MENSAJE DEL ARZOBISPO METROPOLITANO DE PIURA CON OCASIÓN DEL DIA DEL PADRE
Al celebrarse el Día del Padre, quiero hacer llegar mi más afectuoso saludo a todos los papás de Piura y Tumbes. Rindo mi homenaje a los padres que son cabeza de sus familias y que en profunda comunión con sus esposas, ejercen su paternidad engendrando vida para después orientarla hacia su plenitud por medio de la educación cristiana de sus hijos. Un buen papá es el que después de una dura jornada de trabajo, al llegar a casa abraza a sus hijos y les dedica su tiempo escuchándolos y dándoles su cariño y consejo.
Así como se necesitan dos para engendrar a un hijo (papá y mamá), también se necesitan dos para su educación y sano desarrollo. La intuición femenina permite a una madre establecer una comunicación vital con el hijo desde el vientre materno y después desde el instante mismo de su nacimiento. Por ello una madre es capaz de interpretar las señales de temor de su hijo y con palabras y gestos de amor tranquilizarlo. De otra parte la voz y la presencia del padre dan seguridad al hijo y lo estimulan en el desarrollo de sus capacidades en un clima de libertad responsable. Si la madre es la que dice “con cuidado”, es el padre el que le dice a su hijo, “adelante” y por eso se goza a su lado de cada paso que da, de cada peldaño que sube en su despliegue como persona. Papá y mamá son insustituibles en el proceso de desarrollo y crecimiento de su hijo.
La celebración del Día del Padre es ocasión para afirmar que todos nacemos de un hombre y de una mujer y que es en la relación con papá y con mamá donde se da el proceso de maduración humana. Un estado o una sociedad, que en aras de una supuesta diversidad, alienta modelos alternativos de vida familiar, como el mal llamado “matrimonio homosexual”, compromete seriamente el desarrollo humano integral. Por tanto hay que ser claros: Papá más mamá. Ni progenitor A, ni progenitor B. Papá y mamá: no hay nada mejor para un hijo. Afirmar la heterosexualidad como requisito para el matrimonio del cual brota la familia, no es discriminar, sino partir de una nota antropológica objetiva que es su presupuesto. Lo contrario sería desconocer su esencia, es decir aquello que es. El matrimonio se funda en la unión complementaria del varón y la mujer, cuyas naturalezas se enriquecen con el aporte de esa diversidad radical y encuentran en los hijos, el fruto más maravilloso de su amor.
En el Día del Padre renuevo mi admiración a todos los papás que con su duro trabajo, sacrificio y dedicación, son el principio de unidad y cohesión de sus hogares. Les pido que amen con ternura y fidelidad a su esposa, porque amar a la madre de sus hijos es lo mejor que un padre puede hacer por ellos. Mi llamado para que hagan que Jesús esté en el centro de la vida familiar. De esta manera el amor alimentará las relaciones familiares y el hogar obtendrá del Señor Jesús la esperanza y la fuerza para el camino de la vida diaria.
Queridos papás: que la Misa dominical sea el centro de nuestra semana cristiana; no descuiden la instrucción en la fe de sus hijos a través de la catequesis en familia; mediten la Palabra del Señor en espacios de oración familiar con sus esposas e hijos; los que aún lo necesiten santifiquen su unión con el matrimonio sacramento; y recen el Santo Rosario en familia, una oración tan fácil y al mismo tiempo tan rica y poderosa que merece ser recuperada por el hogar cristiano. No se olviden: “la familia que reza unida permanece unida”.
En el Día del Padre elevo mi oración por ustedes:
Señor Dios, Padre bueno, creador del género humano.
Tú enviaste a tu Hijo Jesús,
para reconciliar y salvar a los hombres.
Él quiso nacer en una familia como la nuestra.
Le diste a la Virgen María como madre
y a San José como padre.
Te pedimos por nuestros padres
para que a ejemplo de San José
amen a sus hijos, los cuiden y protejan,
y sobre todo, les enseñen a amarte a Ti
que eres nuestro Padre del Cielo;
te sirvan en todo,
y alcancen finalmente la vida eterna.
Que así sea. Amén.
Con mi afectuosa bendición pastoral.
San Miguel de Piura, 16 de junio de 2013
Domingo XI del Tiempo Ordinario
