ORACIÓN PATRIÓTICA EN EL DÍA DE LA BANDERA 2007
Con ocasión del 7 de Junio, día de la Jura de la Bandera, de la epopeya gloriosa de la Batalla de Arica y de la inmolación del Coronel Francisco Bolognesi, patrono de nuestro Ejército, vienen a mi memoria aquellas palabras que mis maestros solían repetirme en el colegio acerca de nuestra bandera bicolor: “Roja por la sangre de nuestro héroes, blanca por la pureza de nuestros santos”. Así nos enseñaron de niños a comprender el sentido simbólico de los colores de nuestro glorioso pabellón nacional. Curiosamente el color blanco está ubicado en el centro de nuestra bandera. ¿No querrá ello indicarnos que la identidad cultural del Perú tiene un substrato innegable y profundamente cristiano y católico? ¿No querrá ello recordarnos que en el corazón de nuestra cultura está desde hace más de cinco siglos presente la huella viva del Evangelio del Señor Jesús que todo lo vivifica y eleva? ¿No lo atestigua así la vida de nuestros santos y la profunda religiosidad cristiana de nuestro pueblo?
Por ello ningún intento serio por comprender la peruanidad puede prescindir de este sólido punto de referencia: la fe católica, que mediante el proceso histórico de la evangelización constituyente integró los auténticos valores humanos y culturales de nuestro pasado milenario, uniéndolos a unos nuevos y les dio su cohesión, identidad y despliegue en un proceso denominado mestizaje cultural. La Iglesia Católica ha sido y es un elemento decisivo en la formación histórica, cultural y moral del Perú.
Hoy en día, algunos pretenden redefinir al Perú como una república pluricultural. Si ello es así el Perú no sería más que la suma sin unidad alguna de más de un proceso histórico; con más de una tradición; con más de una identidad y cuyos habitantes solamente compartirían de manera fortuita un mismo territorio. Es decir, el Perú carecería de unidad y estaría sumergido en un relativismo absoluto. Más aún careceríamos de identidad nacional.
Creemos más bien que el Perú es una sola cultura heterogénea, es decir una sola realidad cultural compuesta de varios elementos. Y que para reencontrar nuestra propia identidad no podemos dejar de reconocer nuestras profundas raíces cristianas. Pretender desconocer esto podría encaminar al Perú en el peligroso camino de la anarquía. Al recordar en este día a nuestra única bandera, día de la gloriosa Batalla de Arica, que sus colores nos recuerden que somos una sola realidad histórica, con un mismo pasado, con un presente común y con la misma esperanza en un futuro mejor.
Que el rojo nos recuerde la entrega valiente, abnegada y sacrificada de tantos hombres y mujeres que ayer como hoy han entregado sus vidas por construir un Perú grande, justo y reconciliado. Que su blanco nos recuerde la grandeza de nuestros santos, el tesoro que constituye nuestra fe cristiana y nuestra impronta católica. No necesitamos de ideologías ajenas a nuestra realidad histórica y cultural para construir el futuro del Perú.
“Tengo deberes sagrados que cumplir, y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”. Esta fue la respuesta llena de amor por la Patria y de heroicidad que el Coronel Francisco Bolognesi dio al mayor del ejército chileno José de la Cruz Salvo un día como hoy hace 127 años.
A pesar del tiempo transcurrido estas palabras nos siguen estremeciendo y cuestionando hondamente. Y no fue menor la respuesta de los demás defensores de Arica cuando uno a uno, por orden de graduación, fueron consultados sin que se alzara ninguna voz discrepante: “Sí Juro. Cuando menos sea nuestra fuerza, más animoso debe ser nuestro corazón”. Y junto a Bolognesi cayeron regando con su sangre nuestro suelo tantos héroes como Alfonso Ugarte, Juan Guillermo Moore, José Joaquín Inclán, Justo Arias Aragüez, Mariano Bustamante, Ricardo O’Donovan, Ramón Zavala, Armando Blondel, Felipe Zela, Fermín Nacarino y más de 1,000 soldados peruanos. Jorge Basadre, nuestro gran historiador, dirá que a través de este sacrificio los defensores de Arica, “nos han dado ese aliento misterioso que debe acerar nuestra alma colectiva para enfrentar dificultades”.
Que la respuesta de nuestros Héroes, llena de amor y sacrificio por el Perú y por su futuro, ilumine nuestra respuesta de vida en el hoy de nuestra Patria, para que dejando de lado nuestros intereses personales y egoísmos nos comprometamos todos los peruanos, con uniforme o sin él, por lograr el bien de todos y de cada uno, especialmente de los más débiles y necesitados, porque todos somos verdaderamente responsables de todos. Sólo así edificaremos el Perú grande y solidario que nos reclaman la sangre de nuestros héroes, la pureza de nuestros santos y los niños y jóvenes del Perú de hoy.
San Miguel de Piura, 7 de junio de 2007
Mons. JOSÉ ANTONIO EGUREN ANSELMI, SCV.
Arzobispo Metropolitano de Piura