Locales

“LA ALEGRÍA DE DIOS ES SU MISERICORDIA Y SU PERDÓN”

 15 de septiembre (Oficina de Prensa).- Ante una gran cantidad de fieles congregados hoy en la Basílica Catedral de Piura, Monseñor José Antonio Eguren Anselmi S.C.V., Arzobispo Metropolitano de Piura celebró la Santa Misa correspondiente al XXIV Domingo del Tiempo Ordinario.

Haciendo referencia al Evangelio (Lc 15,1-32) Monseñor Eguren dijo: “Las tres parábolas de hoy nos enseñan la inmensa misericordia de Dios para con sus hijos, y la necesidad de convertirnos para encontrar el camino hacia Él. Queridos hermanos nosotros sabemos que Jesús es la misericordia de Dios encarnada, y que por medio de Él nos acercamos a su Padre para que nos absuelva del pecado. La alegría de Dios es perdonar, la alegría de Dios es la misericordia, la cual es el gran remedio para el cáncer del pecado”.

 En otro momento de su homilía añadió: “Cuando en nuestra vida confesamos nuestros pecados hay una gran alegría en el cielo, alegramos el corazón de nuestro Padre porque desde la libertad de nuestro corazón nos ponemos en camino hacia Él. Por ello imitemos al hijo pródigo, y haciendo un buen uso de nuestra libertad volvamos a Dios arrepentidos, confesemos nuestros pecados sin importar cuán profundo hayamos caído. No hay pecado, por terrible que éste sea, que Dios no pueda absolver con su infinito amor y misericordia por medio de Cristo”.

Nuestro Arzobispo luego reflexionó sobre la importancia de ser misericordiosos con nuestros hermanos: “Otra de las enseñanzas de Jesús en este día es que no es posible vivir cristianamente sin practicar la misericordia. El Evangelio nos muestra al hermano mayor de la parábola con una actitud de enojo y recelo hacia la misericordia del padre. Pero el padre con sabiduría le responde: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. Deberías alegrarte y regocijarte, porque éste hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a vivir; estaba perdido y lo hemos encontrado”. Todos podemos tener algo de este hijo mayor y por ello debemos hacer nuestro propio examen de conciencia, ya que si no practicamos la misericordia no entraremos al banquete celestial, a la fiesta de la salvación. No hay más alegría que ser misericordiosos, que saber perdonar como Dios lo hace con nosotros”.

 Al finalizar su homilía nuestro Pastor invitó a los presentes a encomendarse a la Madre de la Misericordia: “Santa María nos enseña que la misericordia es la fuente de la vida celestial. Que nuestra Madre nos ayude a perdonar como Ella lo hizo al pie de la Cruz, devolviendo amor y bendiciones frente al inmenso odio e insultos que su Hijo y Ella recibían en ese momento.”

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