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CARTA DEL ARZOBISPO METROPOLITANO DE PIURA EN LOS ACTUALES MOMENTOS DE EMERGENCIA

“No nos dejemos robar la esperanza ni la alegría de vivir”

 Queridos hermanos piuranos y tumbesinos:

          Con el corazón en la mano les escribo esta carta en estos momentos dramáticos y de emergencia que estamos viviendo en nuestras queridas Piura y Tumbes. Sean mis primeras palabras para darles a todos ustedes un mensaje de esperanza: ¡El amor de Dios no nos abandona nunca y está con nosotros en estos momentos difíciles!

¡Jesús está cerca de ti!

          Jesús, como hombre verdadero en todo semejante a nosotros, menos en el pecado, durante los años de su vida en la tierra experimentó lo que es la necesidad y el dolor. Por eso en esta hora de sufrimiento y de gran necesidad, Él está muy cerca de cada uno de nosotros, consolándonos y fortaleciéndonos.

Jesús, que le pidió de beber a la samaritana y se compadeció de la multitud hambrienta, está cerca de ti sediento y hambriento.

Jesús, que nació en un establo porque no había lugar para ellos en la posada, está contigo madre que has dado a luz a tu hijo en un albergue.

Jesús, que fue un refugiado en Egipto, a donde huyó con su Madre María y San José porque Herodes quería asesinarlo, está contigo querida familia que has tenido que abandonar tu hogar, tu distrito, tu caserío, tu chacrita y tu ganado, para vivir en un centro de refugiados.

Jesús, que no tenía dónde reclinar la cabeza, está cerca de ti que has perdido tu casa y vives ahora a la intemperie.

Jesús, que se apiadó de tantos enfermos y los curó, está cerca de ti que a causa de las inundaciones padeces hoy de malaria, dengue, leptospirosis y otras enfermedades.

Jesús, que lloró en la tumba de su amigo Lázaro, llora también contigo, que has perdido a un ser querido y te invita a abrirte a la esperanza en la vida eterna.

Jesús, que trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, y amó con corazón de hombre, está iluminándote y fortaleciéndote a ti miembro de nuestras Fuerzas Armadas, Policía Nacional, brigadista, rescatista, bombero, médico, enfermera, trabajador, joven voluntario, que sin descanso alguno participas en las labores de prevención, de rescate y de ayuda humanitaria.

Jesús, que se admiró de la fe de la mujer cananea, se admira de la fe de este pueblo que a pesar de las pruebas de estas horas no deja de creer, de esperar y de amar.

          Queridos hermanas y hermanos damnificados: No se olviden que la cercanía misericordiosa del Señor se expresa también en la proximidad, el afecto y el apoyo que muchos les vienen ofreciendo en estos días de tristeza y aflicción. ¡Por ello no duden jamás del amor del Señor!

Una Semana Santa muy particular

          La Semana Santa se acerca. El Señor nos concede celebrarla de una manera muy especial: más que nunca unidos a Él en la Cruz. Pero surge una pregunta: ¿Por qué, Señor, tanto sufrimiento, tanto dolor? ¿Señor, por qué nos tratas así, si somos tu pueblo y ovejas de tu rebaño, si somos un pueblo tan religioso y creyente?

         Frente al misterio del dolor no hay una respuesta que satisfaga plenamente. El sufrimiento y sobre todo el sufrimiento del inocente es un misterio que sólo lo comprenderemos plenamente al final de los tiempos. Hay momentos en la vida de un cristiano, en que el Señor le pide una confianza y abandono totales en Él, y éste es uno de ellos. Quién sabe algo de consuelo nos den las palabras que Jesús le dirigió a Santa Teresa cuando un día herida en una pierna, la Santa de Ávila se quejó con el Señor, diciéndole: “Señor, después de tantos problemas, ¿hacía falta también éste? A lo que el Señor le contestó: Teresa, yo así trato a mis amigos”.  

          Esta Semana Santa tan particular que vamos a celebrar, es también ocasión privilegiada para que cada uno de nosotros haga un buen examen de conciencia sobre la parte de responsabilidad que tiene en este desastre, aun cuando ésta sea pequeña. De esta manera podremos volvernos auténticamente arrepentidos al Señor para recibir de Él su perdón y hacer un firme propósito de enmienda para poner todo de nuestra parte para que esto no nos vuelva a suceder.

        Examinarnos sobre qué tanto hemos contribuido o no a edificar una auténtica “cultura de la prevención” y así contribuir a la seguridad, la promoción de la salud y la salvaguarda de la vida humana. Revisarnos si hemos cuidado o no adecuadamente la creación que es nuestra casa común, y aquí me dirijo no sólo al “grande” que contamina y depreda sino también al “chico” que ensucia arrojando basura y residuos, que no cuida el agua ni ahorra la electricidad, que no trata con solicitud a los demás seres vivos. Reflexionar también si ejercemos la autoridad como servicio, especialmente a los más pobres y necesitados. Examinarnos si en el manejo de la cosa pública y privada hemos sido honestos o corruptos. Y finalmente, si en estos momentos somos justos y solidarios o buscamos aprovecharnos de la situación y de la necesidad ajena para lucrar, especular y sacar ventaja por codicia y ambición. A estos últimos les recuerdo el duro juicio de Jesús a los que no fueron misericordiosos con sus hermanos en necesidad: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt 25, 41).     

           Sí, será una Semana Santa muy especial la de este año 2017, austera sin la solemnidad de otras, pero estoy seguro que la viviremos con muchísima unción, devoción, e interioridad. Pienso de manera particular en la Semana Santa de Catacaos y del Bajo Piura que hoy están sufriendo indeciblemente por la destrucción que han dejado las inundaciones. Les pido una Semana Santa sobria pero con más fe y fervor que otros años. Que con prudencia evalúen con las autoridades la conveniencia o no de las procesiones, y si éstas pueden darse que sean con recorridos abreviados y seguros, porque primero está la seguridad de todos. Al “Depositario” y al “Doliente”, quienes probablemente no podrán cumplir plenamente con sus compromisos de los “Siete Potajes”, les sugiero esforzarse para que durante el Jueves y el Viernes Santo no les falte a los más pobres y necesitados por lo menos un plato de comida caliente. Con ello habrán dado no siete potajes sino setenta veces siete más alimento.

          A los sacerdotes, el Señor nos pide una Semana Santa en donde desinstalados de la comodidad y tranquilidad de la sede parroquial y como un auténtico “hospital de campaña”, salgamos a buscar a las personas allí donde viven, donde sufren, donde esperan, para llevarles el bálsamo del amor y hacerles presente que el Señor las ama con un amor incondicional y fiel. Hacerlo será una ocasión preciosa para hacer realidad el pedido del Papa Francisco de ser una “Iglesia en salida” que va hacia las “periferias geográficas y existenciales”. Les pido a los párrocos que los horarios de las celebraciones de Semana Santa sean lo más temprano posible, según la naturaleza de cada una de ellas, y que tomen todas las medidas de seguridad y de mantenimiento para que los templos sean lugares seguros ya que muchísimos querrán participar. 

¡No nos dejemos robar la esperanza!

        En las actuales circunstancias el Señor nos pide que estemos más unidos que nunca y que trabajemos sin desmayo por sacar adelante a Piura y Tumbes. Dejemos de lado las envidias y rivalidades y trabajemos todos juntos por un futuro mejor para todos, especialmente para nuestros niños y jóvenes. El agua no es sólo un elemento destructor, sino también y sobre todo fuente de vida. De hecho en estos días de desolación, todos de alguna manera hemos sido testigos de otro “río” que inundaba nuestras ciudades pero que a su paso no destruía, sino que más bien consolaba y daba esperanza. De un “río” con un caudal muchísimo mayor al de todos los ríos juntos de nuestras regiones. Me refiero al “río” del amor, del servicio, de la generosidad, y de la solidaridad que se ha despertado en el corazón de miles de piuranos, tumbesinos y peruanos, que han salido a socorrer, acoger, atender y auxiliar a sus hermanos en necesidad, porque la caridad de Cristo los urgía. Ello nos llena de alegría y nos hace mirar el futuro con esperanza. Por eso siguiendo el consejo del Papa Francisco les digo: “No nos dejemos robar la esperanza ni la alegría de vivir”. Con la ayuda del Señor no hay nada imposible que no podamos lograr, y unidos a Jesús por medio de María, haremos que Piura y Tumbes no sólo sean regiones modelo, prósperas y desarrolladas, sino “casas y escuelas de la comunión” como soñaba San Juan Pablo II. Para ello es fundamental deponer cualquier interés personal, de grupo o de partido, y hacer del bien común nuestro único norte e ideal, promoviendo y defendiendo la dignidad humana desde la concepción hasta su fin natural.

        Que nuestra “Mechita”, Nuestra Señora de las Mercedes, nos bendiga y cubra bajo su manto maternal, y San Miguel arcángel, patrono y protector de nuestra Arquidiócesis, nos defienda de la perversidad y asechanzas del demonio y de todo mal.

          Los bendice y abraza con mucho afecto en esta hora de dolor y de esperanza.   

San Miguel de Piura, 03 de abril de 2017

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