4ta. Semana de Preparación
La oración
El espíritu humano tiende a Dios porque Él es su fuente de vida, le busca y le desea. En este sentido la oración se convierte en el alimento espiritual que une al creyente con su creador. La oración fortalece el corazón humano, sacia la sed de Dios, tiende puentes de comunicación entre Dios, la naturaleza, los hermanos y la Iglesia. «La oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría» (Santa Teresa del Niño Jesús, ms. Autob. C 25r).
«La oración es la elevación del alma hacia Dios o la petición a Dios de bienes convenientes» (San Juan Damasceno, f. o. 3,24).
La oración en el hogar: varios momentos y, particularmente el Santo Rosario.
La familia cristiana es el primer ámbito para la educación en la oración.
Fundada en el sacramento del matrimonio, es la «Iglesia doméstica » donde los hijos de Dios aprenden a orar «en Iglesia» y a perseverar en la oración. Particularmente para los niños pequeños, la oración diaria familiar es el primer testimonio de la memoria viva de la Iglesia que es despertada pacientemente por el Espíritu Santo.
Al Santo Rosario se le ha llamado también «Salterio mariano» o «breviario mariano». El Rosario, una de las devociones marianas más extendidas en el pueblo cristiano y que arranca del celo apostólico de Santo Domingo, es para el Diccionario de la Real Academia Española: «Rezo de la Iglesia, en que se conmemoran los veinte misterios principales de la vida de Jesucristo y de la Virgen, recitando después de cada uno un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloriapatri.» En verdad ahí están enunciados los elementos esenciales que lo constituyen, a los que se añaden, según las regiones y devociones, otros también importantes. Si se nos permite, podríamos decir que el Rosario está formado por materiales evangélicos de primera calidad: la selección de los misterios, ordenados en cuatro grupos, gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos, que son pasos decisivos de Jesús y de María que nos llevan de la Anunciación y Encarnación hasta la venida del Espíritu y la coronación de la Virgen; la oración que Jesús nos enseñó para dirigirnos al Padre, y la que la tradición de la Iglesia ha elaborado para saludar a María, empleando en parte las palabras que le dirigieron el Ángel y su prima Isabel; y como broche de cada decena de Avemarías, la fórmula de alabanza trinitaria. Hay que añadir que son partes esenciales del Rosario la meditación y contemplación de los misterios, sin la que su rezo quedaría como un cuerpo sin alma, y las oraciones vocales impregnadas de ese clima de oración y devoción. La Iglesia celebra el 7 de octubre la fiesta de Nuestra Señora, la Virgen del Rosario (Directorio Franciscano: la oración de cada día).
El Papa León XIII dedicó diez encíclicas a propagar esta devoción tan eficaz, que la misma Santísima Virgen en la mayoría de sus apariciones inculca a sus devotos el rezo piadoso del Santo Rosario, así por ejemplo, en Lourdes y en Fátima.
Celebración
1. Preparar un altar y poner sobre él: la imagen de la Santísima Virgen María, un ramo de flores, una vela, y una Biblia.
2. Todo el grupo se sienta alrededor del altar con un Rosario en sus manos y luego se inicia la celebración.
3. Inicio: Un miembro del grupo inicia la oración diciendo:
«En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén»
Luego se prende la vela del altar y se lee el Evangelio de San Mateo 11,25 -27
Mientras se escucha la lectura todos contemplan la imagen de la Santísima Virgen María.
Lector: « En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar»
Palabra del Señor.
Todos contestan: Gloria a ti, Señor Jesús.
Mensaje:
El Rosario es el «compendio del Evangelio». A la contemplación del rostro de Cristo se llega escuchando, en el Espíritu, la voz del Padre, para acogerla, es indispensable ponerse a la escucha: «Sólo la experiencia del silencio y de la oración ofrece el horizonte adecuado en el que puede madurar y desarrollarse el conocimiento más auténtico, fiel y coherente, de aquel misterio». Por tanto el Rosario es una oración netamente Cristológica, es también una de las modalidades tradicionales de la oración cristiana, orientada a la contemplación del rostro de Cristo. Así lo describía el Papa Pablo VI: «Oración evangélica centrada en el misterio de la Encarnación redentora» Así, el Rosario es la oración que Dios por medio de su Iglesia y de nuestra Señora, nos tiene recomendado con mayor insistencia a todos en general como camino y puerta de salvación: «Rezad el Rosario todos los días» (Nuestra Señora, 13 de mayo de 1917).
Para reflexionar en forma personal y/o grupal.
¿Cómo deberíamos considerar a la oración del Santo Rosario?
¿Qué beneficios nos da orar con el Santo Rosario?
Momento de Perdón.
Cada participante pide perdón a Dios por una actitud negativa relacionada con la práctica y el amor al Santo Rosario.
Peticiones.
En este momento podemos hacer una petición a Dios para que oremos siempre con el Santo Rosario según el querer de Dios y su Madre Santísima.
Rosario.
Todos juntos rezan una decena del Rosario (un Padre Nuestro y diez Ave María).
Oración final
Santa María, Madre de Dios, tú has dado al mundo la verdadera luz, Jesús, tu Hijo, el Hijo de Dios. Te has entregado por completo a la llamada de Dios y te has convertido así en fuente de la bondad que mana de Él. Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él. Enséñanos a conocerlo y amarlo, para que también nosotros podamos llegar a ser capaces de un verdadero amor y ser fuente de agua viva en medio de un mundo sediento. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
«En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén»
La paz.
Todos se dan el abrazo de la paz.
b. La Eucaristía: centro y culmen de la vida cristiana.
La Eucaristía es el corazón y la cumbre de la vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asocia su Iglesia a todos sus miembros y a su sacrificio de alabanza y acción de gracias ofrecido una vez por todas en la cruz a su Padre; por medio de este sacrificio derrama las gracias de la salvación sobre su cuerpo, que es la Iglesia.
La Celebración Eucarística comprende siempre: la proclamación de la Palabra de Dios, la acción de gracias a Dios Padre por todos sus beneficios, sobre todo por el don de su Hijo, la consagración del pan y del vino y la participación en el banquete litúrgico por la recepción del Cuerpo y de la Sangre del Señor: estos elementos constituyen un solo y mismo acto de culto.
La Eucaristía expresa el amor y la entrega total de Jesús por nuestra salvación: «Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn. 13, 1). Por amor, Jesucristo, se queda con nosotros y nos ofrece cada día su Cuerpo y su Sangre para que tengamos vida en abundancia.
Celebración
1. Preparar un altar y poner sobre él: la imagen de la Santísima Virgen María, un ramo de flores, una vela, y una Biblia.
2. Todo el grupo se sienta alrededor del altar con un Rosario en sus manos y luego se inicia la celebración.
3. Inicio: Un miembro del grupo inicia la oración diciendo:
«En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén»
Luego se prende la vela del altar y se lee el Evangelio de San Mateo 26, 26 -28
Mientras se escucha la lectura todos contemplan la imagen de la Santísima Virgen María.
Lector: «Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y, pronunciada la bendición, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, este es mi cuerpo». «Tomó luego un cáliz y, dadas las gracias, se lo dio diciendo: «Bebed de él todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados»
Palabra del Señor.
Todos contestan: Gloria a ti, Señor Jesús.
Mensaje:
Eucaristía significa «acción de gracias». En sentido estricto, es la celebración del memorial de Jesús por medio de la Santa Cena. A partir del Vaticano II, la entendemos como «cena de los cristianos », «acción de gracias dirigida a Dios», «memorial del sacrificio de Cristo», «Nueva Alianza de fe» y «presencia del Crucificado y Resucitado en medio de nosotros».La Eucaristía es el sacramento de la obra salvífica de Dios. Y de la vivencia de esta salvación goza la comunidad. En ella se hace presente la comunión con Dios y la comunión fraterna. Al participar de la Eucaristía, sacramento de la pascua, hemos de estar dispuestos a emprender el camino del Señor Jesús. Por tanto la eucaristía como banquete, fiesta, sacrificio, pascua, reunión, perdón, alianza, es un misterio inefable que el creyente ha de ir practicando a lo largo de su vida. Además alimentará su fe y la de la Iglesia.
Para reflexionar en forma personal y/o grupal.
¿Qué nos recuerda la Eucaristía?
¿Por qué nos mandó Jesús comer el Pan de Vida?
Momento de Perdón.
Cada participante pide perdón a Dios por una actitud negativa relacionada con la Eucaristía.
Peticiones.
En este momento podemos hacer una petición a Dios para amar y respetar la Eucaristía.
Rosario.
Todos juntos rezan una decena del Rosario (un Padre Nuestro y diez Ave María).
Oración final.
Madre Santísima, Madre de Jesús, condúcenos hacia tu Divino Hijo por el camino del Evangelio, para que nuestra vida sea el cumplimiento generoso de la voluntad de Dios, condúcenos a Jesús, que se manifiesta y se nos da en la Palabra revelada. Danos una fe firme, una esperanza sobrenatural una caridad ardiente y una fidelidad viva a nuestra vocación de bautizados, ayúdanos a ser agradecidos a Dios, exigentes con nosotros mismos y llenos de amor con nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
«En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
La paz.
Todos se dan el abrazo de la paz.