Homilías

“VENIMOS POR UN MILAGRO”

¡Qué bien se está aquí! ¡Qué bien se está en la procesión con el Señor de los Milagros! Porque aquí nos sentimos protegidos, guiados y amados; porque Jesús el Señor de los Milagros es el “Amigo que nunca nos falla”.

¡Qué bien se está aquí! ¡Qué bien se está en la procesión con el Señor de los Milagros! Porque aquí nos descubrimos hermanos, miembros de la Iglesia de Cristo. Junto al Señor de los Milagros la fraternidad y el amor fraterno brotan; la cultura del encuentro se hace realidad. Él hace posible el milagro de nuestra comunión y unidad y por eso desde su trono de amor que es la Cruz nos dice: “En esto reconocerán que son mis discípulos: en que os amáis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 13, 35).

Cambiemos nuestros corazones y no sólo nuestros vestidos.

En el misterio de la Cruz representado en la sagrada imagen del Señor de los Milagros, se revela plenamente el poder arrollador de la misericordia del Padre celestial, quien para reconquistar el amor de su criatura, es decir de nosotros, aceptó pagar un precio muy alto: la sangre de su Hijo unigénito.

Por ello queridos hermanos, en este octubre morado, que el Señor nos concede como tiempo de gracia y de salvación, les pido en nombre de Cristo que cambiemos nuestro corazón y no sólo nuestros vestidos.

Llevar el hábito del Señor de los Milagros, su detente u otro signo de nuestra devoción por Él, nos reclama cambio de vida, conversión a la verdad y al amor de Cristo.

Transformemos nuestras vidas y cooperando activamente con la gracia esforcémonos por ser otros Cristo y así transformaremos el Perú. No serán los simples programas políticos, económicos y sociales los que harán posible un Perú justo y reconciliado. Lo que hará posible que surja entre nosotros la ansiada Civilización del Amor será nuestra santidad. Porque sólo el santo es el que aporta realmente la fuerza transformadora para hacer que las realidades sociales estén vivificadas por la verdad y el amor, la justicia y la paz, el bien y la unidad.

Sigamos al Señor de verdad, con sinceridad

Jesucristo, el Señor de los Milagros, te llama a seguirlo de verdad. Este es el significado hermoso de acompañar al Señor en la procesión. Y seguir al Señor y ser su amigo es la aventura más hermosa que puede haber en la vida. Pero seguir al Señor de los Milagros nos exige vivir cada día del año como auténticos cristianos y discípulos suyos. Significa esforzarnos por ser en todo semejantes a Él, porque sólo siguiéndolo a Él llegaremos a ser felices, a ser libres y lo que es más importante a alcanzar la salvación eterna. Hermanos: se trata de seguir a Cristo todos los días del año y no sólo en octubre.

“Mirarán al que traspasaron” (Jn 19, 37). “Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia Mí” (Jn 8, 27)

Estas dos profecías se cumplieron el día de la crucifixión del Señor y están maravillosamente representadas en la imagen del Señor de los Milagros.

Por ello, mirando hoy al traspasado y sintiéndonos atraídos por Él, que es la revelación más impresionante del amor de Dios por nosotros, un amor capaz de sanar, salvar y dar vida sin fin, venimos hoy a pedirle al Cristo Morado un milagro:

-El milagro de una conversión profunda y sincera.

-El milagro de ser santos, porque no hay mayor tristeza e irresponsabilidad que la de no trabajar ardorosamente por nuestra santidad.

-El milagro de que nuestras familias, bendecidas por el matrimonio sacramento, sean verdaderas iglesias domésticas, cenáculos de amor fiel y duradero, y santuarios donde la vida sea querida, esperada y acogida como valor único e irrepetible.

-El milagro de hacer de nuestra Iglesia de Piura y Tumbes la casa y la escuela de la comunión y una comunidad eclesial intrépida y valiente en el anuncio del Evangelio.

-El milagro de ver que nuestros jóvenes se comprometan generosamente con el Señor en Su Iglesia y que de entre ellos surjan muchas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.

-El milagro de que los cristianos brillemos por nuestro amor hacia los más pobres, por nuestra solidaridad con los enfermos, ancianos, abandonados y explotados, y por nuestra capacidad de perdonar al que nos ofende, en especial al enemigo.

-El milagro de que nuestra sociedad piurana brille por su solidaridad, justicia y amor fraterno, a donde nadie le falte el pan de cada día, un trabajo digno y un techo donde cobijarse.

-El milagro de que los niños por nacer no sean abortados sino amados y acogidos desde su concepción hasta su fin natural, porque toda vida humana en cualquier estado o condición es siempre una buena noticia.

-El milagro de que el matrimonio entre un hombre y una mujer, del cual sólo puede brotar la familia, sea siempre reconocido y respetado por nuestros legisladores, sin recibir la humillación de falsos modelos de matrimonio y de familia que llevan a la degradación de la sociedad.

-El milagro que cada uno de nosotros le pide ahora al Cristo moreno, desde el silencio de su oración que como el incienso de los sahumerios se eleva a su presencia: el trabajo, la salud, la justicia, la seguridad ciudadana, la honestidad, la fortaleza, y la caridad para con nosotros mismos y para con nuestros prójimos.

“Dicen algunos que las Procesiones hoy ya no tienen sentido. Sus sofismas, sus engaños no convencen a los que todos los años te acompañamos hermanados. Señor, hazles ver que este prodigio, que vive el Perú en Octubre no es tradición, ni costumbre, es la Fe de un pueblo entero, que defenderá tu nombre, y el derecho de llevarte por las calles y las plazas, proclamando tus grandezas a los pasos de tus andas”.

Mientras encomiendo a la Virgen María, la más fiel seguidora de su Hijo hasta la Cruz, los solemnes cultos de este mes de octubre le pido a Ella, que en su advocación de Nuestra Señora de la Nube acompaña el paso de su Hijo por nuestras calles y plazas, que nos ayude a convertirnos auténticamente al amor de Cristo para que así seamos presencia viva de ese amor en la vida de nuestros hermanos.

Que así sea. Amén.

San Miguel de Piura, 18 de octubre de 2013

Primer Recorrido Procesional de la

Venerada Imagen del Señor de los Milagros

 

 

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