Homilías

HOMILÍA DEL ARZOBISPO METROPOLITANO EN EL III DOMINGO DE ADVIENTO 2023

“Jesús es nuestra alegría”
III Domingo de Adviento o de Gaudete
¡Feliz cumpleaños Papa Francisco!

Estamos ya en el corazón del Adviento, y la liturgia de este III Domingo está toda traspasada por el gozo de la Navidad ya cercana. A este Domingo también se le conoce como “Domingo de Gaudete”, palabra latina que significa “regocíjense”, alégrense” o “estén alegres”. 

El nombre de este Domingo está inspirado en la antífona de entrada de la Misa de hoy tomada de este pasaje del profeta Sofonías: “¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén! Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti, ha alejado a tu enemigo. ¡Yahveh, Rey de Israel, está en medio de ti, no temerás ya ningún mal! Aquel día se dirá a Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión, no desmayen tus manos! Yahveh tu Dios está en medio de ti, ¡un poderoso salvador! Él exulta de gozo por ti, te renueva por su amor; danza por ti con gritos de júbilo” (Sof 3, 14-18). 

Por este motivo la Iglesia cambia hoy el color litúrgico morado, propio del Adviento, por el rosado (un morado más claro), para animarnos de esta manera a continuar con más esperanza y alegría en la preparación de la celebración de la Solemnidad de la Natividad del Señor, porque muy pronto nacerá el Salvador que aguardamos. ¡Jesús está cada vez más cerca de nosotros!

¡Jesús es la fuente de nuestra alegría!

Estemos alegres porque pronto será Navidad, y el Señor Jesús, el Salvador que tanto aguardamos y necesitamos, pronto nacerá. ¡Él, es la fuente de nuestra alegría!

Dios viene a visitarnos, y por eso nada ni nadie puede robarnos la alegría de sabernos amados por Él. La desesperanza no es cristiana porque ella surge de no haber experimentado la ternura y el amor misericordioso de Dios, que precisamente se nos revela y se nos da en el misterio del nacimiento de su Hijo, de Santa María, la Virgen Madre. En cambio, la esperanza y la alegría nacen de descubrirnos amados y perdonados por el Señor; brotan de descubrir que Él camina con nosotros, de que Él está siempre a nuestro lado, y de que nunca nos abandona, sobre todo en las pruebas y sufrimientos de la vida.

Sí, hermanos, “la alegría debe ser la característica de nuestra fe. También en los momentos oscuros, esa alegría interior de saber que el Señor está conmigo, que el Señor está con nosotros, que el Señor ha resucitado. ¡El Señor! ¡El Señor! ¡El Señor! Este es el centro de nuestra vida, este es el centro de nuestra alegría. Pensad bien hoy: ¿Cómo me comporto yo? ¿Soy una persona alegre que sabe transmitir la alegría de ser cristiano, o soy siempre como esas personas tristes que, como he dicho antes, parece que están en un funeral? Si yo no tengo la alegría de mi fe, no podré dar testimonio y los demás dirán: «Si la fe es así de triste, mejor no tenerla»”.[1] 

Prepararemos con ilusión el pesebre navideño

Preparemos entonces con ilusión el pesebre navideño. Que los nacimientos o belenes que en estos días comenzamos a poner en nuestros hogares, iglesias, plazas y calles, sean un símbolo de hacerle un lugar a Dios-Amor en nuestro corazón y en nuestra sociedad. No nos olvidemos que el verdadero sentido de estas fiestas se encuentra en Jesús. Él es quien da sentido a todo lo que celebraremos en Navidad. Esto es lo que nos recuerda el belén navideño. 

Al respecto el Papa Francisco nos dice: “¿Por qué el belén suscita tanto asombro y nos conmueve? En primer lugar, porque manifiesta la ternura de Dios. Él, el Creador del universo, se abaja a nuestra pequeñez. El don de la vida, siempre misterioso para nosotros, nos cautiva aún más viendo que Aquel que nació de María es la fuente y protección de cada vida. En Jesús, el Padre nos ha dado un hermano que viene a buscarnos cuando estamos desorientados y perdemos el rumbo; un amigo fiel que siempre está cerca de nosotros; nos ha dado a su Hijo que nos perdona y nos levanta del pecado. La preparación del pesebre en nuestras casas nos ayuda a revivir la historia que ocurrió en Belén. Naturalmente, los evangelios son siempre la fuente que permite conocer y meditar aquel acontecimiento; sin embargo, su representación en el belén nos ayuda a imaginar las escenas, estimula los afectos, invita a sentirnos implicados en la historia de la salvación, contemporáneos del acontecimiento que se hace vivo y actual en los más diversos contextos históricos y culturales”.[2] El belén navideño, llena el corazón de paz y esperanza por la alegría del misterio de la Encarnación-Nacimiento del Hijo de Dios, de Santa María, la Virgen. 

Que los nacimientos que pongamos en estos días sean también una invitación a acoger a Jesús escondido en el rostro de tantas personas que están en condiciones de pobreza y sufrimiento, sobre todo en los enfermos, los encarcelados, los ancianos que viven en soledad, los migrantes, y los niños.

Juan: “El Señor ha tenido misericordia”

El Evangelio de hoy Domingo (ver Jn 1, 6-8.19-28), vuelve a presentarnos la persona y misión de San Juan el Bautista. Pero detengámonos un instante a considerar qué significa el nombre “Juan”. Al igual que Jesús, este nombre le fue dado por el Arcángel Gabriel, cuando anunció su nacimiento a su padre Zacarías, mientras él se encontraba oficiando en el santuario. Efectivamente el Angel del Señor le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada. Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan” (Lc 1, 13). Juan, fue hijo único de Isabel, una madre estéril y de edad avanzada. Por eso cuando nació, todos querían llamarlo igual que su padre, es decir, Zacarías. Su madre, para sorpresa de todos intervino y dijo: “No, se ha de llamar Juan” (Lc 1, 60). Y cuando la gente perpleja le preguntó a su padre, éste escribió en una tablilla: “Juan es su nombre” (Lc 1, 63). Pero ¿cuál es el significado del nombre de Juan? Juan significa: “El Señor ha tenido misericordia”. Ya en su nombre, el Bautista nos señala y conduce a Jesús, la misericordia encarnada.

Adhesión a Jesús y fidelidad a la Verdad

La fuerte personalidad religiosa y la recia predicación de San Juan llevaron a muchos, entre ellos a los sacerdotes y a los levitas, a creer que él era el Mesías esperado.

Por eso cuando le preguntan, ¿quién eres tú?, él mismo, con la clara conciencia de ser tan sólo aquel que prepara los caminos al Señor, se apresura en aclarar con gran humildad que él no era el Mesías esperado: “Y le preguntaron: ¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Él dijo: No lo soy. ¿Eres tú el profeta? Respondió: No. No soy el Cristo, no soy Elías, no soy el profeta” (Jn 1, 20-21).

Como decíamos el domingo pasado, Juan nos da un ejemplo admirable de humildad y fidelidad a su misión. Cuando fácilmente pudo haberse hecho pasar por el Mesías, y caer en vanagloria, claramente se define tan sólo como, la “voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías” (Jn 1, 23). 

Juan habla de Cristo con estas palabras que son toda una invitación a que hagamos del Adviento y de la Navidad tiempos propicios para redescubrir a Jesús como el Camino a recorrer, la Verdad a ensayar, y la Vida a vivir: “Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia” (Jn 1, 26-27). 

Que la figura religiosa de San Juan nos transmita su total adhesión a Jesús, y su fidelidad inquebrantable a la Verdad por la cual dio su vida muriendo mártir (ver Mc 6, 27-29), porque “no se puede descender a negociar con el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad. La Verdad es verdad y no hay componendas”.[3]

En este III Domingo de Adviento, “estemos alegres”. La alegría cristiana brota de la fe y del encuentro con Cristo, fuente de nuestra felicidad y salvación. Por eso, cuanto más unidos estemos al Señor por la fe, más felices seremos, y más paz tendremos en el corazón, incluso si estamos atravesando áridos caminos o vivimos en medio de grandes pruebas y dificultades. Quien ha encontrado a Cristo en su vida no es nunca un profeta de miserias, sino todo lo contrario, un mensajero de esperanza y de alegría, como San Juan el Bautista.

Así como la Virgen María pronunció su “Hágase”, su “Sí” en la Anunciación-Encarnación, y ello colmó su vida de gozo y felicidad, así también nosotros abramos nuestros corazones al Niño Jesús que pronto nacerá, porque Él es la verdadera causa de nuestra alegría, al darnos vida, y vida eterna.

¡Feliz cumpleaños Papa Francisco!

Queridos hermanos, el día de hoy, nuestro corazón se alegra de manera especial porque nuestro querido Papa Francisco, está de cumpleaños.

Desde nuestra Iglesia particular, y en nombre de todos los piuranos y tumbesinos, le hacemos llegar al Santo Padre, nuestra más cordial felicitación, y le renovamos nuestra explícita fidelidad y obediencia, ya que, como Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles”.[4]

Rezamos por sus intenciones, rogamos también por su salud y santidad, y le deseamos que, con solidez de roca apostólica, guíe a la Iglesia por los caminos del Plan de Dios. 

San Miguel de Piura, 17 de diciembre de 2023
III Domingo de Adviento o de Gaudete

[1] S.S. Francisco, Angelus, 13-XII-2020.

[2] S.S. Francisco, Carta Apostólica Admirabile signum, n. 3; 01-XII-2019.

[3] S.S. Benedicto XVI, Audiencia General, 29-VIII-2012.

[4] Lumen gentium, n. 23.

Puede descargar esta Reflexión Dominical de nuestro Arzobispo AQUÍ

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