Homilías

HOMILÍA DEL ARZOBISPO METROPOLITANO EN LA SANTA MISA EN HONOR AL SEÑOR DE LOS MILAGROS 2020

“Señor de los Milagros, tus fieles devotos imploramos tu bendición”

Hoy celebramos en la Iglesia la “Jornada Mundial de las Misiones”, Jornada que tiene por finalidad avivar en nosotros el recuerdo que la Evangelización, “constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para Evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la Santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa”.[1] En esta misión Evangelizadora de la Iglesia, todos los bautizados y confirmados tenemos el deber de participar activamente. 

Ahora bien, Jesucristo, nuestro Señor, es el primer y más grande Evangelizador. Él es el Evangelizador viviente en su Iglesia. En el caso del Perú no hay mayor evangelizador o misionero que el Señor de los Milagros, quien cada año sale a nuestro encuentro para anunciarnos la Buena Nueva del Evangelio que no es otra sino Él mismo, el Camino, la Verdad, y la Vida, porque, “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”.[2]

El Evangelio de hoy (ver Mt 22, 15-21), recoge la célebre frase de Jesucristo: “Dadle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Fieles al pedido del Señor, démosle a Dios lo que es de Dios. Y del Señor de los Milagros son nuestras calles y plazas, son nuestros hogares y familias, es nuestra Ciudad, nuestra Región y nuestra Patria. Del Señor de los Milagros es nuestra vida y corazón.

Cuando al concluir esta Santa Misa, el Señor salga a recorrer nuestra Piura, además de suplicarle por nuestras necesidades, démosle nuestros corazones, todo lo que somos y tenemos. Hagámoslo a través del homenaje de nuestra fe, que es la más bella de las flores y el más perfumado de los sahumerios, y digámosle: “A ti venimos Cristo Moreno, a ti venimos Cristo de las Maravillas, para darte nuestro amor e implorar tu bendición, a Ti venimos que en el misterio de la Cruz lo diste todo por nosotros”.  

A lo largo de más de tres siglos de nuestra historia, el Señor de los Milagros ha consolado y sanado al Pueblo Peruano de peligros tan terribles como han sido los más severos desastres naturales, terremotos y guerras que ha padecido nuestra Patria. Tengamos la seguridad que hoy sabrá sanarnos y salvarnos de esta pandemia.

Pero a la célebre sentencia del Señor en el Evangelio podríamos agregarle esta otra, sin faltarle el respeto a su Palabra: “Démosle al Pueblo, lo que es del Pueblo”. Y el Señor de los Milagros pertenece al pueblo.

Ciertamente la bendita imagen del Señor de los Milagros tuvo su origen en la Providencia Divina, en la iniciativa amorosa de Dios, pero el instrumento escogido por el Señor para pintar en un humilde muro de adobe la imagen de Cristo crucificado, fue un negro esclavo angola. La devoción al Señor de los Milagros surge por iniciativa divina en el seno del pueblo más humilde, en los descartados del siglo XVII, en una cofradía de esclavos, quienes en torno a la imagen del Señor crucificado encontraban comprensión, alivio, consuelo y amor para su dolor. Desde ahí la devoción al Cristo Morado se irradió a todo el Perú y el mundo entero, sellando la identidad cristiana y católica del pueblo peruano en una devoción que nos hermana y une a todos sin distinción de clases y color. “El culto en una cofradía, se extendió a una nación, así inspirada oración, surgió en la Patria mía”.[3]

La devoción al Señor de los Milagros es una devoción surgida en el seno del Santo Pueblo de Dios, y en estas horas nuestro pueblo pide su presencia amorosa y confortadora, de ahí el esfuerzo que hemos hecho para hacer posible el recorrido de hoy. Mi gratitud a nuestra Policía Nacional, a la Hermandad del Señor de los Milagros de Piura, y a todos los que han hecho posible el recorrido de hoy por su incondicional apoyo y trabajo.

Mi exhortación a todos a que observemos durante el recorrido las medidas de distanciamiento social y bioseguridad, así como el uso de la mascarilla.

Miremos el paso del Señor desde nuestras casas, ventanas, balcones y azoteas, evitando salir de nuestros domicilios y acercarnos a la Sagrada Imagen durante el recorrido. Haciendo un gran esfuerzo, trasmitiremos en el Facebook del Arzobispado de Piura todo el paso del Señor para que todos puedan participar y nadie se sienta excluido.     

Con frecuencia el Papa Francisco denuncia la invasión de un constante colonialismo ideológico que busca, “entrar en un pueblo con una idea que no tiene nada que ver con él […] y colonizarlo con una idea que cambia o pretende cambiar su mentalidad o su estructura”.[4] Estos intentos buscan borrar la identidad de los pueblos y en nuestro caso la identidad cristiana y católica que sella nuestra peruanidad. A aquellos que están detrás de esta agenda es bueno recordarles que no lograrán su ruin objetivo, como en su momento no pudieron hombres y naturaleza borrar y desaparecer la Sagrada Imagen del Señor de los Milagros. Así lo proclama un hermoso poema dedicado al Señor, escrito en 1986, por Luis Bárcena Giménez:

“Tu imagen quisieron borrar
los hombres y la naturaleza
pero tu divina grandeza
por siempre iba a perdurar”.

Sí hermanos, nada ni nadie podrá borrar esta devoción del alma peruana y con ello la profunda fe cristiana que anida en el corazón de los peruanos.

Queridos Hermanos: Que esta hermosa devoción al Señor de los Milagros nos lleve a experimentar la cercanía y la ternura de Dios en medio de la muerte, el dolor, la soledad, y la incertidumbre de la hora actual. Con este recorrido, el Señor nos anima a mantener viva la esperanza y la alegría que brota de saber que Él no nos abandona, que Él siempre está a nuestro lado y que nunca deja de amarnos.

Que María Santísima quien, desde la Nube del Cielo, no deja de mirarnos, cuidarnos e interceder por nosotros, ruegue también por quienes somos sus hijos, hijos de su gran fe. Amén.

San Miguel de Piura, 18 de Octubre de 2020
XXIX Domingo del Tiempo Ordinario

[1] San Paulo VI, Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi, n. 14.

[2] S.S. Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii gaudium, n. 1.

[3] Poema al Señor de los Milagros, de Luis Bárcena Giménez, en Poemario “Canto Peruano” 1988.

[4] S.S. Francisco, Mensaje al XXXVI Meeting para la amistad entre los pueblos [Rímini, 20-26 de agosto de 2015], 17-VIII-2015.

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