ORACIÓN PATRIÓTICA EN EL DÍA DEL COMBATE DE ANGAMOS 2016
8 de Octubre
Como cada 8 de octubre, los peruanos, y con particular emoción patriótica los piuranos por ser sus paisanos, rendimos sentido homenaje al Gran Almirante del Perú y Peruano del Milenio, don Miguel Grau Seminario. Lo realizado por él insigne marino, durante la Guerra del Pacífico, al mando del Monitor “Huáscar” y por su tripulación de valientes peruanos en seis meses de campaña naval, fue una verdadera hazaña cuyas glorias jamás podrá olvidar el Perú, y que se seguirán transmitiendo de generación en generación como lo hacemos hoy, 137 años después de librado el glorioso combate de Punta Angamos.
Un solo y pequeño buque peruano de escasamente 60 metros de eslora, desafío a toda una poderosa escuadra naval como la chilena. Mientras Grau fue el comandante del “Huáscar” y en su mástil estuvo afianzando el glorioso bicolor nacional, el cual nunca fue arriado, no sólo impidió el desembarco de las fuerzas chilenas en suelo peruano sino que llevó la guerra al mismo territorio enemigo, paseando por sus costas y sus mismas plazas fuertes nuestro sacrosanto pabellón nacional. Por sus proezas y acciones nuestro Monitor adquiere la fama de “buque fantasma”, porque puede estar en todas partes y aparecerse en cualquier momento.
El combate de Angamos no fue un hecho aislado de coraje, valor y patriotismo de parte de Grau y de su tripulación de heroicos marinos. Antes de la tragedia de Angamos, y en ciento ochenta días de campaña, el “Huáscar” bajo el mando del Gran Almirante del Perú, libró el combate de Iquique el 21 de mayo de 1879 con los buques Esmeralda y Covadonga, hundiendo al primero con su legendario espolón y levantando el bloqueo de este importante puerto peruano, punto de salida de nuestras exportaciones de salitre. El 26 del mismo mes libra el combate con los fuertes y baterías de Antofagasta. Posteriormente el 3 de junio, se da el encuentro y el cañoneo con el blindado Blanco Encalada y la cañonera Magallanes frente a Sama. El 10 de julio nuevamente en Iquique, combate el “Huáscar” con el Matías Causiño, y la corbeta Abtao, la cañonera Magallanes y el blindado Cochrane, combate que dio por resultado la inutilización del primero y el segundo levantamiento del bloqueo de aquel puerto peruano, capital del departamento de Tarapacá. El 28 de agosto libra desigual enfrentamiento con los fuertes y baterías de Antofagasta, con la cañonera Magallanes y la corbeta Abtao que defendían también aquella plaza, en la quedó fuera de combate la última. A todo ello se suma la captura y destrucción de muchos bergantines, goletas, barcas, transportes y lanchas chilenas entre las que destaca el apresamiento del transporte “Rímac”, el 23 de julio de 1879, causando con ello una grave crisis política en Chile. A todo esto hay que sumar los diversos cortes de las comunicaciones telegráficas submarinas. Una total proeza y gesta sólo comprensible porque en ese pequeño Monitor latía en sus entrañas todo el corazón del Perú.
Doscientos corazones palpitaban en el buque a un solo impulso: La defensa del Perú. Después de su captura y posterior puesta en servicio bajo bandera chilena, el “Huáscar” nunca fue el mismo. Perdió toda su alma y su espíritu, y no fue más que una sombra o espectro de lo que había sido, porque era Grau y su tripulación lo que le daba al pequeño Monitor toda su fuerza, su nervio y su corazón. Si hoy en día el célebre Monitor nos sigue estremeciendo en su cautiverio es porque el espíritu del noble comandante del “Huáscar” y su bizarra tripulación siguen presentes en su cubierta, en su torre de mando, en sus puestos de combate, en su cuarto de máquinas, en su sala de calderas, en sus pañoles de provisiones y municiones, y en su enfermería. Quien hoy visita al “Huáscar”, ese pedazo del Perú cautivo, así lo experimenta, e incluso si agudiza el oído del alma, puede aún escuchar la vibrantes arengas de Grau desde su torre de mando como aquella que dirigió a sus hombres momentos antes al combate con el blindado Blanco Encalada y la corbeta Magallanes, el 3 de junio de 1879: “Valientes del Huáscar, no importa que sus fuerzas sean superiores, porque tenéis un corazón aún mucho más fuerte, pues se halla blindado por el ardiente fuego del patriotismo y venceréis porque nuestra causa es santa”. Sí señores, era Grau y su tripulación el alma del “Huáscar”.
Nunca dejaremos de asombrarnos de la rica personalidad del Gran Almirante a quien con justicia llamamos el “más heroico y abnegado defensor del Perú”. Al comandante Grau una sola idea y sentimiento lo dominaba: La defensa de la Patria.
Sólo ambicionaba una cosa: Servir al Perú si era necesario con el sacrificio de su propia vida. Las glorias que recibía, las ponía humilde y modestamente en el altar de la Patria. Sí, la humildad y la modestia marcaban fuertemente su naturaleza, lección que todos los peruanos y en particular sus autoridades debemos aprender. De otro lado un gran rasgo de su formidable personalidad fue su gran nobleza, su profunda humanidad y su hidalga caballerosidad que exceden largamente a lo que se espera de un líder militar durante una guerra. A todo esto se le unía su gran experiencia marinera, su calidad profesional y su gran coraje y valor. Grau era un hombre sencillo y bondadoso, austero y sin afectaciones, cuyo coraje no está vinculado a la esperanza de triunfo. Él sabe que no puede triunfar pero lucha como si el triunfo estuviera al alcance de su mano, y esto es lo admirable en él. Igualmente así como amaba entrañablemente a su familia, a su adorada Dolores y a sus hijos, así también apreciaba y estimaba a sus jefes, oficiales y tripulación, para los cuales siempre pedía que se les dotase de todo lo necesario, así como de los ascensos, medallas y reconocimientos que en justicia también ellos merecían por su amor y entrega desinteresada al Perú. Su tripulación lo respetaba y admiraba, y por ello todos los supervivientes del “Huáscar” sin excepción mencionaron en sus cartas a sus familiares después del Combate de Angamos, la triste noticia de la muerte de su querido Comandante: “La pérdida del digno, valiente y modesto contralmirante Grau es irreparable”. “Murió nuestro querido comandante”. “Querida Mamá te daré la fúnebre noticia de la muerte de nuestro querido jefe el comandante Grau”, son algunas expresiones que nos ayudan a comprender cuán amado era Grau por su tripulación.
¿Cómo comprender una personalidad tan rica? ¿Dónde se forjó ésta? No nos cansaremos de decirlo: Es en su fe cristiana la base donde se asienta y se forja el edificio de su extraordinaria personalidad. Grau es un creyente en la Iglesia Católica, y vive las virtudes cristianas que fecundan y elevan sus virtudes naturales y castrenses.
Pero junto con Grau, es también su tripulación el corazón del “Huáscar”. Ahí están entre muchos otros Elías Aguirre, Diego Ferré, José Melitón Rodríguez, y Enrique Palacios que junto con Grau entraron en la gloria un día como hoy. Pero esta mañana quisiera referirme a dos jóvenes oficiales que nos hablan también de la calidad de peruanos que luchaban en el “Huáscar”. Dos oficiales que murieron antes del 8 de octubre. Me refiero a los tenientes segundos don Jorge Velarde y don Carlos de los Heros, fallecido el primero en el Combate de Iquique el 21 de mayo de 1879 y el segundo en el Combate de Antofagasta el 28 de agosto de 1879. Del primero Grau dirá en su parte al Director de Guerra y Director de Marina: “No puedo prescindir de llamar la atención de V.E. hacia la sensible pérdida del teniente 2º graduado don Jorge Velarde, para significar el notable comportamiento y arrojo con que este oficial conservó su puesto en la cubierta al pie del pabellón, hasta ser víctima de su valor y serenidad”. De Carlos de los Heros, el comandante del Huáscar escribirá en una sentida carta de pésame a su padre Juan: “Me mueve además y me aflige sobre manera recordar, sin esperanza de volverle a ver, a uno de los oficiales más distinguidos que he tenido bajo mis órdenes; su ejemplar modestia, su pundonoroso comportamiento, su caballeroso porte y cuantas dotes personales pueden adornar a un oficial estaban reunidas en él y se notaban con sin igual naturalidad”. Es bueno señalar que De los Heros era como Grau, un hombre muy religioso, pues entre sus pertenencias guardaba varios escapularios, un detente, una imagen del Corazón de María y un cuadrito con una estampa de Santa Rosa de Lima, como la que tenía Grau en su camarote. En resumen era un oficial pulcro, disciplinado y creyente.
Sin lugar a dudas fuimos moralmente superiores pero lo que nos faltó fue el equipamiento necesario, lección que tenemos que aprender de la historia para que ésta nunca se vuelva a repetir. Dios quiera que siempre en el Perú contemos con peruanos íntegros como Grau y su tripulación, con peruanos que tengan un solo ideal que abrase sus corazones: ¡Amar y servir al Perú!
A los queridos marinos de mí Patria hoy quiero decirles: Grau y su tripulación son para ustedes el norte y la guía de todo lo que están llamados a ser y de todo lo que deben de llegar a ser. Grau y los valientes del “Huáscar”, les reclaman desde la eternidad, vivir con pasión su vocación naval defendiendo fielmente, por Dios y por la Patria, el honor y el prestigio del Perú cuando sea necesario. Y a todos nosotros sus compatriotas y paisanos nos deja el mensaje que tan bien expresa Jorge Basadre es su “Efigie de Grau”: “Grau expresa las potencialidades que, a pesar de todo, hay en nuestras gentes. Nos da un incorruptible tesoro espiritual: Hierro de heroísmo, plata de aptitud, oro de bondad. Y como todos los grandes de esta América, para la que la historia es sólo prólogo, puede ser llamado Adelantado, Fundador, Padre”. Por eso, ¡Somos Grau, seámoslo siempre! Amén.
San Miguel de Piura, 08 de octubre de 2016