedicto XVI

06 de enero de 2023 (Oficina de Prensa).- La tarde de ayer, en medio de un clima de profundo fervor, los piuranos se dieron cita en la Basílica Catedral de nuestra Ciudad, para participar de la Santa Misa que presidió nuestro Arzobispo Metropolitano, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., la cual fue ofrecida en memoria de Benedicto XVI, y en acción de gracias a Dios por el don de la vida de nuestro querido Papa Emérito. De esta manera, Piura, se unió en oración con toda la Iglesia universal para pedir y rogar para que éste humilde siervo de la viña del Señor, goce desde ya eternamente de la bienaventuranza eterna.

Al iniciar su homilía, nuestro Pastor dijo: “Nos hemos reunido para ofrecer esta Eucaristía por el eterno descanso de nuestro querido Papa Emérito Benedicto XVI. De esta manera queremos rendir homenaje a uno de los más grandes Papas de los últimos siglos, y rezar por él, para que esté ya gozando de la felicidad eterna del Cielo y del premio que el Señor tiene reservado para sus mejores servidores. Sabemos que sus últimas palabras fueron todo un acto de fe, esperanza y amor: «Jesús, te amo». Sin lugar a duda, si tuviéramos que resumir en una frase la vida de Benedicto XVI, podríamos afirmar que el amor a Jesús fue la pasión dominante de su vida. La gran enseñanza que en primer lugar nos deja este sabio y santo pontífice es esta: Que hay que amar al Señor con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, con todo nuestro ser, con todas nuestras fuerzas. En ello radica nuestra felicidad eterna”.

Fidelidad a Cristo y a la Iglesia, hasta la muerte

En otro momento, Monseñor Eguren destacó: “Me imagino lo hermoso que habrá sido el encuentro de Benedicto XVI con el Señor Jesús en el Cielo. Con Jesús a quien amó con todo su corazón; a quien estudió con pasión y veneración; a quien como como maestro, supo presentar  a sus alumnos con notable belleza y profundidad teológica; ese Jesús sobre el que predicó con gran ahínco, y del cual tanto escribió, para que pudiésemos conocerlo y conociéndolo mejor, amarlo y seguirlo; a ese Jesús del cual no se cansó de dar testimonio como el camino a recorrer, la verdad a ensayar, y la vida de la cual beber; a ese Jesús, del cual dio testimonio tanto en la alegría como en el dolor. Benedicto XVI le fue fiel a Jesús hasta la muerte. Su amor apasionado por Cristo, por hacer del Señor el centro de su vida, ciertamente es uno de los legados más hermosos que nos deja, no sólo en sus libros, o en su profuso y rico magisterio, sino sobre todo con el ejemplo de su vida, y junto con todo ello, su amor por la Iglesia, que él concebía como el camino para encontrar a Dios, y en ese encuentro con Cristo, el encuentro fraternal entre nosotros”.

La importancia de la familia

Continuando con su homilía nuestro Arzobispo añadió: “Con ocasión de su muerte, se ha hecho público el testamento espiritual de Benedicto XVI, un testamento de una sencillez y belleza únicas. Me han impresionado las sentidas palabras que le ha dedicado a su familia, a sus padres y hermanos, eso me hecho tomar conciencia de lo que tantas veces les he predicado. El futuro de la humanidad se fragua en la familia, sin familia no hay futuro para una sociedad. La familia es la célula primera y vital de la sociedad, es la escuela del más profundo humanismo, es iglesia doméstica y santuario de la vida, y por eso en la base de toda sociedad sana está la familia, y sus relaciones de paternidad, maternidad, filiación, y fraternidad que en ella se viven. Benedicto XVI nos ayuda a comprender la importancia de tener buenas familias, edificadas sobre el cimiento de matrimonios fuertes y firmes en el amor. A sus 95 años, en su testamento, ha escrito: “Doy las gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor me prepararon una magnífica morada que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. La fe clarividente de mi padre nos enseñó hermanos y hermanas a creer y se mantuvo firme como guía en medio de todos mis conocimientos científicos; la piedad sincera y la gran amabilidad de mi madre siguen siendo un legado por el que no puedo agradecerle lo suficiente. Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la lucidez de sus juicios, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin este constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta”.  

Mensaje de Benedicto XVI a los jóvenes

Finalmente Monseñor José Antonio destacó el mensaje final que Benedicto XVI deja a los jóvenes en el ornamento con el cual quiso ser revestido para su funeral: “Otro signo hermoso que hemos podido ver en estos días es el hecho que, tras su muerte, el Papa Emérito Benedicto XVI fue revestido con la casulla roja que utilizó durante la Jornada Mundial de la Juventud que se realizó en la ciudad de Sydney, Australia, en el año 2008, y con la cual ha sido enterrado en las grutas vaticanas. Pienso que, con este signo, Benedicto XVI ha querido dar a los jóvenes un testimonio de que la vida sólo vale la pena ser vivida con Cristo. A querido decirle a los jóvenes: Sólo Jesús tiene las respuestas a las preguntas más fundamentales de la vida: ¿Quién soy? ¿Para qué existo? ¿Qué es lo que tengo que hacer para ser feliz, para ser libre, para salvarme? Sólo el Señor es capaz de llenar de sentido la vida. Sólo Él tiene palabras que resisten el desgaste del tiempo y se proyectan hasta la eternidad. Nadie más que Jesús es capaz de llenar el corazón y la vida de auténtico sentido, porque no hay aventura más hermosa en la vida que la de creer, seguir y amar a Jesucristo. Quiero terminar, recordándoles a los jóvenes, las palabras que el mismo Benedicto XVI les dirigió al final de la Santa Misa con la que se inició su Ministerio Petrino el 24 de abril del 2005, porque probablemente algunos jóvenes podrán decir que seguir a Cristo no sale a cuenta, que exige renunciar a muchas cosas, que significa perderlo todo, y Benedicto XVI les decía: «¡No! quien deja entrar a Cristo no pierde nada, nada –absolutamente nada– de lo que hace la vida libre, bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren las puertas de la vida. Sólo con esta amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la condición humana. Sólo con esta amistad experimentamos lo que es bello y lo que nos libera. Así, hoy, yo quisiera, con gran fuerza y gran convicción, a partir de la experiencia de una larga vida personal, decir a todos vosotros, queridos jóvenes: ¡No tengáis miedo de Cristo! Él no quita nada, y lo da todo. Quien se da a él, recibe el ciento por uno. Sí, abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo, y encontraréis la verdadera vida»”.

Que Dios tenga en su gloria a nuestro querido Benedicto XVI, y desde allí ruegue por todos nosotros y por la Iglesia a la que tanto amó y sirvió.

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