La Familiaris Consortio y la defensa de la vida
El 22 de Noviembre de 1981, SS. Juan Pablo II dio a conocer al mundo su Exhortación Apostólica “Familiaris Consortio”, como fruto doctrinal y pastoral del Sínodo de los Obispos de Octubre de 1980, que se centró en la misión de la familia cristiana en el mundo contemporáneo.
Después de la aparición de la Familiaris Consortio , en el mundo se han producido muchos cambios y en la Iglesia también: la Pastoral Familiar y la reflexión teológica sobre el matrimonio y sobre la vida, se han desarrollado mucho. Además, los movimientos de espiritualidad conyugal se han multiplicado y diversificado constantemente.
Por otro lado, las amenazas contra la familia se han intensificado. Del problema del divorcio, a las parejas de hecho. Del problema del tratamiento de la infecundidad, al del embrión creado a la medida. Del problema del aborto, al de la manipulación de embriones. Del problema de la anticoncepción hormonal, al problema de la píldora abortiva “del día siguiente”.
Públicamente se pone en duda el bien de la familia, contraponiéndole modelos equívocos, incluido la unión entre homosexuales y otros “estilos de vida” que excluyen el compromiso conyugal, la fidelidad y el verdadero amor.
Estas dificultades, son precisamente las que nos debe impulsar a profundizar el núcleo del mensaje de la Familiaris Consortio : la buena nueva sobre la familia, tal como procede del Plan de Dios, desde sus orígenes. La Familia Cristiana , cuando es fiel a sí misma, testimonia su dinamismo y la esperanza que entraña.
La exhortación apostólica Familiares Consortio subraya la identidad de la familia fundada en el matrimonio como comunidad de vida y de amor conyugal, una entrega sin reservas del hombre y de la mujer con un amor abierto a la vida. La familia es una institución natural anterior a cualquier organización política o jurídica querida directamente por Dios.
Para la familia, “arquitectura de Dios” y también “arquitectura del hombre”, la Familiares Consortio le asigna cuatro importantes cometidos:
1- Formación de una comunidad de personas.
2- Servicio de la vida.
3- Participación en el desarrollo de la sociedad; y
4- Participación en la vida y misión de la Iglesia.
En esta oportunidad quiero dar énfasis al cometido de Servicio a la Vida .
La Familiares Consortio , asigna a la familia como cometido fundamental el servicio a la vida, como una participación singular en el misterio de la vida y del amor de Dios mismo. Profundiza la enseñanza y doctrina de la Iglesia , que no separa el amor y el compromiso recíproco de los cónyuges, de la misión procreadora encomendada a ellos dentro de un lugar adecuado del matrimonio, constituyendo a los cónyuges en cooperadores del Amor Creador de Dios
La exhortación, presenta una visión renovada de la sexualidad en el marco de la comunión, alma y cuerpo de los cónyuges. Bajo una visión que no puede separar el alma del cuerpo, el acto sexual se muestra como expresión del don total de la persona a la persona. Subraya que la anticoncepción opuesta voluntariamente al nacimiento de la vida, altera la relación de amor auténtico entre los cónyuges.
Por otro lado, en los últimos tiempos, se ha constatado los progresos realizados en el campo de los métodos naturales, que respetan el cuerpo y están abiertos a la vida. Estos métodos, pueden constituirse en una pedagogía para un amor que respeta la peculiaridad femenina e implica un diálogo auténtico entre los esposos. Estos métodos naturales sólo usados cuando hay motivos justos y graves permiten distanciar los nacimientos. Su utilización no tiene ninguna justificación moral cuando se recurre a ellos con una mentalidad hedonista, anti vida, cerrada a la vida.
La misión de maternidad y de paternidad responsable, abierta a la vida, comprende una misión educativa, es decir, la formación integral de los hijos. Cuando los padres asumen la responsabilidad de la venida al mundo de un nuevo ser humano, implica su compromiso a educarlo, a formarlo integralmente. Esta formación, está presentada en la Familiares Consortio , como una participación de los padres en la obra creadora de Dios.
Según el ejemplo que reciben de sus padres, los niños modelan su propia actitud frente a la vida y a sus exigencias. Sus relaciones con hermanos y hermanas inician del mejor modo posible su vida social.
La familia, más que ninguna otra institución, debe asumir la educación sexual de sus hijos. En un clima de confianza y de verdad que debe existir entre padres e hijos, esta formación puede garantizarse de la mejor manera posible, con delicadeza y siempre en función de lo que el niño puede entender en cada nivel de su maduración.
Toda comunidad educativa, debe tener la preocupación de actuar de acuerdo con los padres del educando. Esto es particularmente importante en un campo tan sensible y delicado, como la educación en la sexualidad, en la que la intervención inapropiada o inoportuna, puede causar daños severos en el alma de los niños.
Frente a una mentalidad contra la vida que viene emergiendo en la sociedad, la Iglesia reafirma que la vida, desde la concepción aunque débil y enferma es siempre un don espléndido del Dios de la bondad, en cualquier condición o fase de desarrollo en que se encuentre.
Nos exhorta a rechazar como gravemente injusto el hecho de que en las relaciones internacionales, la ayuda económica concedida para la promoción de los pueblos, esté condicionada a programas de anticoncepción, esterilización y aborto procurado.
Finalmente, nos plantea que “El futuro de la humanidad se fragua en la familia” y nos pide en forma urgente que todo hombre de buena voluntad se esfuerce por salvar y promover los valores y exigencias de la familia, pidiendo un empeño particular a los hijos de la Iglesia , ya que mediante la fe, debemos conocer plenamente el designio maravilloso de Dios.
Plantea que corresponde a los cristianos el deber de “anunciar con alegría y convicción la buena nueva sobre la familia”, ya sea individualmente o en grupos, movimientos o asociaciones que trabajan por el mismo ideal: “Con fidelidad a los valores del Evangelio y con respeto a un legítimo pluralismo, esta colaboración podrá favorecer una promoción más rápida en integral de la familia”.
Por el Dr. Edgar Tejada
Médico
Miembro de la Pontificia Academia para la Vida
Miembro de la Comisión Episcopal de Familia y Vida