HOMILÍA DEL ARZOBISPO METROPOLITANO CON OCASIÓN DE LA PASCUA 2024
DOMINGO DE PASCUA
Vigilia Pascual
“Ha resucitado, no está aquí”
En esta noche santa, hay alegría en nuestro corazón, porque Cristo ha resucitado. Hay alegría en nuestro corazón, porque el Amor ha vencido, porque Dios siempre puede más.
El acontecimiento más decisivo de toda la historia de la salvación es la Resurrección del Señor Jesús, porque ella es la derrota definitiva del pecado, de la muerte, y de toda forma de mal. La solemnidad de la Pascua es la irrupción desbordante de la victoria y la alegría.
La Resurrección es una realidad histórica
“La resurrección, no es una teoría, sino una realidad histórica revelada por el Hombre Jesucristo mediante su «pascua», su «paso», que ha abierto una «nueva vía» entre la tierra y el Cielo. No es un mito ni un sueño, no es una visión ni una utopía, no es una fábula, sino un acontecimiento único e irrepetible: Jesús de Nazaret, hijo de María, que en el crepúsculo del Viernes fue bajado de la cruz y sepultado, ha salido vencedor de la tumba”.[1]
Por eso, en esta Noche Santa, brota de nuestros corazones y gargantas el canto del ¡Aleluya!, que significa “alabad a Dios”. Más que una palabra, es un clamor de gozo inefable por el triunfo de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte, de la gracia sobre el pecado, en definitiva, por el triunfo del Amor.
Que las palabras del Ángel de la Resurrección remuevan de nuestros corazones la pesada piedra de la desesperanza, de la incertidumbre y del miedo: “No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron” (Mc 16, 6).
Las santas mujeres, hermosa expresión del genio femenino
Nos relata el Evangelio que, las santas mujeres van de madrugada al sepulcro, al amanecer del primer día de la semana, es decir, el Domingo. Son María la Magdalena, María la de Santiago, y María Salomé (ver Mc 16, 1). Cuando no las mujeres. Ellas son las primeras en ir a la tumba de su Señor. Ellas, que con tanto amor habían servido a Jesús a lo largo de su ministerio público, y le han permanecido fieles al pie de la Cruz, son las primeras que, impulsadas por su devoción a Cristo, corren presurosas al sepulcro con las primeras luces del día. En este ir raudas a ungir el cuerpo de su Maestro, vemos reflejadas las virtudes propias del genio femenino: La receptividad, la disponibilidad, la ternura, la acogida, la capacidad de escucha, la intuición, la sensibilidad para comprender las situaciones, la actitud de hacerse cargo de los problemas de los demás, y la disposición para brindar la propia ayuda.
¿Quién nos moverá la piedra?
Van con aromas para embalsamar el cuerpo de su Señor. Las impulsa el amor por su Maestro que ha muerto en la Cruz. Pero caminando, y a punto de llegar a la tumba, reparan en un detalle que hasta ese momento no habían advertido: “¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?” (Mc 16, 3).
Y es que la costumbre judía era enterrar en sepulcros de piedra, cuya entrada era cubierta con una grande y pesada losa. Pero en esta Noche Santa, la pregunta de las mujeres va más allá de una mera preocupación por remover una piedra material. Podríamos reformularla de esta manera: ¿Quién es capaz de remover las piedras más duras de la existencia como el pecado, la muerte, el miedo, la desesperanza, y la enfermedad? La respuesta no es otra sino Cristo Resucitado. Por eso, “en esta noche, cada uno de nosotros está llamado a descubrir en el que está Vivo, a Aquel que remueve las piedras más pesadas del corazón”.[2]
Queridos hermanos: Pascua significa “paso” o “salto”. Por el don de nuestro Bautismo hemos pasado con Cristo de la muerte a la vida. Por eso hoy somos invitados a pasar con Él de la desolación al consuelo, del temor a la confianza, del pesimismo a la esperanza, de la incertidumbre a la certeza de sabernos amados por el Señor, quien siempre se mantiene fiel a nosotros.
No miremos, y menos aún, habitemos en ambientes sepulcrales. Miremos más bien al Resucitado quien hoy más que nunca nos dice: “Yo soy el que vive. Estuve muerto, ¡pero mira! ¡Ahora estoy vivo por siempre y para siempre! Y tengo en mi poder las llaves de la muerte y de la tumba” (Ap 1, 18). No hay problema, no hay pecado, no hay dificultad, que con Cristo no podamos vencer, ni siquiera la muerte.
“Él va delante de vosotros a Galilea”
En el anuncio del Ángel de la Resurrección a las santas mujeres hay una frase que no debemos dejar pasar por alto: “Él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo” (Mc 16, 7). ¿Qué significado tiene esta indicación del Ángel de la Resurrección?
El Papa Francisco lo expresa con estas bellas palabras:
“Ir a Galilea tiene un significado bonito, significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana. Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino. Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy, para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la desesperación, una alegría buena y serena”.[3]
Por eso, en esta Noche Santa de Pascua, renovaremos nuestras promesas bautismales, con el deseo de que la Luz de Cristo que resucita glorioso, simbolizada en nuestro Cirio Pascual, y sembrada en nuestros corazones por el don de nuestro Bautismo, disipe las tinieblas de nuestra existencia, y desde nosotros se proyecte como un fuego que da calor y vida, esperanza y consuelo, a muchos que están prisioneros de las tinieblas de sus pecados, de sus temores e incertidumbres, y viven aún en sombras de muerte.
Dejemos que la experiencia de fe de esta Semana Santa, y en particular de este Domingo de Resurrección, se imprima hondamente en nuestros corazones, para que nuestra vida irradie el misterio de la Resurrección del Señor Jesús, y los demás puedan ver vivo al Resucitado en nosotros, sus discípulos. Que nuestras palabras y acciones sean tan luminosas como lo es esta Noche Santa, en que Cristo resucita glorioso y nos abre las puertas de la Vida. Que con nuestras obras de amor al prójimo seamos testigos de la Resurrección, y contribuyamos a forjar una Piura y Tumbes donde se vivan las Bienaventuranzas del Reino, donde los pobres y lo más vulnerables sean los predilectos.
A nuestros catecúmenos
Queridos catecúmenos: A través del Bautismo, el Señor Jesús infundirá en cada uno de ustedes el principio, la semilla de una nueva vida, la Suya, divina e inmortal. El Bautismo es antes que nada un don, pero es también responsabilidad, tarea y misión.
Dentro de pocos momentos, en nombre de la Iglesia, les pediré que renuncien a Satanás, y que profesen su fe en la Santísima Trinidad. Lo que en verdad les estaré preguntando en cada una de las tres renuncias a Satanás, a sus obras y a sus seducciones, y en las tres profesiones de fe dirigidas a cada una de las Personas de la Santísima Trinidad, es: ¿Quieres ser santo? Es decir: ¿Quieres ser como Jesús? ¿Quieres configurarte plenamente con Él, el Camino, la Verdad y la Vida? Que tu respuesta no se deje esperar. Con voz fuerte di: ¡Sí, creo! ¡Sí, quiero!
Nunca se olviden que sólo hay una tristeza en la vida: No ser santo, es decir, no llegar a ser como Jesús. En cambio, no hay mayor felicidad que ser como Él, ya que la comunión de vida con Cristo nos abre a todo lo que es bueno, y nos da el criterio para discernir entre lo verdadero y lo falso, entre el engaño y la verdad. El Bautismo que ahora recibirán, los lanzará a la aventura más apasionante de todas: La de ser amigo de Jesús. Los lanzará a la tarea más bella de todas: La de ser cristiano. ¿Puede haber algo más grande en la vida que poder decir que, mi vida en este mundo consiste en creer en el Hijo de Dios, que me amó y entregó su vida por mí? (ver Gal 2, 20).
Santa María y la Resurrección
María Santísima no fue al sepulcro. No tenía necesidad de hacerlo porque en la cima de su espíritu Ella sabe que su Hijo resucitará.
Por ello querida Madre del Resucitado y nuestra, te pedimos suplicantes que seas hoy y siempre para nosotros, maestra y guía de nuestra fe, de nuestra esperanza, y de nuestro amor a Dios y a los hermanos. Sostennos en los momentos de duda y de tentación, de tristeza y vacilación, de persecución y de calumnia, porque al final, la Verdad triunfará sobre la mentira y la falsedad, y el Amor sobre el odio, la intriga, y la maldad del hombre.
Danos, Santa María, aquella serenidad interior que siempre tuviste a lo largo de toda tu vida terrena, incluso al pie de la Cruz, aquella paz interior que surge de la certeza que Cristo, tu Divino Hijo, verdaderamente ha resucitado, y de que Suya, y no nuestra, es la Iglesia. De que Suyo, y no nuestro, es el Reino, el poder, y la gloria por siempre.
Amén.
San Miguel de Piura, 30 de marzo de 2024
Vigilia Pascual
[1] S.S. Benedicto XVI, Bendición Urbi et Orbi por Pascua, 12-IV-2009.
[2] S.S. Francisco, Homilía en la Vigilia Pascual, 20-IV-2019.
[3] S.S. Francisco, Homilía en la Vigilia Pascual, 19-IV-2014.
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